El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 19 de octubre de 2012

Realista mágico y universal


Esteban Córdoba Arroyo esteban.cordoba83@gmail.com 12:00 a.m. 14/10/2012
El viernes, Pekín despertó con un único retrato en las portadas: Mo Yan (1955, Shandong), Nobel de Literatura del 2012, da esperanza a las letras chinas. “Si se habla de literatura, debe hablarse inevitable-mente de Mo Yan” rezaba el diario pekinés El Pueblo; “Mo Yan es para China como Charles Dickens para Inglaterra”, anunciaba el China Daily; mientras que en el Beijing Times lo llamaban “El Kafka asiático”. Despuntaba no sólo un nuevo día, sino una época: Mo Yan, sacaba a China de un olvido inmerecido.
Desde 1901 hasta hoy, la Academia Sueca ha galardonado a 71 europeos, 16 americanos (léase también Centro y Suramérica), seis africanos y siete asiáticos.
Hasta el jueves, solamente un escritor nacido en China, pero nacionalizado francés (y con gran parte de su obra escrita en francés): Gao Xingjian (Ganzhou, 1940), había recibido ese galardón.
La montaña del alma (1990), de Gao Xingjian es una obra de increíble belleza; pero, sin negar lo último, el gozo en China por el nuevo galardonado es más que notable: “Mo Yan nos representa cuando describe el sentir de la gente común, la vida local y la absurda contradicción entre ricos y pobres”, acotó Guo Jing Ming, una de tantas lectoras jóvenes que recibía con agrado la noticia de la premiación.
Traduttore, ¿traditore? El triunfo de Mo Yan también lleva luces a un colaborador: el traductor, maestro oculto en cierta literatura. No miente quien dice que el traductor cambia los textos (¿cómo no habría de hacerlo?). En casos de lenguas tan dispares como el mandarín y el español (cuyas diferencias trascienden el indoeuropeo), cabe preguntarse si realmente se consigue expresar con claridad el pensamiento del autor.
Howard Goldblatt, el incondicional traductor de Mo Yan a la lengua inglesa, es para muchos una estrella también. Así lo consideró la Asociación Americana de Traductores, que en 1999, premió su versión de Notas de un hombre desolado, de Chu Ti’enwen, con el reconocimiento anual de “el mejor libro traducido al inglés desde cualquier otro idioma”.
Sin embargo, el traductor, a quien ahora también cobija la fama, apenas comenta la dificultad técnica y la necesidad de interpretación en la traducción del mandarín al inglés. Goldblatt asegura que lo difícil es traducir esos “floridos, imaginativos y poderosos escritos, llenos de núcleos morales”, que le recuerdan a Charles Dickens.
Por su parte, el español Carlos Ossés ha traducido al castellano obras de Mo Yan como Las baladas del ajo (2008) y Grandes pechos, amplias caderas (2007), pero desde el inglés. Por tanto, quien quiera acceder a tales versiones, deberá atravesar un filtro doble.
Con Latinoamérica. En el Congreso Nacional de Traductores celebrado en octubre en Pekín había una amplia presencia de la literatura hispanoamericana. Gozaban del beneplácito de los traductores chinos las obras de Miguel Ángel Asturias, García Márquez, Julio Cortázar y Federico García Lorca.
Al entrar en cualquier librería de Beijing, saltan a la vista las múltiples ediciones de Bainian guji (Cien años de soledad), de García Márquez, quien no sólo es muy popular entre la juventud china, sino que es una de las mayores influencias del nuevo Premio Nobel, según Howard Goldblatt reconoce: “Veo [en Mo Yan] fuertes reminiscencias del realismo mágico latinoamericano heredado de García Márquez”.
Asimismo, el propio Mo Yan invita a que los jóvenes escritores chinos lean la oceánica literatura occidental. En múltiples entrevistas reconoce la herencia que China recibió de los escritores soviéticos, y, después de las reformas de Deng Xiaoping, de autores europeos y estadounidenses.
“Reconozco el influjo de Faulkner. Mi estilo fue parecido al suyo luego de leer El ruido y la furia”, afirma, pero confiesa también apreciar a Gunter Grass, Ernest Hemingway Yasunari Kawabata.
Claro está, Mo Yan no se olvida de sus compatriotas contemporáneos Lu Xun y Wang Anyi, ni de las obras clásicas: Viaje al Oeste (1590), atribuida al mítico Wu Cheng’en, y A la orilla del agua (¿1373?), escrito en conjunto por Shi Nai’an y Luo Guanzhong.
Sin embargo, solamente al escribir La fatiga de vivir y morir (2006), Mo Yan encontró su propia voz, según él mismo ha revelado.
Mo demuestra que los escritores chinos tienen algo auténtico que decir, a pesar de que apela al sueño de Goethe: “Crear una verdadera literatura universal, donde todos los pueblos estén incluidos”.
El autor es periodista costarricense. Estudia mandarín en la Universidad de Química y Tecnología de Pekín.

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