El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 30 de octubre de 2010

Muertes Políticas

Angel Saldomando | 29/10/2010


El fallecimiento de personajes con trascendencia política hace que las lecturas políticas del acontecimiento sean predominantes. La muerte de Néstor Kirchner tiene esa dimensión casi única. Sin embargo también es reveladora de la relación entre el gobierno y la sociedad entre los liderazgos, sus seguidores y sus opositores. La Argentina nos exhibe esto en toda su complejidad y su dramatismo.

El peso del personaje

Hay personajes políticos que desaparecen en el momento critico de su accionar. La trayectoria que se interrumpe altera expectativas, planes, lealtades, abren un proceso de redefiniciones y de interrogantes sobre el futuro. Es el caso de Kirchner. Hay otros casos en que los personajes políticos se eclipsan cuando ya han cumplido su ciclo, incluso aun estando en funciones. Un caso es el de Gaulle en Francia, referencia histórica, ya retirado y con su ciclo político terminado. Otro es el de propio Perón, figura mítica en la Argentina, fundador del partido justicialista al que pertenecía Kirchner. Cuando fallece estaba en la presidencia pero políticamente era un fantasma. Su ciclo político estaba agotado.

Kircher era una personalidad política con un peso construido por las circunstancias y por la voluntad. Intendente y luego gobernador de su provincia natal de Santa Cruz, su carrera política era regional y marginal. Llego a la presidencia en 2003 en el peor momento de la Argentina desde la dictadura militar que finalizó en 1983 y en la peor crisis del justicialismo su partido, mas conocido como peronista.

Fue candidato a la presidencia en las elecciones del 2003 luego de la caída de la Rua en 2001, y después del paso efímero de cinco presidentes de transición nombrados por el congreso y la llamada de elecciones anticipadas por el último de ellos Duhalde. Jefe del partido en Buenos Aires, ex ministro de Carlos Menem y personaje clave del aparato peronista.

Néstor Kirchner fue el candidato de las circunstancias de crisis. Venia de una provincia lejana, alejada del epicentro del conflicto en la capital, con una imagen de honesto y buen administrador. El peronismo estaba descompuesto y archi dividido después de los dos periodos siniestros de Menem, la caída del gobierno radical y cinco presidentes de transición peronistas todos, caudillos locales pero sin estatura nacional.

La sociedad argentina habia explotado frente a la crisis financiera, tenía destruida la moneda nacional, la pobreza era galopante que llegó casi a la mitad de la población, con hambre y saqueos. La opinión se unificó bajo la consigna “que se vayan todos” La ruptura entre la sociedad y el poder era total.

Duhalde promovió la candidatura de Kirchner frente a la del otro peronista Menem casi como quien tira un bote salvavidas. El clima político era tal que Kichner obtuvo 22% en primera vuelta y Menem con 23%, este último se retiró y así llegó Kichner a la presidencia sin segunda vuelta y con una déficit de legitimidad descomunal. Allí comenzó a crecer su peso político porque entendió la gravedad de la crisis y que probablemente no duraría mucho si no reconectaba al gobierno con la sociedad.

En el vacío político de la crisis la derecha por una vez no podía oponerse y Kirchner inicio el viraje. Relanzó la agenda de los derechos humanos, enfrentó la deuda y acabo la relación con el FMI, estimuló el consumo y el mercado interno, ayudado además por una coyuntura internacional favorable a la exportación de los producto argentinos. Ello relanzó el crecimiento y la actividad económica, la moneda renació, se estabilizo el tipo de cambio y poco a poco la confianza se recompuso. Reposicionó a la Argentina en una alianza con Brasil por la integración regional, tomo distancia de Estados Unidos y se revisaron los contratos con las multinacionales.

También en paralelo atacó a los dinosaurios del peronismo intentando generar un movimiento amplio de renovación. A los 60 años Kichner se había convertido en uno de los principales referentes de la política argentina, era secretario general de Unasur y se le visualizaba como el probable candidato para las elecciones presidenciales en 2012.

De todo esto nació el “kichnerismo” como un proyecto no solo político, también de país. Sus detractores existen, no son pocos y sus argumentos ponen énfasis en el poder concentrado, la polarización, el enriquecimiento ilícito. Esa es la discusión del balance, pero no cabe duda que el personaje adquirió el peso necesario para sacar al país del hoyo, sin represión, con movimientos sociales con amplios espacios de expresión y con una agenda de futuro que cuando él llegó no existía. Argentina se consumía en el fuego de la descomposición heredada del pasado. Una mezcla corrosiva de derecha cavernaria, radicalismo impotente, peronismo corrupto y matonezco.

El ciclo político de Néstor Kircher estaba en su punto de maduración y por la dimensión alcanzada, su desaparición sorpresiva fuerza interrogantes inevitables sobre la solidez política de su proyecto y sobre los relevos posibles.

Líderes y sociedades

Y eso es lo preocupante. El papel del liderazgo es reconocido por la historia, las ciencias políticas y la psicología, qué duda cabe que la política la hacen las personas y su carácter hace la diferencia. Pero el liderazgo puede tener muchas formas, puede inspirar, coordinar, dirigir, ser autoridad moral o basarse en estructuras de poder personalizadas, discrecionales autoritarias, corruptas y oportunistas ad infinitum. Y puede ser una mezcla de dosis de diferentes componentes, toda vez que los líderes no son ángeles o demonios, aunque algunos se vistan de ellos.

Lo preocupante es que el movimiento que el liderazgo Kirchenista animaba una vez desaparecido su mentor, debe demostrar ahora su consistencia. Las lágrimas que derramaban los argentinos seguidores de ese proyecto expresaban no solo tristeza, también incertidumbre y desamparo. Un comentarista entrevistado explicaba doctamente que en America Latina somos mas sentimentales que en otras partes, donde son mas racionales.

La cuestión de fondo es la relación de los liderazgos con sus sociedades. Pueden construir instituciones, establecer derechos y abrir espacios para liderazgos plurales, en esas condiciones su desaparición generará pesar pero no desamparo e incertidumbre.

También pueden infantilizar a las sociedades, tratarlas paternalistamente , impedir el surgimiento de nuevos liderazgos plurales, impedir que los jóvenes maduren y piensen por su cuenta, pueden generar una relación de dependencia de la sociedad con el poder porque nunca hay instituciones y derechos consolidados, dependen del líder y el estado que gobierna.

Esa es la interrogante de fondo al desparecer Nestor Kirhner ¿Habrá madurado la sociedad argentina o seguirá dependiendo de sus líderes míticos?

Y esa es la interrogante sobre la madurez de nuestras democracias y nuestras sociedades. Que se pregunte qué pasará en Cuba después de Fidel es la prueba de un cierto tipo de liderazgo. Cando murió Tito se descalabró Yugoslavia, otra prueba fatal. Cuando murió Stalin se decía qué había muerto el padrecito de los pueblos. Que se haga depender la suerte de un proyecto de tal o cual, indispensable, no importa su color político, es una evidencia de lo que se está construyendo. Mandela sigue siendo en este sentido un contra ejemplo positivo de liderazgo y probablemente Lula también lo es, si desapareciera habría sólo tristeza.

Lamentablemente Evo Morales no encontró nada mejor que decir que la muerte de Kichner deja huérfanos a los pueblos de America Latina. Mala retórica y mala señal.

En América Latina no somos huérfanos de nada. Ni de líderes ni de credos, queremos derechos e instituciones única manera de vivir en sociedad con madurez y con un horizonte que convoque al esfuerzo colectivo. Si Kirchner ayudó a eso, su contribución será más grande que cualquier discurso

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