La periodista mexicana Lydia Cacho es una de las más prestigiosas en la investigación de trata de blancas. En 2000 fundó el Centro Integral de Atención a las Mujeres (CIAM) en Cancún, Quintana Roo, un centro especializado de atención a mujeres, niños, víctimas de violencia doméstica y sexual. Su libro, Esclavas del poder, es una de las más impactantes historias que aborda la trata sexual de niñas y mujeres en el mundo. Y, por ser ella una de las autoridades en la materia, es que hoy transcribo parte de un artículo que ha publicado Cacho hace algunas semanas en la revista digital Sin embargo, titulada "Facundo y el cártel de Sinaloa". En ella devela verdades ocultas que el Gobierno no se ha atrevido a revelar y temas que los medios de comunicación guatemaltecos aún no han tratado. Este es un fragmento de la historia oculta que existe detrás del asesinato de Facundo Cabral. La investigadora y novelista mexicana comienza con una sugerencia al presidente Álvaro Colom, donde le dice: "Si en verdad quiere esclarecer el asesinato de Facundo Cabral, tanto para el Gobierno argentino como para el mundo que amaba al poeta errante de Latinoamérica, el presidente Colom tiene que ir a dos lugares: la cárcel de Guatemala y tres bancos mexicanos".
"Los asesinos iban tras el empresario Henry Fariñas, eso lo dice todo el mundo. Lo que no dicen los medios guatemaltecos es que este hombre, nacido en Nicaragua, ha sido durante años el lavador de dinero del cártel de Sinaloa. Su trabajo es efectivo, pero no imposible de investigar. Su nombre apareció hace años cuando investigábamos a las redes de tratantes de mujeres de América Latina. Fariñas es copropietario de una cadena de bares y prostíbulos denominados Elite, con instalaciones en Panamá, Costa Rica, Colombia, Nicaragua, México y Guatemala. Estos bares de bailarinas eróticas son parte de una gran red de trata de mujeres que, desde Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Colombia y el Caribe, son traficadas para explotarlas no solamente en ambientes de prostitución forzada, sino también como parte de las redes de tráfico de drogas y blanqueo de dinero.
Llama la atención que los medios guatemaltecos se refieran a Fariñas, hijo de un pobre afinador de pianos, como "el reconocido empresario de la cadena de centros nocturnos", y no hagan referencia a las investigaciones que la DEA lleva a cabo desde hace años, para seguirle la pista a este emporio de trata de mujeres cuyo objetivo final es mover dinero en efectivo desde Panamá hasta México. La desgracia para Facundo Cabral y David Llanos, su representante, fue haber aceptado que Fariñas les llevara al aeropuerto. El nicaragüense recogió a Cabral y a su agente en el Hotel Tikal. Los sicarios los persiguieron, y Fariñas, al volante, se salvó de la muerte, todo indica ordenada por Daniel Pérez Rojas, alias el Cachetes, preso en Guatemala por delitos graves y acusado por homicidio. Si el presidente Colom y su Fiscal General lo deciden, podrán llevar a cabo uno de los golpes judiciales más importantes de su país, para evidenciar los vínculos entre la trata de mujeres de Centroamérica y el Caribe con los carteles regionales. Si la DEA decide participar directamente con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, la muerte del cantante pudo haber servido para evidenciar una de las redes de esclavitud de mujeres más poderosas de la región, cuyas ganancias multimillonarias terminan en bancos mexicanos y norteamericanos.
Con la muerte de aquel poeta, a quien la UNESCO nombrara el "Mensajero Mundial de la Paz" en 1996, tal vez cientos de mujeres y niñas arrebatadas de sus hogares, forzadas a la prostitución y al narcotráfico, podrán librarse del miedo y saldrán de esa red en la que desde hace años viven atrapadas, temerosas de hablar. No soy la única reportera que investigó esta red y que conoce la magnitud que le adjudican la DEA e ICE, lo curioso es que ni los medios de Guatemala ni su propio presidente estén ya sobre las pistas evidentes, y escuchando a aquellas mujeres que escaparon y que, desde hace años, intentan revelar cómo funciona la esclavitud femenina como una herramienta para la delincuencia organizada.
Mientras escribía mi libro Esclavas del poder, una diputada guatemalteca recibió amenazas de muerte de un militar que protegía a esas redes. Ahora, ella espera que las autoridades hagan lo que les corresponde, aunque caigan altos funcionarios guatemaltecos vinculados con la protección de los tratantes, pese a que caigan los poderosos militares que son, a la vez, asociados y clientes asiduos de estos delincuentes guatemaltecos encabezados por Fariñas y sus socios. Qué dice la Fiscal General de la Nación y el presidente Colom. ¿Se atreverán a destruir una de las redes más peligrosas del mundo y encarcelar a sus miembros enquistados en las redes de poder? Pronto veremos hasta dónde llega la justicia guatemalteca.
*Este artículo fue publicado originalmente en el Periódico de Guatemala
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