Al ver como una a una van cayendo las fuerzas encargadas de la defensa de la legalidad y el derecho, la decepción invade los corazones de los buenos nicaragüenses y el sol se esconde tras negros nubarrones de desesperanza.
Primero fue la Policía Nacional, una de las dos principales columnas que sostienen la precaria seguridad ciudadana y los derechos de todos los nicaragüenses. Los nicaragüenses estamos cansados de librar luchas desiguales. Ayer la GN y hoy la PN, ambas coludidas con sus respectivos dictadores en la lucha contra el pueblo que sueña con vivir en una Nicaragua mejor.
Los poderes del Estado solo existen para complacer los caprichos del dictador de turno. La justicia, si se la puede llamar así a lo que aquí se conoce como tal, está al servicio de los intereses del tirano. Igual pasa con el CSE, cuyos miembros ya están claros que el fraude será también para hacer que quede como segunda fuerza política el desquebrajado y desprestigiado PLC, compañero eterno del orteguismo en el pacto malévolo que firmaron el cuadillo de El Carmen y el caudillo de El Chile.
El otro poder, el más importante, el Legislativo, se anuló al convertirse la Asamblea Nacional en bazar de conciencias a la venta del mejor postor. Es deprimente cuando se recuerda que ni siquiera se pueden conseguir los 47 votos de rigor para impedir o impulsar determinada ley que lesiona o favorece los intereses del pueblo. Sin embargo, el lado minoritario cuando necesita los 47 votos para implantar su capricho, les basta hacer sonar la bolsa de los denarios y los votos surgen como por arte de magia.
El panorama no puede ser más oscuro, pero siempre hay un resquicio de luz con la existencia de otros organismos que están al servicio del derecho y de la institucionalidad, que se hacen oír en el seno de donde vienen las cuantiosas donaciones para mitigar el sufrimiento del pueblo, pero que se pierden en el camino o se convierten en lujosas mansiones de recreo, en sofisticados aviones, en esplendorosos yates y estilizados carros deportivos.
Uno de esos organismos era Etica y Transparencia, cuya tarea consistía en reforzar la gobernabilidad y en denunciar los atropellos contra la misma. Se han de preguntar por que me refiero a ese organismo en pasado. Y les contesto que porque ya no es más. Dejó de ser el día de hoy cuando su director, Roberto Courtney, lo decapitó al claudicar ante la fuerza del poder despótico. El señor Courtney fue muy claro al contestar la pregunta caliente del momento: ¿Es legal o ilegal la reelección del Presidente Ortega? Por lo menos el Director de ET fue claro y no vaciló al responder. Si, la es. Y como para que la respuesta quedara más clara, le volvieron a preguntar y esta vez Roberto Courtney Cerda fue más enfático en su afirmación: Es legal.
Fue un golpe duro e inesperado para las esperanzas del pueblo y para los sueños de democracia. Uno más que deserta de la razón y la justicia y se pasa a la imposición y la tiranía. No hace ni dos meses Courtney Cerda era el Sir Galahad de la transparencia y hoy se plega a las filas de los verdugos de Nicaragua. ¿Por qué ese cambio brusco, por que ese giro de 180 grados? Nosotros no lo sabremos nunca, pero su conciencia lo sabe muy bien. Lo único que nos atrevemos a decir es que no fue en nombre ni del derecho, ni de la justicia, ni del pueblo, ni de la democracia. El sabe por que fue y algún día le va a tener que dar cuentas al que todo lo sabe y todo lo puede.
¿Qué va a pasar ahora con Etica y Transparencia? ¿Seguirá bajo la dirección del señor Courtney Cerda; tomará la antorcha caída un patriota de verdad; se desintegrará bajo el peso de la amarga sorpresa? El tiempo nos lo dirá y mientras tanto, Nicaragua se debate entre el temor y la incertidumbre.
Jorge J Cuadra V
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