El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El pensamiento de PJCh frente a nuestra (in)moralidad

Andrés Pérez Baltodano | 11/10/2010


El principal triunfo alcanzado por el FSLN en los últimos veinte años, ha sido lograr empujar a sus adversarios a jugar su propia versión de la democracia; es decir, a practicar la democracia como un juego de golpes de fortuna y vivezas electorales. En este juego –en donde el FSLN es medalla de oro--, los principios, las convicciones y los valores se subordinan al objetivo de alcanzar o mantener el poder.

La racionalidad dentro de la que funciona el juego de la democracia del FSLN la expuso el empresario sandinista Ricardo Coronel Kautz en un artículo publicado en el año 2005. Lo he citado varias veces en mis escritos por su gran valor documental y, más concretamente, por revelar con inusitada claridad, el colosal desmoronamiento moral que ha sufrido la otrora organización revolucionaria.

La ética, dice Coronel Kautz para justificar este desmoronamiento, “no es más que un prejuicio burgués usado como arma para el monopolio de la política”. Desde esta perspectiva, agrega, la política “no es más que el juego de la demagogia, la manipulación, el manoseo, el engaño, la venta de ilusiones, la trampa, el jueguito, la compra y venta de voluntades, el chantaje, el cinismo, las coimas, los pactos prebendarios, el nepotismo, la llamada corrupción, el abuso de la palabra y tráfico de influencias, la media mentira y media verdad, y todo lo demás”. Concluye Coronel Kautz: “El FSLN, contrario a sus principios, ha tenido que aprender ese juego . . . si no lo hace, desaparece. De tal manera que en este juego, como en todos, también el fin justifica los medios.”

A pesar de que el cinismo y la inmoralidad han dominado el ejercicio de la política en nuestro país, nunca nadie se había atrevido a defender estas lacras como válidas, y necesarias. Sin lugar a dudas, el escrito de Coronel representaba un nuevo y más bajo nivel de corrupción en la historia del discurso político en Nicaragua.

Para nuestra desgracia, nuestra práctica política ha descendido a los niveles que marcó el escrito de Coronel Kautz, hace cinco años. En este sentido, el éxito del FSLN ha sido rotundo. No solamente nos ha acostumbrado a sus abusos, sino que ha empujado a la oposición nicaragüense a jugar dentro de las reglas que definen su propia versión de la democracia; es decir, de la democracia entendida como “la venta de ilusiones, el jueguito . . . la media mentira y la media verdad.”

Un breve recuento

Ya para las elecciones del 2006, la alianza opositora que lideraba el MRS compitió sin explicar las convicciones, los principios y las aspiraciones de las organizaciones y personalidades que la componían. Nadie, por ejemplo, quiso o fue capaz de explicar en qué consistía la renovación que el MRS buscaba.

El candidato de esa alianza reconoció que los planes de gobierno de todos los partidos que competían en esa contienda electoral eran prácticamente idénticos y que lo único que los diferenciaba eran las personas que los proponían. De esta manera, las elecciones presidenciales adquirieron la seriedad de un concurso para elegir al más simpático de los candidatos. O al más feo. O al que lograra venderse mejor en el tramposo mercado electoral de nuestro corrupto país.

El FSLN ganó las elecciones y la oposición siguió empecinada en jugar a la democracia como un juego de sorpresas y oportunidades. Así pues, se armó de un discurso repleto de palabras vacías e insistió en promover la articulación de coaliciones anti-danielistas, desprovistas de visiones y aspiraciones sociales.

Fue así que se iniciaron las “marchas blancas” en las que podía participar cualquiera que, por cualquier razón, o con cualquier buena o mala intención, estuviese dispuesto a luchar para derrotar a Ortega. La idea era vergonzosamente sencilla: “ganemos hoy, mañana…ya Dios dirá”.

Muchas de las mujeres que con tanto valor y entereza han luchado por sus derechos, caminaron en estas marchas a la par de personajes que, como Enrique Quiñónez, representan la Nicaragua machista, homofóbica, y corrupta que ellas han querido cambiar.

Así, por la ruta de lo práctico, lo inmediato y lo conveniente, llegamos al 2010, y a la decisión de la llamada “oposición democrática” de escoger como su “candidato de consenso” a Pancho Madrigal, posiblemente el primer candidato presidencial virtual en la historia política de la humanidad. Y no digo esto como una broma. No hay tiempo para chistes en la Nicaragua de hoy.

Cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que Fabio Gadea Mantilla no fue seleccionado por lo que él es, sino por la popularidad del personaje de su creación. No pudo haber sido seleccionado como símbolo de la lucha contra la corrupción de “Don Daniel” alguien que, como “Don Fabio”, se benefició con puestos, prebendas y hasta carreteras, de su relación con el corrupto Arnoldo Alemán. Tampoco pudo haber sido seleccionado Don Fabio por su intelecto o por sus dotes de estadista, después de todo el veneno y la ignorancia que ha derramado y sigue derramando en sus llamadasCartas de Amor a Nicaragua.

Fabio Gadea Mantilla fue el conejo mágico que algún iluminado sacó del hoyo negro en el que se ha perdido la imaginación política en nuestro país, bajo el supuesto de que los nicaragüenses preferirían votar por Pancho y no por Daniel. Y no podemos negarlo: la selección de Don Fabio es poco menos que brillante en una sociedad en donde la política funciona como la visualizó Coronel Kautz hace cinco años; es decir, como “el juego de la demagogia, la manipulación, el manoseo, el engaño, la venta de ilusiones, la trampa, el jueguito, la compra y venta de voluntades . . . el abuso de la palabra y tráfico de influencias, la media mentira y media verdad”.

La moralidad de PJCh y nuestra inmoralidad

PJCh era enfático en señalar que para que Nicaragua logre superar su miseria, será necesario que la acción política penetre y destierre “la raíz del problema” que ha aquejado por siglos a nuestra sociedad: la corrupta moralidad sobre la que solamente se pueden construir instituciones que no pueden funcionar con eficacia porque carecen de legitimidad.

Y aclaremos algo que con frecuencia confunde en Nicaragua: PJCh no era un pensador romántico o un diletante. Tampoco era un moralista. Cuando hablaba de moral no hablaba de fantasías celestiales; hablaba de una visión normativa enraizada en convicciones por las que uno está dispuesto a sufrir y, como él lo demostró, también a morir. Estas convicciones, señalaba Pedro Joaquín, son necesarias para impulsar una “reforma moral” y para evitar que la política se transforme en una reacción coyuntural y sin sentido de futuro, ya sea contra un Somoza, o contra un Daniel.

Así, para “salir del pasado”, dice PJCh, no es suficiente “reaccionar negativamente contra él”; es necesario, impulsar la política “dentro de un camino positivo”; es decir, dentro de un camino orientado por un horizonte compartido de convicciones, valores y aspiraciones sociales.

¿Cuáles son las convicciones que unifican y orientan a la llamada oposición nicaragüense, más allá de sus estériles declaraciones a favor de un fantasmagórico Estado de Derecho, y su deseo de echar a Daniel Ortega del poder? ¿Serían ellos, por ejemplo, capaces de pronunciar las palabras de PJCh y decir que, en un país como Nicaragua, la democracia debe ser “un instrumento encaminado principal y casi exclusivamente al beneficio de los más pobres”? Y si no creen en esto ¿en qué creen?

El pensamiento y el legado de PJCh está ausente en la política de la llamada oposición democrática nicaragüense. Peor aún, sus dirigentes han manipulado el legado político del Mártir de las Libertades Públicas; lo han vaciado de la ética por la que fue asesinado Pedro Joaquín; y, finalmente, lo han transformado en consignas y etiquetas de mercadeo para ganar, a cualquier precio, en el juego electoral de nuestro desdichado país.

Fabio Gadea, por ejemplo, se envuelve hoy en el manto de lo que PJCh llamó “la revolución de la honradez”. El sentido de la honradez de Gadea, sin embargo, no es, no será jamás, el mismo por el que luchó y fue asesinado Pedro Joaquín.

PJCh jamás hubiese actuado con la ética con la que actuó Fabio Gadea durante el gobierno de Arnoldo Alemán. ¿Puede alguien imaginar a Pedro Joaquín Chamorro negociando puestos en el Parlacen o hablando, como lo hizo “Don Fabio”, cuando justificó el uso que hizo de su relación con Arnoldo Alemán para conseguir que el Estado le pavimentara la carretera de diez kilómetros que conduce a su finca El Galope?

“¿La pavimentación del camino se ha agilizado porque usted es el consuegro del presidente Alemán?”,cuestionó a Gadea Mantilla la periodista del canal de televisión, poco después de que los medios de comunicación revelaran el escándalo. La respuesta del que hoy usa el legado de Pedro Joaquín para venderse como el líder de la “revolución de la honradez” fue: “Probablemente, probablemente, pero eso no es pecado, mi muchachita…”.

Las citas a PJCh están tomadas de: La patria de Pedro: El pensamiento nicaragüense de Pedro Joaquín Chamorro. Managua: La Prensa, 1981; y, Pedro Joaquín Chamorro, 5 P.M. Managua: Editorial Unión, 1967

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