- Ortega, el dialogante
En estos últimos días hemos oído la enésima propuesta de realizar un diálogo nacional entre quienes detentan el poder y los que lo sufren (toda la sociedad) con el fin de sacar al país del atolladero. Parecería cosa sensata si no fuera porque dicho poder además de ilegal e ilegítimo, es maniobrero y sólo habla con quien sea el interlocutor de turno cuando le apunta con una pistola en la sien. Cualquier mediano conocedor de la conducta y el estilo político de Daniel Ortega en las últimas décadas sabe que sólo negocia cuando está al borde del abismo, sobre la base del mayor de los cinismos y el más mínimo de los escrúpulos. De ahí que la iniciativa del Partido Liberal Independiente con Eduardo Montealegre a la cabeza, de “tomarle la palabra” (¿?) a Edwin Castro, jefe de la bancada del FSLN para buscar un “consenso” a fin de cambiar a los funcionarios usurpadores de cargos en los poderes del Estado, sea recibida con amplio escepticismo y suspicacia. Todo mundo supone que es para embrocarlo en una reedición pactista que le dé visos de legitimidad al poder de facto y fraudulento de Ortega. ¿Contra qué cabezas tiene apuntada su pistola Daniel Ortega?
- Contención por abajo
Es evidente que el inconstitucional ocupante del ejecutivo tenía una estrategia de fraude y contención desde antes de las desventuradas elecciones del 2011, que a partir del fraude se intensificó en los territorios para desmotivar la protesta y ejecutar una estrategia de contención de la oposición en el mediano plazo. Si uno se fija bien, los hostigamientos, encarcelamientos, golpizas y asesinatos han estado dirigidos a intimidar a todo el liderazgo a nivel local y de base que tiene capacidad de convocatoria y movilización, con el fin de ejercer el control político de cara a las municipales y contener el creciente nivel de presión social debido a que el orteguismo levantó demasiadas expectativas irrealizables durante su campaña. Es en este marco de cosas que se inscriben los asesinatos de El Carrizo, la represión y encarcelamiento de liberales en Darío, las muertes de exjefes Contras, pero también los tranques de los veteranos de guerra y las protestas partidistas antidedo. En el caso de la Alianza PLI, la represión va dirigida a desarticular al liderazgo opositor de nivel medio y de base. En el caso de las propias filas del orteguismo, a contener sus aspiraciones y demandas. En este camino han quedado afectados tanto el derecho a la vida, como de libertad de expresión, protesta y movilización.
- Contención por arriba
Esto explicaría también la violenta racha de invasiones de tierras y confiscaciones, aparentemente sin sentido, que ejecuta el inefable Procurador Hernán Estrada contra grandes empresarios y propietarios (incluso con medianos y pequeños). Ahí está también de ejemplo el cacareado “diálogo tripartito” entre gobierno-empresarios-trabajadores sobre el salario mínimo: los sindicalistas vendidos y la Ministra del Trabajo, los hicieron sudar gordo amenazándolos con aprobar el 16% de aumento, todo en el plan de “mostrar músculos” y mantenerlos sedita. La política de intimidación a los empresarios lo que busca es que los miedosos halen al redil de la “negociación” a Montealegre y a un sector opositor que le acompaña: a cambio de seguridad a los empresarios, propiedades y negocios, otorgará cambios cosméticos en las instituciones, para que nazca un nuevo pacto y todo siga igual. De paso, Ortega lograría desarticular la Alianza PLI como futura fuerza política competente.
- Legitimar oligarquía
Así las cosas, todo parece indicar que se trata de forzar un nuevo pacto donde la nueva oligarquía Orteguista sea socia hegemónica y a la vez, legitimada por la vieja y dependiente clase empresarial. No parece casual que le haya tocado a AMCHAM y al COSEP la tarea de pastorear al PLI para ir con el “dialogante” Ortega. Si ya los empresarios tienen un espacio de negociación directa con éste y hasta han reclamado asientos en la Asamblea Nacional, ¿para qué necesitan a un dirigente y a un partido político de la oposición en un nuevo diálogo? Si Ortega ha llegado a decirles en las meras salas del INCAE que ellos son “el CPC empresarial” y se llevan regio, ¿para qué quieren a una Alianza PLI a la que no apostaron ni apoyaron como se merecía? Cae de suyo que el interés del régimen y el de los empresarios no tiene como objetivo recomponer la institucionalidad del país, ni restablecer la democracia o el imperio de la Constitución, sino asegurar cada quien sus intereses económicos y su cuota de poder. Con toda razón, el MRS ha lanzado la advertencia que: “Una eventual negociación de la oposición democrática con el gobierno de facto solamente puede tener como fin y resultado la liquidación de las nefastas consecuencias del sistema de pactos prebendarios entre partidos y el trazado de una ruta que nos conduzca inequívocamente al rescate de la democracia y del estado de derecho.” Efectivamente, sí esto no es así, más vale que Ortega se quede hablando solo.
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