La comisionada Aminta Granera pidió perdón a las trabajadoras sexuales organizadas de varios departamentos del país. Es cierto que hay estigmas sociales que afectan la vida e integridad de las mujeres que se ven obligadas a desempeñar ese oficio por falta de oportunidades y por necesidad de sobrevivencia. Es muy cierto que en la Policía Nacional no se ha desarrollado sensibilidad para entender que esas mujeres no son delincuentes, no merecen mal trato, sino protección.
Muy bueno el gesto de pedir perdón, pero esperemos que la jefatura policial asegure que en la Escuela de Policía se forme a los policías de línea y a los que ocupan cargos de jefatura, para el respeto, la promoción y la defensa de los derechos humanos de los nicaragüenses sin distingo de oficios, posición social, económica o política.
Por que también hay problemas a causa de la pobreza como condición social. Hace unos días encontré un destacamento de policías estacionados frente a la propiedad de un importante empleado de la familia Ortega, en la carretera a Masaya. ¡Cuántos barrios pobres no quisieran tener una patrullita de policías de esas para tener algo de seguridad!
En cuanto a la posición política, sería una buena señal que la comisionada Granera pidiera perdón a todas aquellas personas que han carecido de protección policial cuando han sido atacados por defender o luchar por sus derechos, a quienes han sufrido represión del orteguismo a vista y paciencia de la Policía; a quienes han sufrido daños físicos y en sus propiedades por pandillas delincuenciales usadas por funcionarios gubernamentales; a quienes se les ha negado el derecho de movilización pacífica y cívica por capricho de los que detentan el poder.
También sería una buena señal que, además de pedir perdón, la jefatura policial garantice que se deje de obligar a los policías a actuar como fuerza particular al servicio de los intereses de la familia Ortega; que asegure que la Policía Nacional actúe como tal, como lo manda la Constitución y las leyes, apegada a derecho, para proteger y servir a todos y todas las nicaragüenses por igual. Así, una próxima vez, podremos felicitarnos de contar con una fuerza policial que cumple con sus deberes en todo tiempo y lugar, en cualquier circunstancia, para beneficio de todos.
Muy bueno el gesto de pedir perdón, pero esperemos que la jefatura policial asegure que en la Escuela de Policía se forme a los policías de línea y a los que ocupan cargos de jefatura, para el respeto, la promoción y la defensa de los derechos humanos de los nicaragüenses sin distingo de oficios, posición social, económica o política.
Por que también hay problemas a causa de la pobreza como condición social. Hace unos días encontré un destacamento de policías estacionados frente a la propiedad de un importante empleado de la familia Ortega, en la carretera a Masaya. ¡Cuántos barrios pobres no quisieran tener una patrullita de policías de esas para tener algo de seguridad!
En cuanto a la posición política, sería una buena señal que la comisionada Granera pidiera perdón a todas aquellas personas que han carecido de protección policial cuando han sido atacados por defender o luchar por sus derechos, a quienes han sufrido represión del orteguismo a vista y paciencia de la Policía; a quienes han sufrido daños físicos y en sus propiedades por pandillas delincuenciales usadas por funcionarios gubernamentales; a quienes se les ha negado el derecho de movilización pacífica y cívica por capricho de los que detentan el poder.
También sería una buena señal que, además de pedir perdón, la jefatura policial garantice que se deje de obligar a los policías a actuar como fuerza particular al servicio de los intereses de la familia Ortega; que asegure que la Policía Nacional actúe como tal, como lo manda la Constitución y las leyes, apegada a derecho, para proteger y servir a todos y todas las nicaragüenses por igual. Así, una próxima vez, podremos felicitarnos de contar con una fuerza policial que cumple con sus deberes en todo tiempo y lugar, en cualquier circunstancia, para beneficio de todos.
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