Onofre Guevara López
Cuando se pretende hacer un enfoque histórico –por pequeño que sea— sobre cualquier tema, y se miran los hechos que les son propios sin un mínimo de rigor científico, el intento queda automáticamente frustrado, y se reduce a simple exposición de sentimientos y subjetividades. La manita de emotividad que se le da a los hechos, no es historia, sino mera apología. Y apología es lo que hicieron los orteguistas en la celebración de los cincuenta años del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El nombre oficial FSLN adquirió carácter perenne en el momento de anunciarse su nacimiento, pero no la organización, por cuanto su desarrollo no ha tenido una continuidad histórica invariable, como si se deslizara por sobre una vía asfaltada, sin obstáculos. Todo organismo político tiene su desarrollo con altibajos, desvíos, retrocesos y cambios. El FSLN del proceso de su estructuración orgánica, ya no fue el mismo en el proceso de su experimentación guerrillera; el FSLN del proceso insurreccional, ya no fue el mismo en el poder en 1979; el FSLN del proceso revolucionario de los 80, ya no fue el mismo en la etapa posterior a febrero de 1990; el FSLN gobernando “desde abajo”, ya no fue el mismo en las continuas derrotas electorales; y el FSLN de 2007 es el FSLN autoritario orteguista.
En todas esas etapas el nombre FSLN ha permanecido inalterado, pero no así su estructura orgánica ni su orientación política-ideológica; tampoco sus tácticas y sus estrategias ni finalidades políticas “democráticas”, mucho menos su mística. El FSLN, idealizado por algunos, en realidad, ha vivido en constantes contradicciones dentro de sí mismo, y por eso ha cambiado. Una de esas contradicciones, es que en ninguna de sus etapas ha sido un partido enteramente democrático en su vida interna, pero es el primero y único partido en la historia que estableció normas democráticas en la vida política y social, más el pluralismo político.
Todos los sabemos, antes del triunfo de la revolución popular sandinista, Nicaragua vivió 158 años como nación semi independiente bajo el monopolio político de los partidos liberal y conservador. Pero, aun siendo partido liberador en ese aspecto, el FSLN no practica el pluralismo a lo interno, si no un cadullismo conservador.
Señal dolosa, y dolorosa, de esa contradicción, que hace diferente al FSLN de hoy al de todas las épocas, es que Daniel Ortega, su caudillo con título eterno de secretario general, se ha pronunciado en contra del pluralismo político y, por ende, a favor de que el Frente sea partido único. Pero no ha sido un mero pronunciamiento, sino un reflejo de lo que ha venido pretendiendo en la práctica. Quien, como militante orteguista; como ciudadano de a pie o como profesor universitario, canta loas al FSLN en sus “50 años de aportes a la historia nacional”, no miente de modo total. Pero miente totalmente, cuando no reconoce la diferencia entre esos aportes y su praxis cotidiana.
Por ejemplo, el FSLN autoritario actual, actúa en contra de los aportes democráticos del FSLN original, y tiene en su haber actos contrarios a la democracia, pues ha roto las normas constitucionales para promover la reelección de Ortega. Quien afirma que su partido orteguista es de “vocación democrática”, y vota por la reelección, no sabe lo que hace, y si lo hace sabiéndolo, es porque se ha decidido por actuar como un falsario de la historia.
Si hiciera falta otra prueba de que el FSLN de hoy dejó de ser el FSLN de cualquiera de sus anteriores etapas, está el hecho de su constante violación con sus actuaciones políticas y gubernamentales de los preceptos de la Constitución Política. El FSLN de hoy, está en contra del FSLN que orientó la discusión democrática del proyecto constitucional con todos los sectores sociales y políticos del país, para ser aprobado en 1987. Hoy, Ortega no consulta a nadie para violentar los preceptos de esa misma Constitución.
El FSLN de ahora, que atropella, ignora y actúa al margen de la Constitución Política, no es el FSLN de 1986-87 que desde la Asamblea Nacional propició esa discusión popular, algo que ninguna de las leyes fundamentales tuvo en 158 años. Una comisión especial, integrada por representantes de siete partidos políticos, recogió información en parlamentos de 18 países de América y de Europa (del oriente y de occidente) para hacer un estudio constitucional comparado. Se editaron 750 mil ejemplares del proyecto de la Constitución, para ser discutido en 75 asambleas –Cabildos Abiertos— con los sectores de jóvenes, mujeres, obreros, campesinos, comerciantes, artesanos, comunidades de la Costa Caribe, periodistas, cristianos, miembros de la Policía y del Ejército.
Cualquiera lo puede comprobar: el FSLN de hoy, actúa en contra de lo que en materia democrática construyó el FSLN de ayer, y lo hace con mayor encono que lo ha hecho la derecha tradicional reaccionaria. Si el FSLN ahora en el poder fuera el original, se podría decir que está matando a su propia criatura.
Es lógico que haya alguna desactualización e imperfección en una ley, incluso en la Constitución, y por eso, son necesarias las reformas, pero sus preceptos fundamentales permanecen inalterables –como los derechos humanos, políticos y sociales—, tal como ocurrió con las reformas de 1995. Sin embargo, las reformas a leyes de rango constitucional –como la Ley Electoral— violan esos derechos a favor de los intereses antidemocráticos y reaccionarios del pacto Alemán-Ortega. Y el FSLN de hoy, comete todo tipo de arbitrariedades para permitirle la candidatura ilegal a Ortega.
¿De dónde sacan razón los orteguistas para afirmar, que el FSLN del 2007 recuperó “el gobierno nacional por las vía electoral, dándole continuidad a la revolución”? Afirmar semejante falsedad, requiere falsear hechos históricos pasados, recientes y actuales, como los señalados y los muchos más que no podrán ser recordados aquí. Algunos son bien conocidos, como las enésimas y cotidianas violaciones al Artículo 14 Cn. (“El Estado no tiene religión oficial”), porque el orteguismo ha optado por un Estado confesional, aun en contra de la voluntad de la iglesia católica. También ha renunciado a una posición democrática ante problemas sociales y humanos como el aborto terapéutico, para asumir una posición reaccionaria que lo distancia esencialmente de cualquiera de los FSLN de las etapas precedentes.
Es bueno celebrar los cincuenta años de la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, como un hecho histórico, pero no hay derecho para hacerlo como si fuera un hecho congelado, porque esa clase de hechos no existen en la historia. Si los orteguistas insisten en ver al FSLN petrificado, es asunto suyo, pero solo pueden esperar por ello, la burla de la historia y una merecida crítica.
El nombre FSLN, es algo estático, sin vida, y no hay floristería natural o verbal que cambie esa realidad. El organismo FSLN, ha vivido su metamorfosis, y demuestra que no se puede ser revolucionario y anti dialéctico a la vez.
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