El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 19 de octubre de 2010

La ciudadanía "independiente"

Iván García Marenco | 19/10/2010


En cada encuesta de opinión, aparecemos un sector de la población que no se manifiesta a favor de ningún partido, o de ningún candidato conocido y que en muchas ocasiones somos calificados por quien contabiliza las respuestas como “independientes”. Y esta categoría de opinantes oscilamos entre 30 y 70 por ciento de los encuestados, según la ocasión y las circunstancias. Creo que los resultados contabilizados tienden a un promedio o a una mediana del 50 por ciento de la población.

¿Quiénes somos, qué pensamos, qué queremos los independientes de las encuestas? Si nos preguntan por qué partido nos inclinamos, o qué candidato elegido por un partido preferimos, o qué líder político público nos entusiasma, somos de los que decimos que ninguno.

Yo me identifico con esta denominación, pero reconozco que no todos los que son clasificados así por los encuestadores piensan exactamente como yo, pues me sospecho que soy un caso tórrido de independencia política, de apartidismo y de prurito por criticar y juzgar severamente las opiniones políticas que se me atraviesan en el camino.

Personalmente, estoy completamente decepcionado de la clase política de nuestro país. Es posible que en la historia patria logremos encontrar algún caso de un político que merezca pasar a la historia como patriota digno de admiración y reconocimiento, tal vez Pedro Joaquín Chamorro, tal vez Augusto C. Sandino, tal vez Benjamín Zeledón, tal vez alguno o algunos otros de los innumerables ciudadanos comprometidos con principios éticos que murieron precisamente por haber sido consecuentes ciento por ciento con esos principios, como Carlos Fonseca o Leonel Rugama. Pero no soy historiador ni pretendo sentar cátedra en el asunto histórico. Lo que sé es que no hay un solo político que haya llegado al poder que merezca ser tenido en cuenta. Y estoy absolutamente convencido de que hoy por hoy no hay un solo político que merezca ese respeto.

Y por eso, me rehuso a aceptar los dogmas que los políticos han amasado para asegurar su sobrevivencia pública, como la de que los únicos que tienen el derecho de designar candidatos a ser elegidos para presidir este país sean los partidos políticos, y que ningún nicaragüense, aunque tuviera la calidad moral y humana de los personajes que mencionaba arriba, merecería ser nombrado como candidato si no estuviese inscrito religiosamente en un partido político y no hubiese sido elegido candidato por la cúpula o la macolla de un partido político.

Porque una cosa es que la ley ponga como condición que un candidato legalmente aceptable tiene que ser propuesto a la ciudadanía a través del (actualmente) deshonroso Consejo Supremo Electoral y otra cosa es que, asegurando que esa ley draconiana (¡y que debe ser reformada!) se cumpla (pues tenemos que aceptar que las leyes, aunque malas, hay que obedecerlas, si queremos permanecer en una sociedad pacífica, ordenada y democrática, mientras no sean cambiadas de la forma en que la ley determina que puedan ser cambiadas), los candidatos que corran para la presidencia sean los preferidos por la ciudadanía con total prescindencia de los partidos políticos, pero que sensatamente sean aceptados por algún partido político, el cual realísticamente estuviera dispuesto a prestarle su casilla, como la mejor opción, la más razonable, la más democrática y la que promete mejor futuro para el país.

Por eso, rechazando de todo corazón la idea de una primaria del partido liberal, o del conservador, o de exclusivamente los partidos políticos “de oposición”, me parecían aceptables unas primarias de la ciudadanía en donde el candidato que resultara elegido fuera el preferido por toda la ciudadanía opuesta a la dictadura que se nos avecina y no sólo por los militantes de los partidos políticos (aunque eventualmente la ciudadanía, partidaria y apartidaria, terminara eligiendo en esas primarias a un ciudadano inscrito en algún partido político).

De ese 50% o más de la ciudadanía que llega, pues, a ser clasificada como independiente, ¿cuántos piensan como yo en cuestión de la elección de un candidato para Presidente? Me interesaría mucho que se diseñara una encuesta que responda a esta pregunta. Y si realmente resulta que hay un 25 por ciento o más de ciudadanos que no queremos que los partidos políticos nos impongan su candidato, y que hasta estamos dispuestos a abstenernos de votar si la única opción que se nos deja es votar por algún candidato exclusivamente escogido por algún partido político o por alguna coalición de, exclusivamente, partidos políticos, ¿por qué no hacemos valer la fuerza de ese 25, 30 ó hasta 50 por ciento de la población en edad de votar y ofrecemos votar por el candidato de una alianza auténtica de nosotros con algún partido político o con alguna coalición de partidos políticos? Estemos seguros de que, sea quien sea con quien nos aliemos, seríamos los que conseguiríamos la mayoría necesaria para imponer el próximo Presidente de la República, distinto de Daniel Ortega, distinto de Rosario, distinto del gordo Alemán y libremente aceptado por la mayoría de los ciudadanos que auténticamente creemos en la democracia y no queremos la dictadura, ni la reelección ni el fraude.

Que alguna vez en la historia de este país los ciudadanos verdaderamente patrióticas y demócratas, seamos realmente tenidos en cuenta por los militantes de partidos políticos y consigamos dar a Nicaragua en 2011 un Presidente democrático, patriota, honrado y comprometido con sacar a Nicaragua del marasmo en el que nos han tenido empantanados todos los gobiernos hasta el presente. Ésta es la única alternativa en la que vale la pena poner las esperanzas, y todavía estamos a tiempo para hacer valer nuestra pretensión. Creo que es la única salida que tiene Nicaragua para librarse de Daniel Ortega en el año 2012 y los siguientes. Y hasta estoy seguro de que si esta alternativa se perfila como viable y realista, una parte de los que ahora están pensando votar por Ortega se crucen la calle.

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