De Ángel a Coronel (1970)
A José Coronel Urtecho
Los que se ríen de sí sin tiempo, o ángel sin tiempo, se podrán reír lo mismo—si fueran capaces de entender esto--, de que J. C. hubiera venido a meter en el tiempo su eternidad, a dar todos los tiempos que en Él se cumplían su tiempo de eternidad.
Jesús daba su vida para dejarla permanente; desde su eternidad vivía en su tiempo para que todo tiempo tuviera su eternidad. Lo sumo de su obra fue el Sacrificio eterno. Por eso nos lo dejó como memoria que es presencia—Cumbre de memoria—para que nosotros actualicemos en nuestro medio tiempo—media hora de nuestro tiempo—lo que Él está haciendo en toda su eternidad. O sea—siguiendo lo anterior—ese fue el modo supremo de meter su eternidad en nuestro tiempo y de que todos los tiempos sigan teniendo su cumplimiento en Él.
Creo que éste es el pensamiento esencial—central—de toda la teología de hoy esencialmente escatológica. Aunque la manera de verla no sea la misma, esa es la teología que yo pretendo ver en todo lo que veo en ése ángel sin tiempo o en ese mi sin tiempo invadido de eternidad.
Lo mismo que digo de la eternidad, queda también dicho dela divinidad en la que Jesús metió—también aquí, de una vez para siempre el “ktema eis aeí” de S.Pablo, toda nuestra humanidad. Este último aspecto de lo misma es que está dando todo su sentido a lo último que hago y que tiene como título—que horror (!) un libro más en que quede muerto lo que sentí más vivo—Con el hijo del hombre. Por eso me ha dado tanto gozo—se lo dio también a Silva—el que V. lo haya tan certeramente visto—descubierto—en mi último poema.
Tomado del libro “Ángel: Las cartas con el hijo del hombre”.
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