Para
que el poder Judicial prevarique. Esa es la cadena como se maneja el poder
absoluto del señor Presidente inconstitucional, conseguido tal y como dijo
Tomás Borge Martínez al inicio de la campaña de la reelección inconstitucional.
“Haremos todo lo que se tenga que hacer, pero el FSLN orteguista no entrega el
poder.” Y del dicho al hecho, hicieron todas las tropelías que se tenían que
hacer y ahora está sentado en la silla del poder, el dictador del siglo XXI.
Pongamos
en práctica la secuencia que tiene por título este escrito y nos encontramos
con que el Presidente Ortega envió la orden a la Asamblea Nacional, para que se
aprobara la ley que castiga la violencia y los abusos contra la mujer. La ley
se aprobó por unanimidad y no habían empezado el procedimiento para darla a
conocer, cuando ya se estaba violando esa ley con una mujer que anda en busca
de justicia para que castiguen a su esposo por abusos contra su dignidad. El
juez que se negó a recibir la acusación por abusos y violencia intrafamiliar en
contra de uno de los “intocables” que
reptan a los pies del dictador, se rindió ante las amenazas proferidas por un
“profesional” del micrófono, que dijo, “hay de aquel juez que se atreva a
acusar al chocolatito González. Que se atreva, que se atreva.” Y no se atrevió,
para vergüenza de la Ley y desencanto de la dama afectada, que quedó en total
indefensión.
Tomás
Borge Martínez por lo menos es una pieza vetusta del museo de nuestra historia,
pero Enrique Armas es un perfecto desconocido que ni siquiera se destaca en su
oficio de locutor deportivo, sin embargo, se da el lujo de amenazar a los
jueces y para sorpresa de todos, estos obedecen las amenazas del liliputiense
hablador.
El
resultado de esa aberración jurídica es que la señora Raquel Doña se quedó sin
justicia, mientras Román González goza de la protección del gobierno y se
apresta a repetir sus “hazañas” fuera del cuadrilátero incentivado por el
locutor que tiene la potestad de impedir que los jueces cumplan con su deber.
Esas
son las cosas insólitas que ocurren en Nicaragua y que nos presentan como
trogloditas ante el mundo. La ley solo sirve para ser violada a favor de los
amigos íntimos del régimen orteguista y también para reprimir a todos aquellos
que se le crucen en el camino al dictador para obstaculizarle su mala costumbre
de violar la Carta Magna.
Al
decir adiós la UE y el Congreso de los Estados Unidos poner en duda el
otorgamiento del waiver, los nubarrones del racionamiento empiezan a oscurecer el cielo nicaragüense y
los clarines de las sanciones económicas contra nuestro país empiezan a tocar
la balada de la escasez.
El
Presidente Ortega debe comprender que su política nacional pone en serio
peligro a su pueblo, por lo que debe escuchar las voces de los que claman desde
la llanura arrasada por el desempleo y el hambre.
Jorge
J Cuadra V
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