¡Vaya diferencias!
Hugo J. Vélez Astacio
hugoveleza@yahoo.com
En un escrito sobre
Simón Bolívar como modelo revolucionario, un escrito de hace aproximadamente 10
años, don Manuel Aragón Buitrago, a
propósito de la gallarda vida del libertador, que lo empeñó todo, en búsqueda
de la independencia y la libertad de su patria Venezuela, de Colombia, Perú,
Ecuador y Bolivia, termina preguntando: ¿Qué parecido enfrenta usted lector
entre el Libertador Bolívar y los “libertadores sandinistas”?
Para ese entonces el Orteguismo
se frotaba las manos ante el zarpazo a la gobernabilidad de la nación, por el
recién pacto realizado con Arnoldo Alemán. ¡Ay don Manuel! ¡Salve a los nicaragüenses y a
Nicaragua del Orteguismo de ahora!
Valorar los parecidos nunca ha
cabido, sino hablar de sus diferencias, es lo más sensato.
Simón Bolívar se entregó por
entero a la lucha libertadora, a su lucha por la independencia de su gran
patria, del coloniaje español. De ahí que su figura es incomparable dentro de
la historia hispanoamericana. Con gran fortuna por herencia no dudó invertirla
y ponerla a la orden de la causa de su lucha independentista. Culto, había leído
a los pensadores, como Voltaire, Rousseau, Locke, y Montesquieu y en sus
relaciones y viajes conoció al emperador Napoleón Bonaparte y al padre de la
geografía moderna universal Alejandro de Humboldt.
En su empeño, su carácter fue
firme e intransigente, y con miras a ver la luz de la libertad, terco afirmó: “¡Si la naturaleza se opone a nuestra lucha
por la independencia, en contra de la naturaleza lucharemos y haremos que nos
obedezca!” A más de 150 años, la historia confirma que fue consecuente como
hombre de acción y pensamiento. Ese era en gran manera el gran Bolívar, el
mismo al que Rubén Darío le cantó en su oda, cuando apenas aún tenía 15 años,
todavía no 16:”¡Salve al cóndor andino/que al Chimborazo arrebató su
llama!/¡Salve al genio divino/que clamó al torbellino/en medio del hervor del
Tequendama!”.
Después de una intensa y larga
campaña militar que duró muchos años, y que incluyó celebres victorias como la
de Boyacá y la de Carabobo en la derrota definitiva al conde de Cartagena
general Pablo Morillo, y la de Ayacucho ganada por el general Antonio José de Sucre,
con la que concluye la presencia y el dominio colonial de España en el
continente, el libertador en actitud de gran modestia, renuncia a los poderes
militares concedidos y a las recompensas ofrecidas, muy claro “que las armas dan la independencia, pero que
las leyes darán la libertad” de ahí su concepción del mantenimiento de un
estado de derecho a fines de garantizar el progreso de las naciones, pero
siempre y cuando los “legisladores actúen
bajo una escuela de moral”. Bolívar como hombre de pensamiento con ideal
republicano afirmó: “Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo
ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos." Aborrecedor de los tiranos y
dictadores, de esos caudillos que acumulan el poder manipulando las necesidades
de los más desposeídos, indicó que “país
de esclavos es aquel en donde uno solo ejerce todos los poderes”, mismos,
que son energúmenos dictadores y
violadores de las leyes en que solo les interesa “mantener al pueblo en la ignorancia como instrumento ciego de su propia
destrucción al ser la esclavitud hija de las tinieblas”.
Al conocer y tomar conciencia del legado del
libertador Bolívar, volviendo a ver al caudillo populista y dictador del
orteguismo, centralizador del poder como presidente inconstitucional,
responsable caprichoso y culpable de la falta de institucionalidad y democracia,
vemos un mundo sustancial de diferencia. Sin embargo vilmente se manipula la
miseria y la pobreza que abunda en nuestro país. Se abusa de la cooperación
bolivariana en búsqueda de la creación una casta familiar económicamente
portentosa muy superior a la que Somoza fue en el pasado reciente. ¡Vaya
revolución del orteguismo!
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