A UN AÑO DE SU PARTIDA*
En las primeras horas de la mañana del miércoles 23 de marzo de 2011, la comunidad universitaria y muchísimos pobladores de la ciudad de León, se estremecieron al conocer la noticia de que el Dr. Rafael Salinas Mayorga, destacado profesor de química de la Facultad de Ciencias y Tecnología, había fallecido.
Ese lúgubre día, por las oficinas y pasillos de la universidad circulaban, de boca en boca, algunos de los detalles que la familia de Rafael, en medio del enorme dolor que los embargaba, había podido proporcionar a los docentes y amigos que se apresuraron a su casa de habitación cuando conocieron del lamentable suceso.
Las circunstancias que se entretejieron para que se produjera el fatídico hecho indicaban que, después de que el Doctor Salinas conociera de la cancelación definitiva de su nombramiento como profesor de la UNAN-León, él cayó en una acelerada y profunda depresión que lo condujo a quitarse la vida.
En ese triste episodio, un pequeño grupo de estudiantes se prestaron a denunciar al profesor Salinas imputándole hechos infundados que referían una forma inapropiada de impartición de su docencia, muy a pesar que la gran mayoría de estudiantes, que pertenecían al mismo grupo de clase de los denunciantes, desmintieron lo dicho por esa minoría inescrupulosa. Todos estos estudiantes reconocieron las competencias profesionales y la gran calidad docente del Doctor Salinas.
Luego de esta denuncia se abrió un oscuro proceso administrativo en contra de nuestro entrañable “Payo” en el que fueron manifiestos un sinnúmero de vicios y nulidades que desembocaron en una resolución ilegal e injusta. Aún en el caso que lo dicho por el pequeño grupo de estudiantes hubiese sido cierto y comprobado, la resolución en contra del profesor Salinas no fue proporcional a la supuesta falta cometida, a todas las luces tal decisión fue también desmedida y peor aún deliberada.
No se puede ocultar y lo tenemos que decir en voz alta que lo que conspiró contra Rafael Salinas, también militante sandinista del tiempo cuando nos llamaba el Diario Novedades Sandino-comunistas fue que en las elecciones de autoridades universitarias de la UNAN-León en 2010, fue que optó por pensar y actuar por sí mismo conforme a su propia conciencia revolucionaria. Eso fue el fondo de todo, lo que terminó con sus más de 30 años de docencia y lo que, a la postre, acabó con su vida.
Es por eso que en esa ocasión, la apesarada familia manifestó que no aceptarían flores, ni banderas, ni himnos, ni actos oficiales de nadie y fue así que sólo aceptaron las muestras que con mucho respeto, afecto y humildad fueron organizadas por la dirigencia gremial que en ese entonces estaba al frente del sindicato de profesores de la universidad.
Ahora nos compunge recordar que Rafael, “el Pizotillo”, “el Pizote”, el dirigente del Movimiento Estudiantil de Secundaria y del Frente Estudiantil Revolucionario, el organizador del pueblo, el radical y probado combatiente, el jefe de escuadra y de columna guerrillera, el histórico “Julián” de la guerra de liberación de 1979, nunca creyó que su despido fuera producto de una confabulación de cúpulas y muchos no sospechamos o no prevenimos eficazmente la fatalidad que vendría; una fatalidad producto de la intolerancia y el revanchismo, al igual que de la insensatez y de la escasa solidaridad. Este sacrificio nos debe avergonzar y debe hacernos recordar y reconocer que su sangre nos salpicó a todos.
Pero más allá del dolor, de las culpas y rencores, con los cuales no podemos vivir, es momento para reflexionar y agradecer a su familia y a Rafael por lo que recibimos de él: un hermoso legado lleno de compromiso, de valentía, de historia, de academia y de determinación. Su desaparición física fue resultado de su frustración, fue también su protesta contra la injusticia y a la vez una exaltación a no doblar la cerviz, a seguir luchando por cuidar el estandarte universitario de libertad, legalidad y autonomía, pero también nos enseñó que debemos estar más atentos a los problemas de nuestros colegas, compañeros y amigos, y sobre todo a ser más solidarios entre nosotros.
Rafael, a un año de tu partida, reiteramos que comprendemos plenamente lo que nos dijiste con tu muerte, hoy con humildad y sinceridad te pedimos perdón. No te olvidaremos, Rafael, te cumpliremos.
Remitido por el Dr. Arnoldo Toruño, en representación de los compañeros y amigos del Dr. Salinas.
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