El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 15 de abril de 2011

Retrato hablado de una dictadura

Primera Parte

Leyendo “Entre el Estado Nación y El Estado Conquistador” (Pérez Baltodano), puntualmente el arribo de la dictadura somocista en Nicaragua sólo me quedó respirar hondo por el escalofrío que me causó esta receta histórica de “cocina”, que mediante la presentación de un amplio menú de entraditas, platos fuertes y postres del banquete estatal, no faltarían en la mesa las cabezas de muchos nicaragüenses que entregaron su vida, “Con fe no exenta de cinismo esperando el día de mañana para contradecir al de hoy”(CMR).

En la memoria colectiva aún se guarda el identikit del dictador Anastasio Somoza García, “hábil estratega político, audaz, ambicioso, gregario, supo aprovechar bien sus oportunidades, pues nunca tuvo fronteras morales que respetar.” (Álvarez Montalván). Que por supuesto siguiendo esta técnica de la criminalística moderna encontraremos al dictador premoderno Ortega que en pantuflas y pijama dicta desde su casa de habitación los “designios de la patria”.

“El premodernismo es un discurso que tiene su raíz en la era preindustrial, en las órdenes religiosas y en la medicina; se origina en la esclavitud y las cruzadas.” (Ballina Ríos). Es por ello, que encontraremos coincidencias entre el tejido estructural y cultural somocista, con que se inició la ruptura traumática del orden social a través de una cruenta guerra; y la receta aplicada de un orteguismo de cuchara gorda.

Sin embargo, es importante resaltar que a diferencia del orteguismo, el somocismo en un inicio contó con un mayor consenso social; desde los intelectuales de la decadente oligarquía granadina que promovían una política oscurantista, denominado Grupo Reaccionario entre los que se destacaron varoncitos católicos como José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, etc, hasta el Partido Trabajador Nicaragüense (PTN) con aspiraciones socialistas y ateas.

Logrando este amplio apoyo en la base popular el somocismo resulto ganador de las elecciones en el año 1936, a diferencia del orteguismo que mediante un pacto con su cómplice Arnoldo Alemán reformaron la Ley Electoral, disminuyendo el porcentaje necesario para ganar en primera vuelta al 35 por ciento de los votos, techo del orteguismo para garantizar su triunfo presidencial en el año 2007.

Pero tanto, el somocismo en el pasado como el orteguismo en el presente coinciden en un discurso anacrónico, sin doctrina filosófica o ideológica, pero expertos en una retahíla obsesiva en sus ansias por concentrar el poder, “siendo zorros del mismo piñal”, quedando en evidencia el abuso del intertexto de parte del orteguismo, que “es la absorción o transformación de otro texto” (Julia Kristeva). Es decir, las relaciones que acercan a un texto de otro ya sea de la misma época o de épocas distintas, por ejemplo:

“La cooperación como resultado de un concepto de cristiana solidaridad” (Somoza García)

“Nicaragua, cristiana, socialista y solidaria” (Eslogan Orteguista)

En ambas citas priva un mensaje providencialista, encantado y medieval para manipular las conciencias de las masas.

En la Constitución somocista del año 1939 encontramos en el artículo 201 “El Poder Ejecutivo se ejerce por un ciudadano… Es el jefe del Estado y personifica a la Nación” (Cn.1939, Esgueva en Pérez).

“El pueblo Presidente” (Eslogan Orteguista).

Logramos encontrar en la intertextualidad coincidencias en el espíritu totalitario, megalómano de la personificación o reencarnación del dictador en la nación; el mensaje de fondo es claro, el pueblo presidente, porque el pueblo ¡soy yo!

Para finalizar, con el último ejemplo de las abundantes referencias intertextuales recurrentes en el orteguismo, encontramos una de las más famosas utilizada por el Arzobispo Lezcano, con el objetivo de legitimar la autoridad del somocismo en el año 1935, hayamos su símil en las nuevas referencias:

“Obedeciendo a la autoridad obedecemos a Dios” (Lezcano y Ortega)

“Cumplirle al pueblo es cumplirle a Dios” (Eslogan Orteguista)

En este intertexto, al igual que refería en los antes citados, predomina entre línea un providencialismo mágico y la personificación del dictador como salvador del pueblo, bendecida por una ala del catolicismo más retrogrado y conservador representado en la figura vergonzosa del Cardenal Obando y su compañía desprestigiada que promueven depositar, mediante una fe ciega, la obediencia incuestionable ante la autoridad que acompañado de un conformismo pasivo en las masas imposibiliten frenar los abusos autoritarios del poder absoluto.

*Poeta, narrador, ensayista y abogado.

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