El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 12 de abril de 2011

Sandino y los límites de lo nacional

Amparo Marroquín

SAN SALVADOR - Nicaragua me ha sorprendido desde la primera vez que la conocí. Su producción cultural y su manera de construirse como nación, como colectivo social, como comunidad de sentido. Esa mezcla maravillosa de poesía, música y estéticas que vienen de la alta cultura y de las hondas raíces de lo popular. Y una narrativa llena de metáforas exacerbadas con la que nos cuentan la vida. Hace dos semanas estuve en Managua.

Me encontré con una ciudad inundada de arbolitos de Navidad. Es loco, pero al parecer el actual gobierno sandinista ha decidido mantenerlos todo el año, o al menos unos meses más allá de diciembre. Una manera de alegrar la vista y alejar los malos pensamientos, dicen. Descubrí con que cierta parte de la cooperación internacional decidió salir el 1 de abril y no continuar los proyectos establecidos, como una protesta por los atropellos que Daniel Ortega hace a la constitución en su búsqueda de una nueva reelección. Pero sobre todo, me encontré con una historia que es la que quiero compartir hoy, porque me parece que condensa, con un breve gesto, muchas discusiones de esas que nunca se terminan.

El 22 de marzo se inauguró en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica (INCH) la exposición Mujer y arte, como una actividad enmarcada en el Día Internacional de la Mujer. Este evento convocó a diecinueve artistas mujeres, que trabajaron temas diversos. En la muestra, la artista nicaragüense Sarah Lynn Pistorius presentó dos cuadros, La muchacha que ganó la carrera (siempre con vos), en donde presenta el plano medio de una chica vestida en una camiseta en la que destaca el logo de la compañía telefónica MoviStar y el cuadro Sandino United Colors of Benetton, que muestra a un joven Sandino en primer plano, vestido con un suéter de cuadros de la marca Benetton.

El cuadro de Sandino fue retirado y acogido posteriormente en el Instituto de Historia Centroamericana de la UCA de Managua. ¿Las razones para el retiro? La vocera del INCH señaló a la prensa que la junta directiva creía que “no era adecuado que el héroe nacional Augusto C. Sandino apareciera con un suéter de la compañía extranjera de ropa”, presentar de esta manera a Sandino “es una falta de respeto”.

Por su parte, la pintora señaló que su intención no era la de transgredir o irrespetar, sino más bien trasladar la imagen de Sandino hasta el siglo XXI: “pensé que si Sandino viviera ahora vestiría como viste Fidel Castro, con buzos marca Adidas”, señaló al periódico La Prensa.

En el Instituto de Historia, en la UCA, me comentaron que algunos empleados estaban molestos y habían hecho señalamientos, porque se había acogido un cuadro “que le faltaba el respeto al general”.

Hasta ahí la historia.

Cada quien sacará conclusiones al respecto. Quiero anotar acá tres reflexiones que me resultan provocadoras para quienes intentamos pensar los fenómenos culturales y su vinculación con ciertas narrativas de nación.

La primera es la experiencia exitosa de la construcción de un héroe. Sandino se ha arraigado en el imaginario nicaragüense como una figura totalizante. Es el horizonte utópico, el sueño, la vara de medida, el confidente, el ejemplo de todos. Pienso en la transformación mítica que ha sufrido en México un Pancho Villa al que ahora los campesinos le llevan velas y le rezan novenarios para que vuelva a librarlos de tanto mal. El héroe acompaña la construcción de la nación, sufre con ella. Pero también al héroe se le debe veneración. El héroe queda quieto. Congelado. Se vuelve objeto de un culto inmóvil. El papel de las nuevas generaciones es, como diría el filósofo Walter Benjamin “aferrarse a un recuerdo tal y como verdaderamente ha sido”, cuando en realidad lo más interesante no es eso, sino volver a él “tal y como alumbra en el instante de peligro”. Las experiencias exitosas de construcción de un discurso cultural corren a veces ese peligro ya tan señalado de homogenizar y fijar, de no permitir nuevas interpretaciones. De consagrar un canon intocable y desterrar el humor, la ironía, las miradas nuevas.

La segunda tiene que ver con la posibilidad que tienen los productos culturales de decir en nuestras sociedades y provocar. Mover el piso. Sobre todo cuando abordan la vida cotidiana. Y la vida cotidiana está llena de procesos de mercado, de marcas que nos persiguen para decirnos quiénes somos. United Colors of Benetton se vuelve en el cuadro un pre-texto para actualizar a Sandino, pero también para llevarnos a reflexionar sobre esos espacios frontera que tanto molestan, en donde lo nacional se mezcla con lo global. En donde las gamas de grises se multiplican. En donde las identidades se negocian a través de marcas transnacionales, aunque esta no fuera la intención explícita de la autora. .

Tercero y con esto cierro, es la pregunta por los límites. ¿Quién tiene el derecho de decidir qué palabra no se dirá? ¿Quién decide invisibilizar historias, mandar un artículo a una gaveta o un cuadro fuera de una exposición planificada? No pienso ya en Nicaragua, pienso en nuestros países. En Centroamérica, en América Latina. En este mundo lleno de historias de intolerancia, de censura, de silenciamientos, de negaciones, de ninguneos, esa palabra rescatada por Octavio Paz, pero tan utilizada desde muchas regiones para señalar lo que no quiere ser visto, pero que existe, muy a pesar nuestro.

De estas reflexiones está llena la cultura.

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