Atilio Borón
Publicado el 12 Febrero 2012 - En MONCADA
Fidel en el encuentro con los intelectuales. Foto: Alex Castro
Aprovechando la presencia de un numeroso grupo de intelectuales
(latinoamericanos y caribeños, amén de algunos europeos y
estadounidenses invitados para participar en la Feria del Libro de La
Habana) Fidel los convocó para intercambiar ideas sobre la actualidad
internacional.
La reunión dio comienzo poco después de las 13 horas del viernes, en
una sala del Palacio de las Convenciones de La Habana y, retomando un
viejo hábito del líder histórico de la Revolución Cubana, se extendió
hasta bien pasadas las 22 horas.
Flanqueado por el Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, y Zuleika
Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, el Comandante
demostró, a lo largo de algo más de nueve horas, que su privilegiado
cerebro conserva todos los atributos que le dieron justa fama.
Animados por Prieto, los participantes pidieron la palabra luego de
que se invitara a Ignacio Ramonet a que abriera fuego con un análisis
sobre la situación del periodismo en el mundo actual.
Fiel a su costumbre, Fidel escuchaba atenta y respetuosamente cada una
de las intervenciones, anotaba sus impresiones y con delicadeza
lanzaba incisivas preguntas a los expositores, en lo que Frei Beto
calificó como un ejemplo del riguroso "examen de conciencia" que los
jesuitas la habían inculcado como norma a Fidel en su juventud.
Cuando Érika Silva, Ministra de Cultura del Ecuador expuso la
propuesta de Rafael Correa de no explotar el petróleo que yace bajo la
maravillosa reserva natural de Yasuni-ITT a cambio de una compensación
parcial de los países desarrollados, el Comandante preguntó: ¿cuántos
kilómetros cuadrados, en que parte de la Amazonía, cuántos barriles
hay, cuánto exige el gobierno, qué gobiernos han respondido, con
cuánto?
Su pasión por la exactitud, esa que lo llevó a calcular
milimétricamente los hombres, armas, municiones y vituallas que podía
llevar el Granma, sigue intacta desafiando el paso de los años. Cuando
Santiago Alba Rico, "norafricano por adopción", habló sobre la
situación de Túnez Fidel lo escuchó y luego preguntó: ¿qué produce
Túnez?
Cuando Alba Rico respondió que uno de los principales productos de
exportación era el fosfato, la réplica fue una nueva serie de
preguntas: ¿cuánto exporta, dónde están los yacimientos, qué otras
cosas produce, cuál es la situación del proceso revolucionario,
quiénes le abastecen de petróleo?, intercalando en su interrogatorio
observaciones de su cosecha acerca de los principales productores
mundiales de fosfato, los usos alternativos de ese recurso, y se
divertía cuando se le decía que el aceite de oliva de Túnez era el
mejor del mundo y que fabricantes italianos y españoles lo compraban a
granel para luego exportarlo como si fuera propio. Todo este
intercambio de informaciones puntuales se daba en un clima en el cual
Fidel, además, hacía gala de su agudo sentido del humor.
Lo del viernes pasado había tenido un anticipo cuando una semana antes
prolongó durante unas seis horas la presentación del fascinante libro
de Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro. Guerrillero del Tiempo.
Ahora volvía a las andadas tomándose todo el tiempo del mundo para
pasar revista a la situación internacional y demostrando una vez más
su meticuloso seguimiento de los principales asuntos mundiales.
Imposible reseñar la veintena de intervenciones que abordaron los más
diversos temas y que suscitaron sus incisivas observaciones: desde las
posibilidades abiertas por la Internet y las nuevas tecnologías de la
comunicación (especialmente la telefonía móvil y la televisión
satelital) para potenciar las luchas revolucionarias hasta los
peligros que entraña el férreo control que el imperio pretende ejercer
sobre esas tecnologías, pasando por las amenazas que se ciernen sobre
la sobrevivencia de nuestra especie (que Fidel proféticamente
denunciara hace veinte años en la Cumbre de la Tierra celebrada en
Río), hasta la situación política de diversos países, el devastador
"monocultivo de las mentes" (Pérez Esquivel), la necesidad de una
tricontinental de las ideas, la búsqueda frenética de nuevas fuentes
de energía, la devastación producida por el extractivismo de la
megaminería, el monocultivo y la destrucción de los bosques nativos,
la crisis del agua y, como no podía estar ausente, la delicada
situación en Medio Oriente y las terribles consecuencias que podría
desencadenar un ataque a Irán, un país de 74 millones de habitantes
acosado por Estados Unidos, su gendarme israelí armado con unos 300
cohetes nucleares y las viejas potencias colonialistas europeas.
Temas tales como las nuevas tecnologías de la guerra, el origen del
universo y las teorizaciones de Stephen Hawking al respecto y la
posible destrucción del planeta tierra por el carácter inherentemente
predatorio del capitalismo y la voracidad del imperialismo se
mezclaban con análisis puntuales en todos los cuales era imposible
sorprender a Fidel desinformado. Tuvo un momento para también
referirse a la situación de las Malvinas, diciendo que "con su actitud
Cameron le ha hecho un favor a la Argentina y toda América Latina. Los
ingleses no tendrán más remedio que negociar y luego irse."
Cuando al cabo de seis horas -interrumpidas por un breve intervalo- a
pedido de los médicos de Fidel Eusebio Mujal León, el brillante
historiador de la ciudad, propuso que se diera por concluida la
reunión el Comandante quiso saber cuántos estaban en la lista de
oradores y contrariando la sugerencia de sus médicos dispuso que se
hiciera un breve receso para luego retomar el encuentro y poder
escuchar a todos. Se procedió de ese modo solicitándosele luego a Frei
Beto un comentario final en donde el dominico brasileño agradeció en
nombre de los presentes la paciencia y la capacidad de escuchar y
dialogar puesta una vez más en evidencia por Fidel.
Parecía que era el final, pero no: el Comandante agradeció la
intervención y, ante el asombro generalizado por el entusiasmo y la
vitalidad del anfitrión, el incansable guerrillero dijo que quería
compartir con los presentes algunos cables que le habían llamado la
atención en los últimos tres días. No sólo eso: lo que siguió fue un
fascinante análisis de la coyuntura geopolítica internacional, rica en
matices y detalles, y una convocatoria a no bajar los brazos en la
lucha por la justicia, la dignidad, la libertad y la democracia.
Aludió así a una pregunta que había quedado flotando en el ambiente,
acerca de si los desafíos planteados por una situación tan peligrosa
como la actual nutrían el pesimismo o albergaban todavía algún soplo
de esperanza.
La respuesta de Fidel fue coherente con su trayectoria: "aunque nos
digan que al planeta le quedan apenas diez años de vida" -señaló con
enjundia- "nuestra deber es seguir luchando hasta el fin." Dicho esto
se marchó, dejando entre quienes tuvimos la fortuna de asistir a una
tan inesperada como increíble remake histórica la sensación de que
Fidel y el tiempo, esa deslumbramiento que comparte con Hawking, eran
viejos amigos y que a diferencia del común de los hombres lo podía
recorrer para adelante y hacia atrás a su antojo. El viernes el
Quijote del Caribe decidió volver sobre sus pasos y regresar treinta o
cuarenta años atrás. Y lo hizo con la frescura y la agilidad mental de
siempre, como si el tiempo no hubiera pasado.
Dr. Atilio Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a
Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina
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