Onofre Guevara López
Un dato de vieja data: las sociedades humanas
tienen infinitas contracciones. Algunas son visibles para todos, pero son los estudiosos
quienes descubrieron que las luchas de clases que provocan las contradicciones,
son fuerzas motoras de los cambios.
Para la solución de esas contradicciones hay alternativas
violentas y pacíficas. Algunas veces, esas contradicciones se pueden resolver por medios políticos no siempre sangrientos, aunque
tampoco beatíficamente pacíficos.
Se crea o no en la dialéctica, enfrente están
los hechos siempre en choque, como en Paraguay, de los cuales se hacen cargo de
interpretar los intereses de clase que en cada opinión se manifiestan.
En el caso del golpe de Estado paraguayo, desde
la derecha se aferran a juzgarlo solo por lo visible en la superficie: el
aspecto formal administrativo del
Estado, en que se amparan los golpistas. Dejan en el lado oscuro de la historia,
la explotación de tierras y hombres, más la entrega secular a intereses
extranjeros de los protagonistas del golpe.
Ese mismo golpe contra el presidente Fernando
Lugo, provocó la condena de Daniel Ortega desde la “izquierda”, con el respetuoso
apego a las leyes que le caracteriza. Él no tolera irrespetos a la voluntad del
pueblo paraguayo. Pero quienes no sufren de Alzhaimer, ni mucho menos, recuerdan
que Ortega lleva tres elecciones consecutivas irrespetando la voluntad del
pueblo nicaragüense, y prepara el cuarto golpe fraudulento al Estado de Derecho. El señor Ortega hasta podría decidir limpiarse
el rostro dictatorial, cambiando a su Consejo Electoral. Sería la trampa perfecta
para ciertos opositores, pues Ortega podría cambiar a todos sus magistrados,
porque ya tienen aceitada la maquinaria electoral para que funcione
perfectamente, como siempre ha funcionado.
Otra de don Daniel: con el sentimiento
antiimperialista con que anima sus negocios políticos y económicos, promete “vengarse”
de los Estados Unidos por haberle suspendido “el waiver” de la transparencia.
¿Cómo? Impidiendo que vengan sus dólares
a manos de los “agentes del imperialismo”. Para Ortega, esos dólares dejan de
ser malos cuando llegan a sus manos.
Ortega, para demostrar lo injusto de esa
decisión gringa, le ha pedido al gobierno estadounidense que solicite informes
al FMI y al Banco Mundial sobre su buen comportamiento y fiel cumplidor de sus
órdenes. Entonces, ¿de cuál imperialismo
cree Ortega que dependen estos sus queridos organismos internacionales?
Una más de Ortega: Federico Franco, el
golpista paraguayo, dijo que: “Gracias a Dios y la Virgen” (…) va a entregar el
gobierno el 25 de agosto de 2013. El clan Ortega-Murillo renovó el control del poder
dando golpes a la Constitución, y le dio “gracias a Dios y a la Virgen”. Pero como
la contradicción entre Franco y Ortega es solo formal, ¿a favor de quién
decidirán Dios y la Virgen?
Una de narcos: la Policía se la juega a
diario capturando drogas y narcotraficantes. Ha capturado a uno en el Caribe, de esos que
se construyen palacetes millonarios en
medio de una población empobrecida, como si se sacaran la Lotería cada semana. Pero como ese señor tiene sus “programas sociales”, sus protegidos reclaman su
libertad. Buen negocio es tener
“programas sociales”, ¿no?
Y una de allá: los países del Brics –Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica— a los que se le sumó México, ayudarán a la Eurozona
en crisis, en especial España y Grecia, con 85 mil millones de dólares: 35 mil
China y diez mil cada uno del resto. El mismo día que Alberto Alemán Aguirre, dio
esta noticia en un artículo (El Nuevo Diario (27/6/2012), se publicó otro del
New York Times, con una foto, reflejando las miserables condiciones de higiene
y salud en un barrio de Mumbai, India.
No era necesaria la foto ni los datos para saber
que entre los pueblos del Brics, salvadores de Europa, hay miseria. Tal
contradicción de darles a los ricos y negarles a sus pobres, refleja una
solidaridad de clase entre gobernantes del Brics con los gobernantes de países ex
colonizadores suyos, incluso. Para los
millones de pobres de esos países –en México son casi 60 millones, la mitad de
su población—, eso no es problema. Han sido tan abandonados, que ya olvidaron qué
significa la solidaridad. Además, ni de su clase son.
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