Víctor Tirado L.
Después de las elecciones generales para presidente de la república del
6 de noviembre del 2011, cuando al mismo tiempo se eligieron diputados a la
Asamblea Nacional, se creó un ambiente de inconformidad social, entre la
población votante, Pero, más que todo, se sintió entre los sectores intelectual,
profesional, estudiantil y organismos de
la sociedad civil en demostración de repudio al fraude electoral, comenzando
con la ilegalidad de la candidatura de Daniel Ortega Saavedra.
La denuncia del robo electoral se acompañó de
las pruebas de cómo se manipularon las
urnas, fueron sacados de las casillas a los fiscales de la oposición y luego cómo
se alteraron las boletas. A mi modo de
entender, el movimiento político opositor
debe sostener una lucha constante, diaria, contra la usurpación del gobierno.
La historia de Nicaragua, después de la independencia, ha contado con sistemas
electorales “especializados” en fraudes con robos y alteración de los votos; es decir, han
sido farsas electorales, como esta última del 6 de noviembre del año pasado.
Esas elecciones, además de haber contado con un candidato ilegal, era a
la vez el centralizador del poder, Daniel Ortega, fueron para consumar su plan de obtener la mayoría en la
Asamblea Nacional, y continuar con los órganos estatales bajo su control, y
buscar igual supeditación del Ejército Nacional y de la Policía. También se
organizaron bajo el plan del gobierno actual, teniendo como rehenes a los
directivos del Consejo Supremo Electoral, en primer lugar Roberto Rivas, alguien
que hace recordar los tiempos del somocismo y de cómo le está sirviendo sistemática
y jerárquicamente al danielismo, en su transformación en un somocismo verdadero.
Los países de Centroamérica todavía
huelen a regímenes del tiempo del
militarismo; no hemos tenido la fuerza social capaz de iniciar un nuevo sistema democrático y republicano. La creación de un régimen completamente nuevo,
es difícil; es un problema que ni siquiera fue superado por la revolución
sandinista del 19 de julio de 1979, pues aún se mantiene la influencia del pasado militarista
en las cuestiones del Estado. Y hago énfasis en el militarismo, por la
repetición de las formas viejas del actual sistema estatal.
Centroamérica
ha pertenecido a todos los sistemas políticos, económicos, sociales y militares
de Latinoamérica, sobre todo, en los años 40 y principios del decenio del 50
del siglo pasado. Centroamérica tomó en
sus manos la construcción del sistema democrático, destruyendo las dictaduras
militares. Sin embargo, se perdió la revolución
democrática, en donde los
gobiernos de EEUU desempeñaron un papel
fundamental, organizando, en esas décadas
50, 60 y 70 del siglo pasado, los golpes militares. Esta es una historia que no
puede olvidarse, y cuya responsabilidad es de los gobiernos de EEUU; ellos son los maestros de la
antidemocracia en estos países, del atraso económico y político. En aras de la
lucha contra el comunismo, hicieron sufrir un enorme atraso a la democracia.
Pero esto será tema para otro estudio; por hoy, lo dejamos como una
consideración.
Llegamos
a un final no muy alentador, por lo menos para Nicaragua. Se fundaron
organismos como la OEA, CEPAL, ODECA, SIECA, SICA para la supuesta integración
centroamericana y latinoamericana, bajo la preocupación o el pretexto de acabar
con la pobreza y la desigualdad social. Se habló de la creación de una Red Interamericana de
Protección Social para intercambiar experiencias entre los gobiernos y pueblos,
pero no han sido medidas concretas de desarrollo. Se necesitan reformas
profundas para el cambio de sistema, y por hoy, no existen las fuerzas sociales
capaces de realizar el cambio. Ni a nivel centroamericano, menos mundial.
Pero la crisis económica europea también lo
exige. ¿Quiénes promueven el cambio del sistema financiero mundial? Nadie. ¿Será una clase mundial nueva?, es la
interrogante. El sistema capitalista financiero seguirá movilizándose de
acuerdo a sus intereses y aliados con sus gobiernos en esa dirección. Los
gobiernos del sistema capitalista de Europa y EEUU, están fortalecidos para
compensar las debilidades del sistema financiero mundial.
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