Juan Ramón Flores
Si bien es cierto que el poder y el dinero (mal habido por supuesto) unen a la gente en torno a un caudillo, cuando ese dinero no fluye parejo hacia abajo genera malestar y lo que estamos observando a lo interno la organización política de Daniel Ortega es eso, una pugna por cargos, por puestos, por mazorcas, por machigüe como dicen algunos. Un liderazgo caudillista solo puede reproducir caudillismos hacia abajo, a como el caciquismo solo reproduce caciques en cada localidad, el árbol de mango solo da mangos, el de jocotes, solo jocotes. No se puede esperar que el árbol de Nancite dé naranjas. Esperar que surja un proceso democrático dentro de una estructura caudillista y personalista como la creada desde 1991-1994, cuando desapareció el FSLN histórico, es ilusión, pura y simple.
La pugna interna dentro del orteguismo refleja también una confrontación de dos grupos de interés claramente definidos, uno (los “rojinegros”) conformado entre viejos militantes que educados en el fanatismo nunca pudieron escapar a esos esquemas y rituales rígidos, mismos que les impiden distinguir entre los intereses personales del grupo mafioso que dirige y los ideales políticos que dicen sustentar, lo que hace que al final terminen justificando cualquier barbaridad de su dirigencia “en nombre del partido” que por demás no existe como y permanecen abrigados bajo el manto de una falsa disciplina que los mantiene atados como un can a su amo; cualquier acto de “indisciplina” es como traicionar al caudillo, al Capo de la organización.
Dentro de este sector “rojinegro” no existe la más leve señal de nobleza con que durante un tiempo pretendieron actuar y engañar a muchos, pues bajo esa misma “disciplina” justifican cualquier barbaridad de su liderazgo, y bajo la misma también actúan como animales cuando reciben orden de matar, apalear, golpear o impedir a grupos cívicos ejercer su derecho a expresar libremente su opinión en las calles, igual que lo hacían los fascistas de Hitler, Mussolini y Stalin.
En estos tiempos, desaparecida la nobleza, lo que subsiste es una inmensa ingenuidad, ignorancia, oportunismo y algo de romanticismo de quienes aún creen que el FSLN histórico sigue existiendo pese a todas las evidencias de su desaparición; no se han percatado o no quieren aceptarlo, que dicho partido tras su desaparición fue sustituido (con los mismos símbolos y colores) en una organización controlada por una mafia que maneja la organización política al más puro estilo del crimen organizado. Así lo han demostrado cuando han estado en la oposición, sacando provecho de la blandenguería y el personalismo caudillista de Toño Lacayo, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, y lo han confirmado desde el poder con los fraudes electorales del 2008 y 2011.
El otro grupo (los rosadochamucos) son una manada de oportunistas de todas las edades sacados en su mayoría del lumpen proletariado, a quienes se le suman oportunistas de todas las condiciones sociales que han encontrado en los desvaríos de Rosario Murillo (misma Jiang Quing) la vía para la solución de sus problemas económicos inmediatos, pues es ella quien dirige y controla los fondos provenientes del petróleo venezolano y que roban al erario público para consolidar negocios personales y familiares y encubrirlos con acciones de mendicidad y clientelismo político; es tanta la plata y tan pequeña nuestra economía que a este sector se han sumado importantes sectores de la economía que cegados por los petrodólares ven antes que todo el buen negocio que significa mantener un buen vinculo el actual régimen de facto.
Al final, la pugna de poder entre rojinegros y rosadochamucos se limita al control territorial por la distribución de recursos, seguramente como algunos lo expresan, siguen esperanzados en que se hará consultas a las bases para superar el conflicto, vía falsos congresos o congresos falsificados por razones meramente tácticas, pero ambos grupos disciplinados y fanáticos al fin, acatarán la solución que provenga del caudillo y su consorte para mantener controlados a los bandos que ambos controlan, pues saben que la expresión de ideas libres entre grupos mafiosos se paga caro. No hay tal molestia por “dedazos”, si un orteguista está molesto es porque está viendo que otros “agarran” más que él, esa es la nefasta herencia de la piñata, la cultura utilitaria que hoy convertida en merienda de..…se repite con petrodólares y que después pagaremos todos con nuestros impuestos, como los BPI.
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