Víctor
Tirado López
Recordar a los jóvenes que dieron su vida y a
otros que sobrevivieron a la lucha contra la dictadura en los años 60` del
siglo pasado, es revelar una experiencia clave que las nuevas generaciones no deben
ignorar. Aquella lucha y las condiciones en que se libró, es inseparable de la historia
de Nicaragua.
Aquella lucha fue continuación del largo proceso
contra regímenes nicaragüenses impuestos por las intervenciones norteamericanas.
La última etapa fue contra el somocismo,
y la iniciaron jóvenes del campo y de la ciudad en Bocay, Caratera, Pancasán,
Zinica. Igual reflejaban las reivindicaciones
económicas y sociales en el sector agrario contra el latifundismo de origen colonial
y por un nuevo sistema de salud y de educación; por la honestidad administrativa.
Fue
eslabón del mismo proceso, y la lucha armada se planteaba como continuación de una
tradición histórica. Para Fonseca, la lucha armada no era extraña a la cultura
militar de la oposición, que conquistaba el poder con movimientos militares, o golpes
de Estado.
Fonseca vio al movimiento guerrillero como
continuación de la gesta de Sandino; no fue la revolución cubana la que forjó
nuestro movimiento; ese triunfó, desde
luego, enriqueció la lucha, pero lo que le dio fuerza a su pensamiento fue la
experiencia de la lucha armada nicaragüense. Su mérito fue construir un
organismo con un sentido de insurrección distinto, que consistía en el cambio
económico-social bajo un nuevo sistema, una respuesta socialista después del
derrocamiento de Somoza.
Desde sus
primeros pasos, el FSLN encuentra apoyo en las juventudes trabajadora, campesina
y estudiantil que no vacilaron en realizar hazañas sin la experiencia debida. Recordemos
que eran años la Guerra Fría, de la coexistencia pacífica y las contradicciones
soviético-chinas, que dividían la lucha de los
pueblos por su liberación nacional y contra las dictaduras. En
Latinoamérica había discusión sobre las condiciones objetivas y subjetivas para
la lucha armada. Ahí surge un nuevo ensayo sobre la revolución; el Che Guevara pensaba
que no eran necesarias las dos condiciones: la lucha armada creaba las
subjetivas, y las objetivas ya estaban dadas.
Lo que
nos hace rememorar todo esto, es la situación de un combatiente histórico que se
encuentra sin ayuda y a punto de quedar ciego: hablo de Sergio García
Baldelomar, apodado “China Roja” dentro
de las filas del Frente de Liberación Nacional, posteriormente Frente
Sandinista de Liberación Nacional, que él ayudó a construir en 1963.
Sergio
formaba parte de los jóvenes que le dieron vida al FSLN, y a la estrategia del
movimiento armado. Él opinaba en discusiones bilaterales y de grupo sobre la
coyuntura mundial y las contradicciones táctico-ideológicas,
y estuvo a favor de China.
Entre 1960/61,
Jorge Navarro, del Partido y de la Juventud Socialista, participó en el festival
mundial de las juventudes en Irak,
y regresó con la idea de formar el Frente de Liberación Nacional y usar las
armas para llevar adelante los cambios sociales. Con Navarro se contactaron, a través de Germán
Palacios, los hermanos Rolando y Adrián Roque, y los hermanos José Benito e
Inocente Escobar. A ellos se unieron Sergio Narváez Guerrero, Sergio García
Baldelomar, Guillermo Mejía, Edmundo Narváez, Alejandro Mora, Augusto Tercero y
Alfonso Gómez Borge. ¿Y quien puede olvidar a Jacinto Baca Jerez?
En 1964,
caen presos Carlos Fonseca y su hermano de lucha, como dijera en el folleto “Desde
la cárcel yo acuso”, el ex mexicano Víctor
Tirado. Entonces se alzó en armas una nueva generación: Francisco Moreno, Jorge
Guerrero y Manuel Pérez. Todos fueron puente para quienes más tarde reivindicaron
a Sandino.
En
1962, Fonseca Amador se dedicó a organizar la lucha armada del FLN, y se planteó
buscar aliados naturales como el Partido Socialista, por su organización y sus
relaciones internacionales. Pero llegó a la conclusión de que al PSN podía conducirlo
a errores su apego a la estrategia de la coexistencia pacífica de la URSS.
En Latinoamérica había una discusión de
muchos años sobre las condiciones objetivas y subjetivas para la lucha armada,
que resultó infructuosa. Y, definitivamente, triunfó la estrategia del FSLN.
El rescate inicial de Sandino recae sobre sus
combatientes Ramón Raudales y Santos López, entre otros; pero ese rescate se convierte en
estrategia, cuando la Juventud Patriótica Nicaragüense, el Movimiento Nueva Nicaragua
y el FLN, organizaron mítines en su memoria y a la vez, llamaban a la lucha
armada contra Somoza.
La
participación de Sergio García Baldelomar, en la fundación del Frente
Sandinista y la lucha contra la dictadura está llena de acciones y de aportes a
la estrategia. Otros dejaron su vida. Él, como dijimos, se encuentra en precario
estado de salud, y se le recomienda un servicio especializado en glaucoma, y según
diagnóstico médico, uno de sus ojos aún puede
salvarse.
Este
es un primer intento de proyectar a los forjadores del Frente Sandinista, que están
olvidados por ese organismo ahora oficialista.
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