El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 10 de febrero de 2012

Se requiere de unidad nacional para enfrentar el régimen de Ortega

Publicado en la Revista Envío, número de enero-febrero 2012 



Dora María Téllez,
Comandante Guerrillera, ex-diputada a la Asamblea Nacional
fundadora y dirigente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS),
integrado en la Alianza PLI en las recientes elecciones,
reflexionó sobre los desafíos que la situación actual del país
plantea a la oposición política y a la oposición ciudadana,
en una charla con Envío que transcribimos.


Hablar de los desafíos de la oposición en Nicaragua requiere caracterizar primero la situación actual del país. A partir del 10 de enero de 2012 Nicaragua entró en una situación radicalmente distinta a la que tuvo hasta ese día. El 10 de enero no asistimos a una toma de posesión de Daniel Ortega. Lo que hubo ese día fue un acto de imposición de Daniel Ortega. Toman posesión los funcionarios legal y legítimamente electos. En el caso de Ortega, su candidatura era ilegal, prohibida expresamente por la Constitución, y se impuso, además, mediante un enorme fraude electoral. 

Hasta ese día, hablábamos del gobierno del Presidente Ortega, electo en 2006, aun con las dudas que dejaron aquellas elecciones, porque hasta hoy el Consejo Supremo Electoral nunca publicó los datos del 8% de los votos. Pero en esa ocasión lograron esconder adecuadamente lo que hicieron. El 6 de noviembre de 2011 no lo lograron esconder. El fraude fue enorme y a la vista de todos. Todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo vio y todo el mundo lo conoce de primera mano, y no porque lo leyó o lo oyó o lo vio en los medios, sino porque lo vivió y lo vio directamente.  

Aunque no le queramos llamar así, estamos ante una dictadura. ¿Qué es una dictadura? Un régimen que se impone por la fuerza contra la voluntad popular y que no obedece a las leyes. Durante estos cinco años anteriores ya hemos visto cómo Ortega hace sus propias reglas, emitiendo decretos o ignorando las leyes. Eso hacía también la dictadura de Somoza, que era un poco más elegante porque los Somoza cambiaban las leyes a su medida y Daniel Ortega actúa con decretos o de hecho.

Estamos también ante un régimen con una gran concentración de poder. Ortega, su esposa y su familia controlan el sistema judicial, el sistema electoral, la Contraloría, la Fiscalía, la Procuraduría de Derechos Humanos, la Procuraduría General de la República, la Policía. Y al Ejército lo mantienen “pecho a tierra”. Esa concentración de poder coloca a la ciudadanía, especialmente a la gente más pobre, en total indefensión cuando quiere reclamar, protestar o exigir ante las instituciones del Estado que Ortega controla. Cuando hay concentración de poder no hay justicia, hay impunidad y se reducen las oportunidades de la gente. Ante una concentración del poder quienes tienen mucho dinero o quienes tienen alguna cuota de poder político no tienen problemas. Pero las personas comunes y corrientes, sin dinero y sin poder, los más pobres, pueden resolver muy poco o no resuelven nada ante el andamiaje del poder total.  

El Orteguismo concentra también un enorme poder económico, que se va a incrementar a costa del gran capital nicaragüense, y que se ha construido a expensas del dinero venezolano. A la concentración de poder económico hay que sumar la cantidad de medios de comunicación que el Orteguismo ha ido adquiriendo. Cuántas radios nacionales y locales y canales de televisión nacionales y locales ya han comprado. La ambición del Orteguismo es liquidar a los medios de comunicación independientes. Y hay que sumar también a ese poder la de ciertas organizaciones sociales que se han subordinado a los intereses de Ortega, no como contrapartes, sino como instrumentos.    

Lo más reciente en este modelo de control total es el anuncio que han hecho de la próxima conformación de los Consejos de Familia, lo que invade el ámbito privado. Quienes aspiran a concentrar el poder no tienen límites: ahora el poder quiere entrar al seno de las familias. Los Consejos de Familia serán entidades muy similares a los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) y anuncian su fracaso, ya que en cinco años los CPC no lograron pasar de ser otra cosa que estructuras orgánicas del Orteguismo.

