"El campeón dejó de respirar y quienes se aprovecharon de su carisma ni siquiera se acuerdan de su muerte. En su tumba no hay flores rosado chicha".
Uno intuye que cuando te cuentan sobre un gran campeón del boxeo que estelarizó épicas batallas, que fue campeón del mundo tres veces, y que es referente mundial de este deporte, podría haber muerto en pleno combate con los guantes puestos, o de vejez en su casa, o enseñando boxeo, pero nunca que muriese enigmáticamente a los 57 años de edad.
Pero como en Nicaragua los enigmas se fabrican cuando dan la gana (¿o convienen?), no era de menos esperarse que el gran campeón Alexis Arguello pereciera víctima de un enigma, hasta ahora tartamudamente explicado, privando a jóvenes boxeadores en el gimnasio del consejo de una leyenda.
Soy de los que se rehúsa a creer que “el flaco explosivo” se haya auto-noqueado. Para noquear a un campeón se necesita otro campeón, que en este caso fue la política inmunda.
Y como se inventó un enigma yo me invento una teoría. Vuelvo al origen. ¿Qué necesidad tenía Alexis de coquetear y luego comprometerse con una causa política? ¿Quizás fama? No lo creo, Nicaragua y el mundo – todavía – recordamos su grandeza antes de cada pelea por títulos mundiales, cuando en el video histórico de las estrellas del boxeo sale Alexis, el flaco de Monseñor, destrozando la humanidad del “Púas” Olivares. Entonces fama no era.
¿Quizás dinero? Es probable. La política da dinero fácil como lo da el narcotráfico, y ya ven, el tiempo enseña que los finales en ambos casos siempre son iguales: funestos. Y el problema que reparar el error cometido no se puede, menos cuando hay muerte de por medio.
Es por eso que se confabuló un enigma para explicar la muerte del gran campeón, que por muy dado a su adicción y a sus problemas psicológicos, es muy improbable que la historia haya acontecido como lo dice el dictamen de Medicina Legal.
Pero esto que les cuento no me lo contó nadie, yo me inventé esta teoría delante de mi escritorio ante el enigma, mientras recuerdo las anécdotas que mi abuelo me cuenta de Alexis. Como cuando todos los nandaimeños se fueron en un carro apretujados hasta Panamá a ver la pelea de un imberbe Alexis contra el “Ñato” Marcel.
“Aunque Alexis perdió, le metió unos pencazos al “ñato” que hasta nosotros nos dolían. ¡Pam, pam!, se pegaban una y otra vez. Resultaba hasta morboso. Al final de la pelea todos los nicas nos fuimos tristes. Terminamos en un restaurante de mala muerte de comida china, y las cervezas hicieron más digerible esa derrota”, recuerda mi abuelo.
Y las anécdotas de Alexis fluyen como aguas trepidantes de un río, pero no su vida, truncada por un disparo en su pecho el dos de julio de 2009. El día que Alexis perdió –insisto- enigmáticamente su vida.
El campeón dejó de respirar y quienes se aprovecharon de su carisma ni siquiera se acuerdan de su muerte. En su tumba no hay flores rosado chicha.
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