El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 24 de julio de 2012

Putín aprueba en cascada leyes que acentúan el autoritarismo en Rusia



Lo que sucede en cualquiera de los países "hermanos" del sistema Hugo Chávez, replica en los demás. 
¡Atención Nicaragua! OJO
Asfixiante Putin

El Kremlin aprueba en cascada leyes que acentúan el autoritarismo en Rusia


Le han bastado a Vladímir Putin dos meses, desde que asumiera por tercera vez la presidencia, para incumplir sus promesas electorales y dar marcha atrás al timidísimo aperturismo impulsado por su predecesor y acólito Dmitri Medvédev. El obediente Parlamento ruso, que recientemente legislaba para mantener drásticamente a raya las protestas antigubernamentales, sigue aprobando en cascada y a toda prisa leyes encaminadas a restringir las libertades políticas, se trate de controlar Internet mediante una lista negra de sitios “nocivos”, de recriminalizar la difamación o de poner a los pies de los caballos a las organizaciones no gubernamentales.

La ley sobre las ONG, aprobada por la Duma y firmada por Putin el pasado sábado, les coloca al borde del Código Penal, sobre todo si reciben ayuda exterior, en cuyo caso deberán someterse a draconianos controles y registrarse como “agentes extranjeros”. El Kremlin sabe que para un ruso corriente estas dos palabras equivalen a la demonización de unas organizaciones que, entre otras finalidades, intentan promover el cambio en Rusia y cuyas actividades suelen abarcar desde la fiscalización de las elecciones —tan necesaria, a la luz de la experiencia— hasta la denuncia regular de la corrupción o la manipulación de la justicia. Algunas ya han anunciado su rechazo.

En su propia y con frecuencia ambigua letra, estas normas que precipitadamente ha impulsado el Kremlin —adoptadas, según los propagandistas de Putin, a semejanza de las vigentes en países occidentales— serían más que cuestionables en países bajo el imperio de la ley y con una prensa libre. En la autoritaria y discrecional Rusia, donde se dan la mano la corrupción tolerada y la docilidad de los tribunales, equivalen a un cheque en blanco para que el Gobierno incremente la represión de disidentes y críticos.

A Putin, tras 12 años de poder ilimitado, parece no bastarle con haberse colocado en el lado más siniestro de la historia, con su apoyo a ultranza a Bachar el Asad. El presidente ruso, crecientemente abandonado por las clases medias urbanas de su país y a quien nunca le ha interesado la emergencia de una sociedad civil, pretende consolidarse con medidas autoritarias y una retórica cada vez más nacionalista. De nuevo conduce a Rusia en una dirección equivocada, que la aleja de las democracias entre las que pretende incluirse.

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