Onofre Guevara López
Esa es una enfermedad en nuestro medio
político –de por sí medio atrasado de nacimiento— como para pensar seriamente en procurarle su
salud, porque si no, sería capaz de volvernos al Medioevo con toda la pobreza y
la ignorancia de aquel tiempo y del nuestro. Al menos, amenaza con hacernos
vivir como entonces en pleno Siglo XXI.
El miércoles de la última semana de
septiembre, nuestro ambiente político fue conmovido por la Carta Pastoral con
sus lacerantes verdades, describiendo al régimen político existente con su
“estilo de ejercer la autoridad en modo autocrático y abusivo”, lo cual
“suscita inevitablemente polarización, arrogancia, ambición e irrespeto a la
ley, corrupción, intolerancia y luchas inútiles en la sociedad.”
Luego, a principios de la semana anterior, el
Partido Liberal Constitucionalista –cómplice de la situación descrita por los
obispos—omitió la Carta Pastoral y lanzó su propia “homilía” en contra de una destacada
mujer, María López Vijil, con un lenguaje que le envidiaría Torquemada, sino
estuviera en donde él mandó a tanta gente.
¿El motivo? Que María opina, entre otras cosas sobre las que tiene
derecho y autoridad para opinar, que la Biblia no es escrita por Dios, sino por
los hombres.
Compárese el lenguaje pastoral de los obispos
católicos –de este Siglo XXI, aunque sus creencias vengan de muy atrás— con el
lenguaje de los “liberales” del Siglo XVI, el cual parecen vivirlo en el presente.
La “homilía liberal”, tiene este párrafo ejemplar (al que le respetamos su
redacción): “La institución PLC no puede permanecer impávida ante una situación
tan peligrosa, porque aparte de defender la democracia primero debe estar la
protección de los dogmas de la fe cristiana profesados por numerosas
civilizaciones, culturas y pueblos desde hace veintiún siglos, y que al día de
hoy, más de dos mil millones de personas los aceptan para vivir al llamado del
plan divino en los caminos trazados por el Padre Eterno.”
Una observación para quienes se interesan por
la suerte del idioma español: “Impávido”, o su femenino “impávida”, es el adjetivo
utilizado por el PLC con su significado al revés, pues dice que su institución “no
puede permanecer impávida”, pero la impavidez la experimenta quien “resiste o
hace frente a un peligro sin miedo”. Pero como la “institución PLC no puede
permanecer impávida” ante el peligro que representa María López Vijil, está confesando
que lo enfrentará con miedo. ¿Será por miedo que toma “los caminos trazados por
el Padre Eterno”?
Así son “nuestros” políticos, además de mañosos…
¡camanduleros!
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Como aún tengo un pequeño espacio, podemos abordar
otro caso en dos actos: 1) En un mural pintado por orteguistas, tiene la imagen
del Che en el centro, en las esquinas superiores, la bandera nacional y la
rojinegra, y en las esquinas inferiores… ¡“Homero” de los Simpson y el “conejo”
Bugg Bunny!
2) Revisando la lista de la Lotería para ver
si me había sacado el premio mayor, sin haberla comprado, miré en la parte
superior izquierda una copia de un billete para el sorteo de hoy martes, con la
foto del Che Guevara, conmemorando el 45 aniversario de su muerte. Pero, da la
“casualidad”, que el Che fue el segundo hombre más destacado de la revolución que
a lo inmediato de su triunfo prohibió en Cuba los juegos de azar, entre ellos
la Lotería.
Con este otro irrespeto a la memoria del Che,
identificándolo con un juego de azar que
su revolución prohibió, la Lotería Nacional ayuda a demostrar la decadencia ideológica del
orteguismo. Y ahora que la “institución PLC” del socio de Ortega, se ha metido
a protectora de la fe, tendrá un choque con Rosario. Pero ella ganará con sus
“homilías”, porque Alemán solo tiene “La Poderosa”, y ella posee más y más
poderosos medios, y hasta puede lucirse en las pantallas de no menos media
docena de sus canales televisivos.
Ahora, con el permiso de mi amigo Amaru
Barahona, haré una paráfrasis del final de su artículo (END, 5/10/2012), para
ofrecerla con una dedicatoria para el PLC y el FSLN:
“Constitucionalmente somos un Estado laico. Y
un Estado laico no puede, no debe, permitir que la cúpula” de un partido
político se convierta en una institución religiosa. ¡Amén!
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