Los Consejos de Familia, como los CPC, se crearán por decreto. Pretenden organizar a cada familia de la comunidad y así ir escalando del control de la familia al de la comunidad, del de la comunidad al del municipio, al departamento y al nivel nacional. A los Consejos se les asignan todas las funciones imaginables: créditos, atender discapacidades, educación…Todo. En su diseño se demanda a las instituciones estatales, municipales y partidarias que los constituyan a partir del mes de abril, entregándole a cada familia una cartilla que le sirva de guía.

Mi preocupación es cómo actuarán esos Consejos ante la violencia contra las mujeres, el abuso sexual y las violaciones al interior de la familia. Porque la tesis del Orteguismo ha sido que esos son problemas de familia, que se resuelven en la familia. Quieren dejarlos de ver como delitos, aunque las leyes los tipifican como tales. Me preocupa que, además de la pretensión de ejercer control en el espacio familiar, quieran también navegar en sentido contrario a lo que hemos avanzado en estos temas, atentando contra la integridad física, sicológica y emocional de mujeres, niñas y niños. ¿Exagero? No, alerto.

Debemos estar conscientes de que estamos ante un régimen que carece de legitimidad nacional e internacional.  La casi totalidad de los gobiernos europeos no han reconocido legitimidad al régimen de Ortega. Al acto de imposición solamente vino el Príncipe Felipe. Incauto o imprudente. Vino por los grandes intereses empresariales de España en Nicaragua y en América Latina. Europa ha hablado con claridad y el informe preliminar de la misión de observadores electorales de la Unión Europea fue demoledor. Dijo con claridad, aunque en lenguaje diplomático, que el Orteguismo se había robado las elecciones. También el informe de la OEA apunta a que hubo un fraude, aunque lo dice con mayor disimulo. Tampoco tiene Ortega legitimidad en los principales países de América Latina. Algunos gobiernos ni telegramas de felicitación le mandaron, que es lo más elemental.

Tampoco tiene Ortega legitimidad nacional. La Iglesia Católica no le ha reconocido legitimidad. La Carta de los obispos después de las elecciones lo dijo claramente e incluso llamó a los fieles a movilizarse reclamando democracia y Estado de derecho. Los medios de comunicación independientes tampoco le han reconocido legitimidad. Y en la calle, fuera de las filas del Orteguismo, este régimen tampoco tiene legitimidad. Eso le abre una herida profunda, que sus actos ahondarán cada día más, con más ilegalidad y más ilegitimidad. ¿En qué se sostiene Ortega? En el dinero de Chávez.

En Nicaragua han entrado poco más de 2 mil millones de dólares de dinero venezolano. Con ese dinero se hubiera podido construir un hospital nuevo de 200 camas en cada una de las 17 cabeceras departamentales. Y un instituto técnico en cada cabecera, totalmente equipado. Y se hubieran podido dedicar 300 millones de dólares para dar créditos con intereses blandos a los pequeños productores. Pero nada de eso hemos visto. Lo que hemos visto es que la familia Ortega-Murillo es hoy dueña de gasolineras, hoteles, haciendas, canales de televisión, agencias de publicidad, floristerías… ¿Se da cuenta el Presidente Chávez de todo esto? Ya en el año 2007 el MRS le entregó al embajador de Venezuela en Managua, Miguel Gómez, un hombre muy serio, una carta para el Presidente Chávez en la que le hacíamos ver cómo se estaba usando ya, a discreción de Ortega, el dinero del crédito petrolero. Estamos seguros que Chávez recibió esa carta. Claro que Chávez sabe lo que pasa. Si tiene funcionarios trabajando en Nicaragua cómo no lo va a saber, si lo sabemos todos nosotros.

Todo esta introducción es para hacer ver ante qué régimen tenemos que hacer oposición. Porque no es lo mismo hacer oposición en un régimen democrático que en una dictadura. En un régimen democrático uno juega con las reglas del juego democrático y según sepa jugar avanza o retrocede. Pero la oposición a una dictadura es diferente. Los partidos políticos tienen que actuar de manera diferente ante una dictadura. Igual la población, que tiene derecho a otras formas de oposición: a la resistencia cívica y a la desobediencia civil. 

