El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 24 de octubre de 2010

INTERVENCIÓN DEL SR. ZYGMUNT BAUMAN

Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
Oviedo, 22 de octubre de 2010

Alteza Real, Sr. Presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, damas y caballeros:

Hay muchas razones para estar inmensamente agradecido por la distinción que me
han concedido, pero tal vez la más importante de ellas es que hayan considerado mi
obra dentro de las humanidades y como una aportación relevante para la
comunicación humana. Toda mi vida he intentado hacer sociología del modo en que
mis dos profesores de Varsovia, Stanisław Ossowski y Julian Hochfeld, me enseñaron
hace ya sesenta años. Y lo que me enseñaron fue a tratar la sociología como una
disciplina de las humanidades, cuyo único, noble y magnífico propósito es el de
posibilitar y facilitar el conocimiento humano y el diálogo constante entre humanos.

Y esto me lleva a otra de las razones cruciales de mi alegría y mi gratitud: el
reconocimiento que han otorgado a mi trabajo proviene de España, la tierra de Miguel
de Cervantes Saavedra, autor de la novela más grande jamás escrita, pero también, a
través de esa novela, padre fundador de las humanidades. Cervantes fue el primero en
conseguir lo que todos los que trabajamos en las humanidades intentamos con
desigual acierto y dentro de nuestras limitadas posibilidades. Tal como lo expresó otro
novelista, Milan Kundera, Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos
hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones
previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender.
Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre.
Don Quijote no fue conquistador, fue conquistado. Pero en su derrota, tal como nos
enseñó Cervantes, demostró que «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible
derrota que se llama vida es intentar comprenderla». Eso fue el gran descubrimiento
sin parangón de Miguel de Cervantes; una vez hecho, jamás se puede olvidar. Todos
los que trabajamos en las humanidades seguimos el camino abierto por ese
descubrimiento. Estamos aquí gracias a Cervantes.

Hacer pedazos el velo, comprender la vida… ¿Qué significa esto? Nosotros, humanos,
preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio y transparente donde el bien y el
mal, la belleza y la fealdad, la verdad y la mentira estén nítidamente separados entre sí
y donde jamás se entremezclen, para poder estar seguros de cómo son las cosas, hacia
dónde ir y cómo proceder. Soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan
hacerse y las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprender. De
este sueño nuestro nacen las ideologías, esos densos velos que hacen que miremos sin
llegar a ver. Es a esta inclinación incapacitadora nuestra a la que Étienne de la Boétie
denominó «servidumbre voluntaria». Y fue el camino de salida que nos aleja de esa
servidumbre el que Cervantes abrió para que pudiésemos seguirlo, presentando el
mundo en toda su desnuda, incómoda, pero liberadora realidad: la realidad de una
multitud de significados y una irremediable escasez de verdades absolutas. Es en
dicho mundo, en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre,
en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa,
comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, destinados a comunicar
y de ese modo, a vivir el uno con y para el otro.

Esa es la tarea en la cual las humanidades intentan ayudar a nuestros conciudadanos;
al menos, es lo que deberían estar intentando, si desean permanecer fieles al legado de
Miguel de Cervantes Saavedra. Y por eso estoy tan inmensamente agradecido, Alteza
y Sr. Presidente, por distinguir mi trabajo como una contribución a las humanidades y
a la comunicación humana.

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