A los profesores del mundo,
y en especial a Clarita Blanco y Emilio Pérez,
de Masatepe, Nicaragua.
1-El
maestro ha de amar para enseñar, pues ha de enseñar a amar. Es así como el
maestro enseña con su vida y entrega su vida a la enseñanza. Porque la
enseñanza es un permanente acto de amor al prójimo, y un sublime servicio a la
Patria a través del magisterio.
2-Magisterio
significa humildad de saber enseñar. Un verdadero maestro es aquel que sigue
aprendiendo mientras enseña.
3-El
maestro ha de ser como Jesús. Según el evangelista Mateo, cuando Jesús
terminaba sus sermones la gente quedaba admirada de su enseñanza, “porque les
enseñaba con autoridad, es decir, con la convicción del que sabe.” Y es que la
autoridad de Jesús está fundamentada en la verdad y no en la doctoral
discriminación del espíritu, que da lugar preponderante a la letra. Nadie puede
vivir al pie de la letra, sino entregado a la piedad. Porque el espíritu es en
sí mismo una profunda comprensión y aceptación de nuestra frágil condición
humana.
4-La
letra se contradice con el espíritu que la inspira, cuando como ciertas leyes
son instrumentalizadas contra la justicia. Esa acción se llama fariseísmo.
Ninguno puede lanzar la primera piedra. Esa es una enseñanza que nos reconcilia
con el verdadero espíritu que dio origen a la letra. Por ello las parábolas de
Jesús, son en su conjunto el primero de los libros de pedagogía.
5-Un
centro de enseñanza no es un reformatorio o una camisa de fuerza para obligar
al estudio. Es a los maestros a quienes corresponde la ardua tarea de persuadir
a los alumnos que aprender es vivir colectivamente el respeto mutuo, pues un
centro de enseñanza es precisamente eso, un centro, donde converge el sentido
de convivencia de una inmensa familia que abarca a educandos y sus parientes, y
a educadores. Ahí se forja la responsabilidad común para el bien común, pilares
de una comunidad de ciudadanos respetuosos del derecho ajeno, que como dijo
Benito Juárez, es la paz. En este sentido la Paz de la República la van
construyendo profesores y alumnos. Si se logra un Centro de Paz, héroes de la
paz serán profesores y alumnos.
6-El lema
de todo maestro debiera de ser el de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”,
pues la infancia, al igual que el barro, es la época artesanal de moldear en el
conocimiento, a futuros ciudadanos libres, sabiendo tomar de los niños, con una
inmensa ternura, los dones naturales y puros de que son portadores. De barro
original podríamos calificar esa etapa.
7-El
maestro no buscará en estudiantes o familiares diferencias sociales,
económicas, políticas o religiosas. Ni fomentará halagos con fines ajenos a su
libre formación. El respeto a la conciencia de cada quien es un principio
inalienable que se inculca a la par de valores cívicos y morales. Solo así
podrá hacer del alumno un ciudadano honrado, que al saber que su dignidad
depende de no venderla, será útil a la Patria, y a la familia de la que
proviene, y responsable desde ahora de la que algún día formará.
8-El arte
de la pedagogía es hacer del estudiante sujeto de la historia y no objeto de
las circunstancias.
9-La
pedagogía, en enseñanzas de Paulo Freire, libera al oprimido. El principal
elemento opresor es la ignorancia. En ese sentido, quienes dedican su vida a la
enseñanza, son libertadores.
10-No hay
asignatura más importante que el Amor.
LUIS
ROCHA
“Extremadura”,
Masatepe, octubre de 2012.
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