En Nicaragua hay oposición. Estamos los que nos reunimos en la Alianza PLI.  Otros partidos como el PLC y los que se aliaron al Orteguismo en las elecciones tienen que decidir si están o no en la oposición. Muchas organizaciones de la sociedad civil también hacen oposición. Y hay medios de comunicación que hacen oposición. Y la población también hace oposición. ¿Y a qué hacemos oposición todos? A un régimen autoritario que se ha impuesto por la fuerza y en donde no hay justicia, hay impunidad y corrupción.

El desafío es cómo hacer oposición a un régimen así. Una gran cuota del poder que tiene hoy Ortega la tiene por haberse robado votos para tener en la Asamblea Nacional no una mayoría sino una aplanadora. No necesita consultar ni negociar con nadie. Con esa aplanadora pueden hacer una reforma constitucional. Y estoy segura que harán una reforma que le permita a Rosario Murillo suceder a Ortega. Teniendo esa aplanadora, ¿va a elegir Ortega a nuevos magistrados en la Corte Suprema de Justicia? No lo creo. Los va a dejar ahí e igual hará con otros altos funcionarios. Los dejará en sus cargos para que sigan amparados en su decreto ilegal de 2009. No va a cambiar a nadie, porque así no “alborota el avispero” y porque esas personas ya están probadas y se han alineado en las filas del Orteguismo. Ortega no quiere alimentar ambiciones conflictivas en su propio entorno.

Los más profundamente cuestionados hoy son los magistrados ilegales, ilegítimos y usurpadores que administran el Consejo Supremo Electoral. ¿Los va a cambiar Ortega? En noviembre toca celebrar elecciones municipales. La primera pregunta que debe responder la oposición que está en los partidos políticos es si va a ir o no a esas elecciones. Algunos partidos seguramente irán obteniendo beneficios y prebendas de parte del orteguismo. La única verdadera oposición política a la que hay que hacerle esa pregunta es a la que se reunió en la Alianza PLI. ¿Va a ir la Alianza PLI a esas elecciones?  

La Alianza PLI es la reunión de distintas fuerzas políticas que coinciden en la necesidad de restablecer la democracia en Nicaragua y que, fuera de eso, tienen grandes diferencias. En la Alianza está el Movimiento Vamos con Eduardo, que es un movimiento de centro-derecha y está el MRS, que es un partido político de izquierda. En la Alianza hay liberales que vienen del PLC, agrupados por Maximino Rodríguez en lo que él llamó Liberales por un Proyecto de Nación. Y hay liberales del Partido Liberal Independiente
Y también hay conservadores que dejaron el Partido Conservador. Y en la Alianza están Fabio Gadea y Mundo Jarquín, nuestros candidatos. Hay una gama de fuerzas políticas distintas.

El primer gran desafío para la Alianza PLI es mantenerse como alianza más allá del escenario electoral con dos objetivos centrales: restablecer la democracia y luchar contra la pobreza. No es sencillo porque hay diferencias, contradicciones y maneras distintas de ver las cosas. Y que esa alianza se mantenga unida dependerá de cómo reacciona en la práctica política, no en el discurso.  

¿Va a ir la Alianza PLI a las elecciones municipales? En el MRS pensamos que antes deben cumplirse condiciones mínimas para unas elecciones municipales transparentes y sin fraude. La primera condición es el cambio total de los usurpadores que conforman el Consejo Supremo Electoral.  Ir a elecciones con los mismos que organizaron y ejecutaron los fraudes de 2008 y 2011 es saber que iremos a un nuevo fraude. A mi juicio, eso no es aceptable porque ya estamos muy claros de lo que son capaces de hacer.

