Si hay nicaragüenses que a estas alturas duden del manipuleo partidario de la justicia a favor del jefe máximo del orteguismo, solo tienen que leer las declaraciones del magistrado orteguista de la CSJ, Francisco Rosales Arguello, que con tal de mantenerse en el círculo de los 300 puntos del servilismo, no le importa denigrarse como jurista, ni como magistrado de la CSJ. Para todo tiene una respuesta chapucera a flor de labio, por aberrante que sea, para defender las violaciones continuas del Presidente Ortega contra la Constitución de la República.
Agradezcan los periodistas nicaragüenses que solo han asesinado a cuatro de ustedes, muy lejos de los asesinados en México y Honduras, dijo con su usual sarcasmo el magistrado de marras, reforzando el dicho general de que Nicaragua es el país más seguro del triángulo del norte. Además, razona la muerte de dos de los cuatro periodistas asesinados. La joven periodista, María José Bravo, dice el magistrado Rosales, fue víctima de una carambola a cuatro bandas, antes que la bala mortal extinguiera su vida. Y si se trata de Carlos Guadamuz, en una época la pluma más mortífera al servicio del FSLN y plumífero principal de Daniel Ortega, el noble tribuno Rosales Arguello, dice que nunca se supo quien hizo los disparos mortales, todo para justificar la impunidad de quien los hizo, olvidándose de la hazaña del joven hijo de la víctima que se enfrentó con el sicario y permitió que lo capturaran.
Quien va a tener deseos de someterse a una justicia manejada por magistrados como Rosales Arguello, que están al servicio de la dictadura orteguista de una manera como jamás se había visto antes, ni siquiera en el somocismo.
En esa corte suprema no existe ni la dignidad profesional, ni el decoro imparcial que todo juez debe de tener. Lo que existe en ella es una entrega total de las dos bancadas judiciales al poder dictatorial del Presidente de la República. Orteguistas y arnoldistas coludidos en el imperio de la injusticia a favor de sus respectivos caudillos sin el menor asomo de vergüenza, ni de escrúpulos.
“La Constitución es inconstitucional,” dijo el egresado de La Sorbona de París, haciéndose ipso facto seguro candidato al premio Nobel de la Justicia, si este premio existiera. ¿Cuántos años de magistrado en funciones le va a significar esa aberración jurídica? Los que tu imaginación pueda contar, porque además ese fallo es la base de todos los nombramientos de facto que hay en el Estado.
Sic transit gloria mundi, magistrado Rosales. Después viene la cuenta que la vida nos pasa a todos los que caímos en el pecado de la soberbia, de la avaricia y de la ambición desmedida. Solo espere que le llegue su sábado de pesadilla y entonces sabrá cuan breve es el momento del placer y del poder.
Cuando Rosales les perdonó la vida a los periodistas nicaragüenses, se merecía una embestida feroz de parte de la prensa nacional, pero esta optó por salvarle la vida al magistrado bocón. ¿Acaso se trata de eso la profesión del periodismo? A veces parece que lo que ciertos periodistas quieren hacer es alejar la verdad de los hechos. Otra cosa es cuando un diario se lanza al periodismo investigativo, en donde no preguntan sino acusan, llenando las expectativas de un pueblo que está cansado de ser engañado. Allí es cuando el periodismo nacional se llena de gloria.
Jorge J Cuadra V
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