Profundidades

Angel Saldomando | 13/10/2010
Las imágenes del rescate de los 33 mineros sepultados en vida durante dos meses, a 600 metros de profundidad han sido emocionantes, han regresado a sus existencias, a sus familias. Convertidos en causa nacional, en símbolo del esfuerzo, de la unidad, se generó en torno a ellos una reacción de solidaridad nacional y mundial.

El gobierno puede decirse, se jugó por el rescate y la confirmación de su sobrevivencia le permitió una oportunidad histórica de establecer un vínculo con un país incrédulo sobre los sentimientos reales de la élite hacia los de abajo. Nunca se vio tanto a un presidente, ministro, técnico, periodista, abrazar a gente humilde y compartir por unos minutos su suerte. Por primera vez en mucho tiempo, el estado chileno invirtió recursos para salvar vidas obreras de manera tan directa y no para reprimirlas.

Es verdad que las catástrofes generan esa posibilidad el problema es que han sido la excepción.

Y no se puede dejar de pensar en otras profundidades. La de los mapuches que descendieron hasta el límite de la muerte por sus derechos, después de dos meses de ignorancia oficial. De aquellos que desaparecieron en otras profundidades y los que pudimos regresar en silencio y sin fanfarria, después de años de no reconocimiento. Como no pensar en las profundidades en las que viven aquellos, la mayoría, en que simplemente la rutina del chile cotidiano los aplasta, bajo años de anonimato, bajo el peso de toneladas de conformismo oficial, desigualdad y falta de derechos.

Está bien, el retorno de los mineros deja solo lugar para la alegría y la autocomplacencia, en buena hora. Ahora comienza el día después. Todos volveremos cada quien a sus rutinas. Héroes de un día ¿Por cuánto tiempo? Los mineros verán cambiadas sus existencias, ojalá sobrevivan sin que la máquina mediática y manipuladora los aniquile.

Ojala que no olviden que también pueden ser el símbolo de las condiciones sociales en que viven los mineros, de sus reivindicaciones frente a la responsabilidad de las empresas mineras. También ese otro Chile los estaba mirando, el de arriba y el de abajo. Ese es otro libreto. Me temo que puede que no se escriba, ojalá.

Hacía mucho tiempo que no se gritaba "mineros de chile" con tanto fervor, pero no son un equipo de fútbol, son los seres que le producen el mayor ingreso al país y de lo que le queda muy poco, dicho sea de paso. Tal como demuestra el debate en el parlamento sobre el pago de royalty de las mineras en Chile.

La lección mayor de esta tragedia con final feliz, no es la que dio el presidente apenas rescatado el primer minero. No es la unidad nacional abstracta en la adversidad, esa no sirve para nada. Argumento muy recurrido en caso de terremoto y comodín político para sortear el debate sobre intereses y posiciones frente a las situaciones controvertidas. Ahí siempre somos todos chilenos, aunque estemos en condición muy diferente.

La lección real es que si hay voluntad política y se ponen los medios, los recursos humanos responden y el país puede resolver problemas. Pero claro la mina san José es un esfuerzo excepcional, por una vez. Hay que tomarle la palabra al presidente y poner a prueba cada dia la lección real, hasta que salgamos de las profundidades. Y esas no son una excepción.