En el MRS creemos que además de cambiar totalmente a los magistrados del Consejo Supremo Electoral hay que despartidarizar la estructura electoral totalmente hasta desaparecer el actual control orteguista de todo el aparato electoral. Hay que cambiar a todos los magistrados usurpadores, sin dejar a ninguno, ni a propietarios ni a suplentes. Y cambiarlos a todos por personas independientes, honestas, capaces de actuar apegados a la ley  y que quieran a Nicaragua. En Nicaragua existen esas personas. En el Frente Sandinista existieron. En 1990, cuando el Poder Electoral lo dirigía Mariano Fiallos Oyanguren, un militante sandinista honesto, independiente y que quería a Nicaragua, no hubo fraude. En esa época el Frente Sandinista era un partido político revolucionario que no robaba elecciones. El Orteguismo es otra cosa: es una fuerza política que sí roba elecciones.  

Queremos un cambio total del aparato electoral. No creo que los nuevos nombramientos del Consejo Supremo Electoral deban obedecer a un pacto que asigne un número de magistrados al orteguismo y otro número a la oposición. Eso es  repartidera de cargos, igual a lo que hizo Alemán hace unos años. Algunos dicen que hay que aceptar eso, porque “algo es algo”. Pero lo que queremos es restablecer la democracia, no agarrar algo. Con magistrados orteguistas en el Consejo no haríamos nada. ¿Para qué nos servirían esos cargos que le dieran a la oposición? ¿Para denunciar lo que hacen? ¡Pero si ya tenemos denuncias del fraude que llenan salones! Aquí no hay que demostrar que el Orteguismo se roba las elecciones. Está más que demostrado. Aquí lo que hay es que lograr elecciones libres, transparentes, democráticas, donde las comunidades elijan a sus autoridades con transparencia. ¿La fórmula 4 + 3 nos lo garantiza? No. ¿Nos lo garantiza la fórmula 3 + 3 + 1? No. Ni cuotas ni pactos ni cambiar a unos orteguistas por otros orteguistas, porque eso no cambiaría nada ni le serviría al pueblo nicaragüense. Lo que necesitamos para lograr unas elecciones municipales transparentes y viables es cambiar totalmente el Consejo por personas independientes y honestas y cambiar las reglas del juego que convirtieron a Daniel Ortega en dueño absoluto de todas las juntas receptoras de votos. Ésa es la posición del MRS. Yo escuché decir ya a Eduardo Montealegre que tampoco el Movimiento Vamos con Eduardo, que él dirige, está de acuerdo en ir a elecciones con ese Consejo.

Cuando se haga la convocatoria para estas elecciones la Alianza PLI tiene que hacer pública su posición oficial. Esperamos que demande con toda claridad las condiciones mínimas necesarias para participar en unas elecciones verdaderamente libres, democráticas y transparentes. Si la Alianza PLI no participa por falta de verdaderas condiciones y garantías, el régimen de Ortega incrementará su crisis de legitimidad y no habrá manera de que pueda anunciar al mundo que ha realizado elecciones democráticas. ¿Le quedarán entonces a Ortega todas las alcaldías? Si no hay condiciones adecuadas, es claro que habrá de nuevo un enorme fraude y, como ya lo han anunciado, se quedarán con la totalidad de las alcaldías.  

El segundo desafío de la Alianza PLI es la participación de sus diputados en la Asamblea Nacional. Mucha gente de la que votó por la Alianza PLI no estuvo de acuerdo con que nuestros diputados ocuparan escaños en la Asamblea Nacional, considerando que así legitimaban el fraude electoral. Otra gente sí estuvo de acuerdo. Yo estuve de acuerdo. Evidentemente, los diputados de la Alianza PLI que estén sentados en la Asamblea tienen ante sí una prueba crucial. Porque todos los que estamos fuera de la Asamblea vamos a estar pendientes de qué es lo que hacen, de qué es lo que dicen y de qué es lo que no hacen. Y como la situación es tan crítica, los que estamos en la calle no vamos a admitir dualidades.

