El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
jueves, 19 de julio de 2012
Don Onofre, don Procopio y doña Procopia: devotos de la honestidad
Se sospecha que don Procopio y doña Procopia nacieron, como Onofre, en algún lugar de Nandaime de cuyo nombre no puedo acordarme. Es fácil deducir que son contemporáneos, de 1930, y si bien entre ellos se llaman de usted y de don, lo hacen por un sentido de afecto, respeto y sobre todo de complicidad. No ha podido ser moderado el sueño de los tres, porque en esta patria que uno trata de soñar grande, si uno se duerme ocurrirá que despertaremos en la cotidiana pesadilla que vivimos (los dinosaurios estarán ahí) y de tan pequeño que se vuelve el territorio nacional por usurpado por monarcas y funcionarios, uno corre el riesgo de ser condenado a parpadear de pie, con todo ya perdido, por el resto de nuestros días. Esa llamada de alerta es la que, “mantenedores de la verdad” y devotos de la honestidad, este trío de mosqueteros de la libertad mantiene en las pláticas de la columna periodística “Don Procopio y doña Procopia”, que desde 1995 hasta principios de enero de 2012, se mantuvo en un periódico que el viento se llevó.
Es por eso –porque “los enterrados fueron ellos”- que no voy a decir que esta columna murió, sino quienes la enterraron, siendo, como lo fue y es, una verdadera joya del humor en la historia del periodismo nacional, combinando lo cotidiano con los sucesos políticos y sociales más importantes, desde una perspectiva de sana ironía y de un claro e inclaudicable compromiso con el deber de ser dignos y honestos. Un sentido de esa magnitud de la ética, no cabía ya en el periódico del que fue cremada. Pero sí me parece y regocija el que la publicación de este libro sea algo así como lo que en mi infancia fue “La vuelta del zorro”, a lo mejor la última de las películas de “El Zorro”, que reflejaban las aventuras de un enmascarado justiciero, cuya saga yo no quería que terminara jamás. La vuelta de don Procopio y doña Procopia, otra vez platicando a viva voz, poniendo el dedo en la llaga, es a la vez que un valiente testimonio que señala el proceso de corrupción de Nicaragua, una cronología de hechos aborrecibles que, por la forma de ser tratados con humor, no marcan una ruta hacia la desesperanza sino, como debe ser, hacia la verdad, aunque a Onofre –y cito de Cervantes- “le cueste la vida defenderla”.
El asunto es, volviendo a temas cervantinos que ya abordé en mi Introducción a “Sea moderado tu sueño” del mismo Onofre, que en este bregar y cabalgar ya no por la Mancha, sino por esta nuestra dulce tierra manchada por tantos sacrificios aparentemente inútiles, no puedo dejar de ver al terco Caballero de la Triste Figura, cabalgando en su eterno Rocinante, y abandonados lanza y armadura, llevar por temible acompañamiento y escuderos, en ancas, a don Procopio y doña Procopia, quienes no cesan de platicar, para junto con Onofre, llegado el momento, descabalgar a la sombra de alguna encina, de manera que en tan propicio sosiego este nuevo don Quijote tome notas de aquellas pláticas que hoy celebramos. ¿Habrase visto mejor forma de demostrar que sí existen los molinos de viento y que sí son derrotables?
Muchos han acompañado a don Quijote en esta cabalgata, haciéndose cómplices de prólogos, presentaciones e introducciones, carátulas de libros del Onofre lingüista, historiador del movimiento obrero, biógrafo, articulista y columnista. Valga mencionar en estos menesteres honrosamente Quijotescos, a los Rothschuh Guillermos e igual a los Rocha Luises, a Kiko Báez , a Sergio Ramírez Mercado y a Pedro Xavier Molina. Una sola polvareda levantan los corceles de todos estos mosqueteros seguidores y admiradores de un D’Artagnan sin cardenal, rey o reina. Un D’Artagnan que también ha sustituido a Atos, Portos y Aramís por don Procopio y doña Procopia, el matrimonio de las confidencias de Onofre, y algunas veces, muy pocas, hasta de las imprudencias, pues sabido es que ambos no tienen pelos en la lengua ni Onofre en la pluma.
Precisamente en esta recopilación de las pláticas de don Procopio y doña Procopia se hace énfasis en la cara más siniestra de la corrupción: el fraude, que tiene de apellido electoral. El sinuoso camino del fraude electoral se construye a base de prebendas, cinismo, enriquecimiento ilícito, fundamentalismo religioso, nepotismo, chantaje laboral a los votantes que son empleados públicos, y por supuesto con la mano de obra de los beneficiados por esta devoción a la corrupción. Es el camino que conduce hacia la reencarnación de la estirpe sangrienta en la actual familia gobernante. El camino hacia la reelección perpetua, con urnas preñadas de votos fraudulentos, contados por devotos de ese fraude. Con semejantes motivos es que en este libro don Procopio y doña Procopia nos platican de esta monumental aberración histórica; la denuncian y dejan su denuncia como un testimonio social y político de una época negra y chicha, porque estos textos tienen mucho que decir hoy y mucho tendrán que decir en el futuro. Don Procopio y doña Procopia no susurran en nuestros oídos. Gracias a la pluma de Onofre, sus palabras, con todo el filo de la verdad, gravitan sonoras y valientes en nuestras conciencias. Contagian con la risa de la libertad.
LUIS ROCHA.
“Extremadura”, Masatepe, 4 de julio de 2012.
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