Nicaragua ha despertado recientemente el interés de dos importantes publicaciones internacionales. El diario español El País dedicó este lunes su editorial a la crisis política que atraviesa Nicaragua, centrándose en la inconstitucional candidatura del presidente Daniel Ortega, pero también en la irregular administración del proceso electoral, que para los editorialistas del diario hace que esta sea una elección con las “cartas marcadas” a favor del Frente Sandinista.
Por su parte, el prestigioso semanario británico The Economist publicó el pasado 27 de agosto unanálisis sobre el pragmatismo económico del Gobierno de Ortega, quien mientras mantiene un fuerte discurso socialista, hace campaña de su inconstitucional candidatura y viola la independencia de los poderes del Estado, corteja "a los peces gordos del mundo capitalista”, a quienes ofrece incentivos para que inviertan “en la república socialista”.
Tanto El País como The Economist centran su atención en la que ha sido la base económica que ha permitido a Ortega desarrollar en el país su proyecto político: la cooperación petrolera que le entrega su colega venezolano Hugo Chávez, hoy en tratamiento médico a causa del cáncer que padece.
La ayuda de Chávez
Según el diario español, Ortega “representa más bien un neosandinismo por las escisiones y defecciones que ha sufrido su partido, el Frente, desde que acabó con la dictadura de Somoza, optó en 2007 por ponerse bajo la advocación del venezolano Hugo Chávez, al que ha seguido con fidelidad bien remunerada por el crudo a precio de amigo”, explica El País en su editorial.
“En imitación de su mentor, Ortega trata ahora también de eternizarse en el poder. Y así es como obtuvo en 2009 un dictamen de la Corte Suprema, de mayoría sandinista, que declaraba inaplicable el artículo 147 de la Constitución -el que establecía aquellas limitaciones- invocando el supremo poder "que reside en el pueblo". El presidente recurría de esta manera a enmendar subrepticiamente la Constitución porque no tenía los escaños necesarios para hacerlo en la Asamblea Nacional”, resalta el editorial.
The Economist, por su parte, destaca que la alianza entre Chávez y Ortega ha permitido a eéste último impulsar programas clientelistas que le han valido el apoyo de amplios sectores sociales: techos de zinc, bono productivo, subsidios al transporte público. Sin embargo, el semanario económico destaca que parte de la ayuda venezolana va a parar a las arcas de la empresa mixta Albanisa, que “a menudo” invierte esos fondos de manera “opaca”, adquiriendo hoteles como el Seminole (“donde la bandera venezolana se cuelga en el vestíbulo”) o medios de comunicación. Tal dependencia de Ortega hacia Chávez, lleva al semanario británico a preguntarse qué pasará si ayuda se cortara. Y es ahí donde entra el pragmatismo de Ortega, según The Economist:
“Esta alianza ha ayudado a proteger a Nicaragua de la crisis en los Estados Unidos. El año pasado la economía creció más rápido que la de cualquier otro país en América Central, aparte de Panamá. Pero la oleada de interés en cortejar a otros capitales extranjeros sugiere un deseo de diversificar. El presidente de Venezuela y su economía están mal, si la salud de cualquiera se deteriorarse aún más, Nicaragua tendrá otros amigos. Ortega, quien fue presidente de Nicaragua durante los últimos estertores de la Unión Soviética, sabe muy bien lo que es perder a un hombre rico”, explica el semanario.
Tanto El País como The Economist hacen referencia a los golpes que el mandatario ha dado a la débil institucionalidad del país, incluyendo su fuerte influencia en el Consejo Supremo Electoral (CSE), encargado de administrar las elecciones de noviembre. The Economist recuerda que los tribunales nicaragüenses están entre los menos independientes del mundo, y menciona un informe del Foro Económico Mundial que en ese sentido sitúa a Nicaragua en el puesto 132 de 139 países.
Sin embargo, el semanario destaca que para los inversionistas pesan más las cuestiones relacionadas a la infraestructura que la corrupción y gobernabilidad, aunque destaca que “empresas más pequeñas, como los hoteleros y la industrias de capital intensivo, tales como generadores de electricidad, son los más nerviosas. Mantener su interés será crucial si Nicaragua espera mantenerse a flote cuando la generosidad de Venezuela se agote”, advierte The Economist.
Cartas marcadas para Ortega
En ese contexto de control institucional y con la garantía del flujo de petrodólares que llega desde Caracas, el diario El País señala que la elección de noviembre es prácticamente un juego con las “cartas marcadas” a favor de Ortega.
“Las votaciones de noviembre podrán ser más o menos convincentes, pero todo conspira para que la victoria de Ortega esté adquirida de antemano”, explica el diario. El País señala las irregularidades que hacen que estas elecciones bien puedan desarrollarse de forma poco transparente:
“Docenas de miles de ciudadanos carecen de identificación para votar, y eso ocurre, casualmente, en zonas apartadas de fuerte reputación antisandinista como Siuna, donde ha habido por ese motivo enfrentamientos con la fuerza pública; gran parte de los medios de comunicación, en especial audiovisuales, son afectos al poder; la oposición se presentará desunida con un candidato del partido liberal, el expresidente Arnoldo Alemán, condenado a 20 años por corrupción y excarcelado por dudosa decisión judicial, y el empresario Fabio Gadea, lo que dividirá el voto contrario a Ortega; y para que no falte de nada, al sandinista le bastará con obtener en primera vuelta un 35% de sufragios con diferencia de cinco sobre el segundo para ser proclamado presidente. Así ganó en 2006”, resume El País.
Por lo tanto, el prestigioso diario español afirma que “las cartas están marcadas en Nicaragua”, y concluye que "sería preciso una proeza ciudadana y un milagro contable para arrebatarle el triunfo a Daniel Ortega".
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