Los diferentes grupos parlamentarios que integran la Alianza PLI tienen que cuidar mucho su conducta en la Asamblea Nacional, su conducta pública y su conducta privada cuando ésta sea de naturaleza política. Ninguno de esos diputados llegó a su escaño con un cheque en blanco. Llegaron con un mandato popular a restablecer la democracia y a luchar contra la pobreza, porque eso fue lo que prometió el candidato Fabio Gadea. Tienen que mantener actitudes coherentes con los intereses populares y también con la sensibilidad popular

En una situación tan crítica como la que enfrentamos no son admisibles las dualidades. Lo único que es admisible es una oposición transparente, diáfana, clara, en defensa del restablecimiento de la democracia y de los intereses populares para luchar auténticamente contra la pobreza. Los 26 diputados de la Alianza PLI no son parlamentarios ordinarios. Cualquier devaneo o cualquier coqueteo o cualquier mini-arreglo de estos diputados con el Orteguismo resultará grave. Para ellos y para la Alianza PLI. Tienen que presentar iniciativas de ley que se orienten a conseguir el rescate de la democracia y una verdadera lucha contra la pobreza. Eso es lo que esperamos quienes estamos afuera. Y aunque Ortega tenga su aplanadora para impedir cualquier iniciativa de la Alianza PLI, esos diputados tienen que demostrar su voluntad política de qué es lo que quieren hacer por Nicaragua. Y no importará que el Orteguismo engavete sus iniciativas. A pesar de ese bloqueo, la Alianza PLI tiene que demostrar diáfanamente cuál es su voluntad en el campo político, en el campo económico y en el campo social. Queremos escuchar sus iniciativas, queremos que nos demuestren que están ejerciendo la representación que les dimos al votar por ellos. Esperamos que si llegaron a sentarse a la Asamblea es porque van a ser voceros de quienes están afuera y no tienen voz. Y esa vocería tiene que ser clara y contundente. Tienen un enorme reto, pero si el sombrero les queda grande, tienen que hacer que les crezca la cabeza. Porque uno tiene que crecer en la medida de los desafíos que se le presentan.

La bancada de la Alianza PLI tiene que hablar públicamente de cuál es su agenda parlamentaria. Hasta ahora no la hemos visto, tal vez porque apenas han empezado a trabajar. Pero queremos ver esa agenda.
Entiendo que están trabajando en eso y esperamos que en el corto plazo la presenten públicamente. Creo que una de las primeras tareas en esa agenda es investigar cómo Daniel Ortega y su familia se han convertido en un pulpo económico. El diputado Pablo Ortez, de la bancada de la Alianza PLI, preside hoy la Comisión parlamentaria de Probidad. Yo esperaría que él inicie una investigación sobre el pulpo económico de los Ortega-Murillo.

En la agenda de la Alianza PLI deben estar presentar iniciativas para acabar con los privilegios y prebendas que tiene la casta política de este país: salarios elevadísimos, megapensiones para los magistrados de la Corte Suprema, privilegios para los ministros, vehículos de altos funcionarios que andan en las calles sin placas, con escoltas, con sirenas, que mantienen sus casas con un resguardo policial con agentes que deberían estar resguardando los barrios populares.

Otro desafío de la Alianza PLI es construir una unidad anti-dictatorial, unificar a todos los que en Nicaragua estén contra la dictadura de Daniel Ortega. Para lograrlo no puede haber ni sectarismo ni intolerancia ni competencia de la mala. Tiene que haber espíritu patriótico y visión de largo plazo. La habilidad de sumar requiere de más inteligencia que la de restar. Sumar es más complicado que restar. Y la Alianza PLI está obligada a sumar a la totalidad de los nicaragüenses, a la totalidad de las fuerzas políticas y sociales, a la totalidad de todos los que se oponen a la dictadura del clan familiar Ortega-Murillo. Es un gran desafío construir esa gran unidad en un país donde predomina la desconfianza de unos hacia otros y donde el canibalismo político se ve a diario.  

¿Está el PLC en la oposición? Creo que el PLC está en duda sobre si hacer oposición o si hacer un refritito del pacto con Ortega, al que ya no le significan nada ni el PLC ni Alemán. El PLC tuvo un castigo durísimo en las elecciones, porque los resultados que los magistrados electorales le fabricaron al PLC ya tenían varias cucharadas soperas de votos que les regalaron. El PLC sacó muchos menos votos de los que dice el Poder Electoral que sacó. El castigo que el pueblo nicaragüense le dio al pactismo encarnado en Arnoldo Alemán fue durísimo. Hoy el PLC dice que están haciendo una reingeniería en el partido. Y vemos a un sector que ya corrió en busca de algunas prebendas y que le hace la corte al Orteguismo y otro sector que dice que no hay que ir a las elecciones municipales y que quieren que el PLC haga realmente oposición.

