El domingo pasado estuve en la cárcel, a celebrar misa. A pesar de mis buenos deseos de hablar, no pude hacerla. Lo había prometido sin embargo.
Pero, ¿no es por ventura la misa la única palabra que puede ser dicha en una cárcel, en cualquier parte y mucho más en Centro América?
No se puede hablar sin sustantivos, sin adjetivos y sin verbos. En la cárcel, en esta nueva cárcel, yo no puedo hallar sustantivos, ni adjetivos, ni verbos.
Desde que comencé la misma, me sedujo, verdad, la palabra de San Agustín: <La justicia de los hombres es la justicia de los injustos>
Poincaré ha querido, el querer es la raíz de, obrar, asesinar a un pueblo entero, y anda libre por esas calles, y es primer ministro. ¿Y el Poincaré de Nicaragua? ¿Y el Poincaré d Guatemala? No hay pueblo que no tenga su Poincarés. Y todos ellos' andan libres por esa calles y todos ellos son ministros.
Pero estos infelices. Un Carvajal, un Guevara, un López, se embriagaron y así embriagados hirieron a alguien. ¿Y por qué se habían embriagado? Dios lo sabe. Este Carvajal, este Guevara y este López, nadie los conoce. No se sabe de dónde vinieron. Ninguno de sus parientes es amigo pero ni de un diputado. Y hasta llego a sospechar que no tengan parientes. No saben escribir, no saben leer, no saben rezar, y aun sabiendo, si escribiesen, ¿dónde habéis visto que una persona de importancia, un personaje, ande leyendo las cartas de un Carvajal, de un Guevara y de un López? Ellos están pues, nuestra cárcel. Duermen en el suelo. No tienen luz por la noche. ¿Habéis pensado en lo que significa estar de noche sin lámpara? A veces no comen. Y no hallareis en la cárcel, ni una sola ventana. Y no sigo.
Aquí la misa es la única palabra que puede ser dicha. ¿Cuál otra?
Nota:
Artículo para nuestra sección dominical IGLESIA VIVA. Tomado de "El Libro de las Palabras Evangelizadas", del poeta y sacerdote Azarías.H.Pallais
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