Quiero escribir sobre seguridad desde hace días, y me pregunté: ¿Desde qué enfoque abordo éste tema? ¿Qué ángulo abordo, qué me quita el sueño, cómo me siento en mi casa, en mi país, en la calle? Así he reflexionado sobre el Festival de Blogs 2012 que está por finalizar justo hoy y por el cual se ha creado un montón de contenido junto a reflexiones interesantes desde los ángulos de varios bloguerxs que participaron en el evento. Pero entonces, en estos días que he estado en proceso de recuperación de una operación, simultaneamente mi familia está atravesando una crisis que les quiero narrar y tiene que ver con mi sentido de seguridad:
-Domingo 08 de julio, el día del cumpleaños de mi hermano (menor), escuché en la casa de la posibilidad que personas allanaran nuestra finca. Este tipo de alertas han ocurrido un par de veces desde que nos la devolvieron, después de confiscada a través de la reforma agraria, en el 2002, entonces pensé que talvez no pasaba o sólo nos estaban “metiendo en miedo”, la conversación siguió amena y todos seguimos con nuestras vidas.
-Martes 10 de julio 10:00 a.m. me escribe la Selene diciéndome, ¿Has hablado con mi mamá? Parece que algo pasó en el Paraíso. (Nuestra finca que está en la carretera entre Las Esquinas y Diriamba). No. Le contesté. Voy a llamarla.
-No contesta.
-Llamo a mi nonna, mi abuela de 75 años y la siento alterada. Tu mamá está en la finca. Entraron a tomársela, no sé que pasó, pero parece que la golpearon.
Luego recurro a mi tío, uno de los hermanos de mi mamá.
-Sí, antes de que llegaramos varios policías entraron a la fuerza y agredieron a tu mamá. Nos sacaron y vamos para el hospital a revisarla.
Todo esto sucedió entre que llegué al trabajo y mi hora de almuerzo. Con muchísimas cosas encima y tratando de informarme sin crear un estado de pánico ni stress en la oficina. A la una pudimos hablar:
-Mama, ¡¿Qué pasó?!
-Unos policías, como 15, vinieron. Me ahorcaron y me quitaron el rifle y se tomaron 10 manzanas de propiedad.
-Pero mama, ¿tenían alguna orden judicial? ¿Cómo puede pasar esto? ¿No entiendo?
-Me dice mi tío: Muy simple, en este país el más fuerte es el rey…
El más fuerte es el rey, me resonó en la cabeza por un par de segundos…
Al día siguiente me operaron de la rodilla y mi mamá fue al CENIDH a dar sus declaraciones y ha salido en varios medios de comunicación nacional denunciando este atropello , tanto de la persona que está tratando de apropiarse de estas tierras, ya que su caso no es legal (la CSJ ya había dado un fallo a nuestro favor) y de la Policía Nacional que irrumpieron en una propiedad privada y maltrataron a mi madre.
Dudo que puedan hacer algo. Los policías se resguardan entre ellos…
Ante esta situación tan irreal quiero reflexionar sobre qué me da seguridad a mí
Mi madre es mi todo, a la que recurro en tiempos de miedo. Mide metro y medio. Es delgada, dadivosa y trabajadora como nadie. En estos momentos es la que está frente a la finca y vive en un mundo de machos que la respetan, la quieren y saben que pueden contar con ella en cualquier momento. Verla en esa posición, que la agredieron, la golpearon sólo porque se detuvo ante una injusticia (sin miedo y siendo más valiente que cualquiera de nosotros), me hierve la sangre y me da unas ganas de haber estado ahí para ponerme junto a ella y que nos apiporrearan a las dos.
Mi familia es mi estado confederado. Y aunque a veces digo que son bien peculiares, son los únicos que han provisto por mí cuando estoy enferma, necesitada, sola. Juntos hemos tenido tiempos de crisis, exilio, dolores inconclusos, es cierto. Pero son mi segundo referente más cercano de seguridad, a pesar que dentro de ella también hayan pequeñas explosiones de violencia, como oí hace poco: “blood is thicker than water”. Y hay cierto valores que tiene mi familia con los que comulgo totalmente. Entre ellos la honradez y el amor por la tierra, la gente y el trabajo (aunque sí las nuevas generaciones son más urbanas) cito a mi mamá: “Mi familia ha trabajado en esta tierra, mi padre (mi abuelo) murió por esta revolución, las armas para la revolución estaban aquí y hasta la Guardia nos llevó presos, esto es injusto”.
Mi país, Nicaragua, tiene una goma moral que no se le quita. Es un estado corrupto, controlado por muy pocos, donde se hace visible a todas luces: El más fuerte y el que tiene la papa es el rey. Algo con lo que no me siento en nada identificada, las leyes no sirven más que para recaudar impuestos. El organismo que debe velar por la seguridad de los ciudadanos intimida, negocia con narcos, sirve para el que le da dinero y atropella a quienes no se lo merecen. Usan la violencia para intimidar y lograr sus fines que generalmente son económicos. ¿Qué seguridad me provee a mí, si ni a los delincuentes pueden agarrar?
Ver como la policía ataca a mi familia y peor aún ataca a la persona que me dio la vida, que no estaba haciendo nada más que defender lo suyo, me deja un sabor de boca de que aquí es sálvese quien pueda y estamos siendo violentados a un grado indescriptible. Definitivamente sólo nos queda el derecho de protestar a través de los medios. Pero esta protesta (como leí en uno de los comentarios de La Prensa ) se asemeja a la protesta del chancho: entre más grita más le meten el cuchillo. Igual que pasa con todas las injusticias por las que uno se levanta y pide su derecho constitucional de expresarse.
Tristemente llegué a esa conclusión que vivimos en panorama de contradicciones, que no tenemos a quien recurrir, que los pocos canales de expresión se están cerrando, que sí no sos gringo tus derechos no valen en tu propio país, que aunque la gente te simpatice, no va a hacer nada, por el miedo y simplemente porque siempre hay alguien más fuerte cerca…
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