Yo creo que hay que sumar a todos los que quieren hacer oposición real, verdadera. ¿El APRE va a seguir siendo aliado del Orteguismo? Ésa es una decisión que ellos tienen que tomar. ¿El Partido Conservador va a seguir siendo aliado del Orteguismo o va a hacer oposición? Yo creo que si deciden hacer oposición hay que reunirnos con ellos para hacer oposición conjuntamente. ¿Y la ALN? Si quiere hacer oposición, bienvenida a las filas de la oposición. No es tiempo de reclamar quién es más culpable de lo que pasó. La posición nuestra, la del MRS, y la que creemos que debe ser la de la Alianza PLI, es convocar a la totalidad de quienes están dispuestos a hacer oposición a la dictadura desde todas las posiciones posibles. Nuestro deber es concitar una sola oposición que sea realmente plural invitando a todos a formar parte de ella. 

Un cuarto desafío de la Alianza PLI es mantener informada a la comunidad internacional de lo que pasa en Nicaragua, para que nadie se haga el que no sabe. Los grupos que integran la Alianza están obligados a mantener informadas a sus respectivas corrientes internacionales: los liberales a los liberales, el MRS a la izquierda, los conservadores a los conservadores. Para que fuera nadie tenga la excusa de no saber y de pensar que como Daniel Ortega le trae a la memoria el recuerdo de la revolución, ignore que hoy Ortega es un dictador. No podemos ser esclavos de esa memoria. La memoria de lo que vivimos en los años revolucionarios tiene que ser fundamento para liberarnos, no para esclavizarnos. Yo también me acuerdo de Daniel Ortega cuando luchábamos contra la dictadura de Somoza, pero no me acuerdo que hayamos luchado para enriquecer a su familia. Yo no corrí riesgos ni arriesgué mi vida para cambiar una dictadura por otra. Para muchos, que tienen el Sandinismo en el corazón, ha sido difícil reconocer que lo que hay actualmente en el Frente es sólo Orteguismo. Pero tienen que abrir los ojos. Porque el Orteguismo no es Sandinismo. El Orteguismo es una aberración parasitaria de lo que fue el Frente Sandinista.Y Sandino debe estar sudando sangre porque éstos usan su nombre en vano.  

También hay otros desafíos para la oposición política, y esos desafíos están fuera de la Asamblea: están en la calle, en las reuniones, en el trabajo con la gente, con las comunidades. El ámbito de la movilización política es muy amplio. También, como ciudadanía, tenemos el desafío de expresar oposición. Y la obligación de la oposición política es articular a la ciudadanía opositora en una plataforma y en una organización para luchar.

Tenemos que movilizarnos como pueblo si queremos sacudirnos este régimen. Este régimen no tiene mayoría en el pueblo. Y esa mayoría del pueblo que no está de acuerdo tiene que decirlo, de la manera que sea, con los medios que tenga a mano, tiene que oponerse de la forma que encuentre: hablándolo con sus vecinos, en su grupo, en el trabajo y en la calle cuando haya que salir a la calle…Nunca en silencio. Porque el silencio es el principal cómplice de las dictaduras. El éxito de una dictadura es lograr que todo el mundo se calle, que ya no diga nada, que ya no hable. El éxito no es rajarle la cabeza a alguien, sino no tenérsela que rajar porque ese alguien guardó silencio. El éxito no es apretarle el pescuezo a un periodista, sino no tener que apretárselo porque el periodista se muerde la lengua. Tenemos que hablar en donde sea, con quién sea y como sea. Y tenemos que hablar todo el tiempo. Hasta que acabemos con este régimen.

