“NO HAY REGÍMENES PERFECTOS”
Benedicto XVI
Para
mí esa fue la frase más impactante del papa en su visita a Cuba. Implica una
clara apología a los regímenes imperfectos, sobre todo a la dictadura más
antigua de Latinoamérica.
Hablar
y condenar al comunismo en tierras aztecas, resulta fuera de foco. En México tenía
que haber criticado lo más fuerte posible a las matanzas indiscriminadas y a
los que las hacen. Debería haber criticado al responsable de esa guerra:
Estados Unidos de América.
Cuando
ya estaban a bordo del avión camino a Santiago de Cuba, una periodista lo
entrevistó y le pidió su opinión sobre el comunismo. El papa le dijo que era
una doctrina destructora del hombre porque suprimía la libertad y se olvidaba
de Dios. Le preguntó que si iba a hablar de comunismo en Cuba y ya no hubo
respuesta.
¿Qué
es lo que esperaba al papa en Cuba? Represión política: 150 detenidos en
Santiago de Cuba y las damas de blanco reprimidas y algunas detenidas. A la
vista estaba la falta de libertad y la violación de los derechos humanos de los
cubanos.
El
papa aterrizó en Santiago de Cuba y se cumplió con todo el protocolo conocido,
pero fuera del aeropuerto estaban miles de cubanos ansiosos por escuchar el
mensaje papal. Ellos esperaban esperanza, un rayo de luz en las tinieblas, una
crítica al régimen dictatorial que por más de cincuenta años los ha mantenido
prisioneros dentro de la isla, pobres y sin futuro.
Poco
a poco se fue viendo la naturaleza real del viaje del papa a Cuba. No era
político, no llevaba el mensaje de la esperanza, sino el de la resignación; no
se escuchó la dura crítica al régimen de Fidel Castro, pero se observó una
cordial comunicación con el tirano. Prefirió sentarse con Fidel, que con las
damas de blanco para calmarles su angustia.
Se
dijo que no era una visita política, fue diplomática, porque es más importante
para el Vaticano fortalecer al clero de Cuba para que haya un mejor
entendimiento con el régimen comunista, que tratar de acercarse a los que
sufren en las cárceles castristas. Se preocupó por lograr que la Iglesia
Católica de Cuba sea un interlocutor privilegiado del comunismo y olvidó abogar
por los prisioneros de conciencia que se mueren lentamente en esas ergástulas
del odio.
“Los
llevo en mi corazón y oro por los cubanos de aquí y por los de allá. Oro por
los niños, por los ancianos, por los jóvenes, por todos para que fortalezcan su
fe.”
Ya
el papa había visto la represión en la primera misa que ofició. Vio como
sacaban con lujo de violencia a un cubano, solo porque gritó que en Cuba no
había libertad. El papa vio como lo vapuleaba un miembro de la Cruz Roja cubana
con la camilla que sirve para auxiliar a los enfermos, pero no protestó.
Los
cubanos, dijo un periodista, esperarán el mensaje de esperanza y misericordia
del papa hasta que este ponga un pie en el avión que se lo llevará de Cuba. El
papa puso un pie en el avión y los cubanos dejaron de esperar.
Jorge
J Cuadra V
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