El Orteguismo nos quiere insensibilizar, nos quiere acostumbrar a todo lo que hace, empezando por esa locura que es tener encendidos en Managua una docena de árboles de Navidad el año entero. ¿Nos vamos a habituar a lo que hacen? Eso es lo que quieren. Que nos habituemos primero a los árboles de Navidad, después a los discursos seudoreligiosos y después a todas sus arbitrariedades, incluso que lleguemos a creer lo que ellos quieren que creamos: que gobernarán por cuarenta años.

Nuestros desafíos como personas, como ciudadanos y ciudadanas, son tan importantes como los desafíos de los diputados de la Alianza PLI. Y lo primero que debemos hacer es no insensibilizarnos, no habituarnos, no dar por sentado que “así es y así va a ser”. Nuestro desafío es ser revolucionarios, en el sentido más profundo del término: no aceptando lo que nos quiere imponer este clan familiar. Y está claro: si hoy hay una familia gobernando el país, es lógico que el “caudillito” municipal quiera hacer lo mismo, y lo haga, en su municipio. El caudillismo se contagia. A eso tampoco podemos acostumbrarnos. Es cierto que Bolaños hacía lo mismo, que ponía a sus parientes. Y que Alemán también lo hizo. Pero no debemos acostumbrarnos a que si antes se hizo se siga haciendo y justificar que se seguirá haciendo así.

Francamente, creo que este régimen tiene vida corta. El Orteguismo inicia ahora herido de muerte. Por su crisis de legitimidad. Porque no tiene mayoría en el seno del pueblo. Si la hubiera tenido, no hubiera tenido que robarse las elecciones. Porque se va a enfrentar a problemas económicos, unos fruto de su propia responsabilidad y otros por la crisis económica internacional. Tiene vida corta porque estamos en el Siglo 21. Porque las comunicaciones funcionan de otra manera. Porque no pueden controlar todo lo controlable. Porque ya nadie puede controlarlo todo aunque quiera. Las movilizaciones árabes para derrocar dictaduras lo demuestran. No podían controlar los mensajes en los celulares. La sociedad nicaragüense ha cambiado. Los jóvenes nicaragüenses ya son otros jóvenes. 

También tendrá vida corta porque tiene contradicciones en su seno. En los cinco años anteriores el Orteguismo ha estado volándole la cabeza a los más viejos militantes que fueron del Frente Sandinista. Y ahora, de cara a las elecciones municipales, estamos viendo un movimiento de gente en el Frente que reclama elecciones primarias para seleccionar las candidaturas. El reclamo por las elecciones primarias en tantos municipios es otra señal de que el régimen tiene vida corta. Indica que entre la gente que está bajo la égida de Ortega hay un sustrato que quiere democracia y que en algún momento va a actuar.

Hay quienes conservan principios del Sandinismo y están aún en el Frente. Ahora reclaman elecciones primarias. Deben reclamarlas. Es sano que las reclamen. Y deseo francamente que les vaya bien. Pero deben recordar que fue por reclamar primarias que sacaron del Frente a Herty Lewites, a Víctor Hugo Tinoco, a Mónica Baltodano, que fue por demandar la democratización del Frente que nos separamos del Frente. A todo al que ha demandado democracia en el Frente lo han sacado. Por eso no toleran al MRS. Tres veces al menos desmantelaron toda nuestra organización territorial, dos veces nos han quitado la personería jurídica, las dos veces cuando íbamos a participar en elecciones municipales. Apostando siempre a la muerte del MRS. Pero ni nos mataron ni el MRS se murió. Creyeron que nos iban a desaparecer. Pero el MRS es una realidad en Nicaragua, cada vez más consistente y más fuerte. Y lo va a seguir siendo. Porque representa una opción de izquierda sandinista, una opción que ya no está en el Frente, mucho menos en el Orteguismo. Por eso le temen al MRS. Y tienen razón al temernos. 

¿Y si la oposición no está a la altura de sus desafíos? Siempre habrá una fuerza que estará a la altura. Hay quienes dicen que en Nicaragua no hay oposición. No es cierto. Sí hay oposición. Oposición somos todos los que nos oponemos a lo que está sucediendo. Oposición verdadera ha sido la Alianza PLI. Ahora, cerrado el escenario electoral en el que nació la Alianza, el liderazgo político de la Alianza PLI tiene que responder al desafío de convertirse en la fuerza que organice, que movilice, que represente, que nos articule en una plataforma de lucha. Y debemos demandárselo. Si no está a la altura, no faltarán liderazgos que asuman ese papel.

No hay razón para desmoralizarse. Se habla de la pasividad de la población nicaragüense. Es una percepción falsa. Hay que entender que ningún grupo social se mantiene en movilización permanente. La gente se moviliza, descansa, se vuelve a movilizar, recupera fuerzas…Así operan las sociedades. Ninguna sociedad está en movilización permanente. Yo creo que Nicaragua es una sociedad bastante movilizada, mucho más movilizada de lo que lo que lo era durante la dictadura somocista, cuando la sociedad estaba muy desorganizada. Lo que pasa es que todo el mundo se acuerda solamente del último año y medio de la dictadura y se olvidan de los años anteriores, cuando sólo se movilizaban los estudiantes universitarios y se movilizaban sólo unos poquitos.

Creo que hoy estamos en una primera etapa de movilización tras enfrentar el fraude. Y que ahora entramos en la nueva realidad que nos dejó el fraude. Y en esta nueva realidad veremos mucha movilización social. Y ya la empezamos a ver. Vemos, por ejemplo, a los taxistas, y a las mujeres taxistas, demandando con firmeza la destitución de Francisco Alvarado, quien es el representante y ejecutor de la familia Ortega-Murillo en el negociado del transporte. Ésa es una protesta social, una movilización social. Y el reclamo de los militantes del Frente contra la imposición de candidatos también lo es. Todos los días estamos viendo brotes de protesta en una sociedad que comienza a reclamar reivindicaciones específicas y que se enfrenta siempre a diversas expresiones de la dictadura que le está oprimiendo y cercenando derechos y oportunidades. Todas son movilizaciones contra la dictadura. Probablemente la gente no les ponga ese nombre, pero lo son. Porque se oponen a los tentáculos de la dictadura que hacen daño a los distintos sectores sociales. Ese nivel de movilización lo vamos a ir viendo crecer, cada vez con más fuerza.   

Movilización social ya estamos viendo. La movilización política tiene sus tiempos y sus momentos. ¿Qué cientista político tenía en su agenda los cambios en el mundo árabe? En un año varios países pasaron de una  aparente pasividad social a un hervor que derrocó regímenes totalitarios de décadas. Eso mismo pasó en Nicaragua. Hasta mediados de l977 la oposición era minoritaria. Quién iba a decir que sólo año y medio después Somoza iba a estar agarrando un avión y huyendo de Nicaragua…Nadie. La gente se mueve en un momento y por una chispa. Esta dictadura dinástica no va a durar mucho. Tiene un corto trecho de vida. Y mucha gente que no se moviliza hoy lo hará mañana.

A veces me dicen en la calle: “¿Ya está lista usted para la lucha armada?” Y yo les digo en broma: “Yo ya estoy vieja, ¡andate vos que sos joven!” Uno nunca está tan viejo como para no luchar, pero debo decirles que nosotros estamos completamente en contra de la lucha armada. Y no porque no haya motivos. Vayan al área rural y verán cómo se siente la gente: reprimida, amenazada, intimidada, acosada, huyendo de sus comunidades…

Y es cierto que hay alzados en el área rural. En Nicaragua no es difícil alzarse, en Nicaragua no es difícil organizar una lucha armada. En Nicaragua hay armas y balas enterradas por todos lados. Y sobra base social. Y experiencia hay de sobra. Porque de los 40 años para arriba, el que menos estuvo, estuvo al menos en un combate y en una organización militar. Ni siquiera hay que entrenar. Organizar aquí la lucha armada es fácil. Pero no es eso lo que necesitamos en este momento. El país tiene que romper el círculo vicioso de regímenes autoritarios que se encaraman y a los que hay que bajar a tiros. A éste tenemos que bajarlo a punta de movilización, a punta de una oposición cívica y política contundente.

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