Hugo J. Vélez Astacio
hugoveleza@yahoo.com
En los últimos meses don Manuel
Aragón Bermúdez, en búsqueda de desmitificar la figura del poeta Rubén Darío o
como dice él, de “desenroscar” el encumbramiento que a niveles míticos los
darianos nos hemos encargado hacer del poeta en Nicaragua, ha emprendido una
campaña a través de una serie de artículos y conferencias aclaratorias “supuestamente” sobre su figura, ante
problemas sociales y políticos de entonces en la época en que le tocó vivir.
De ahí su
conferencia-debate con el dariista Jorge Eduardo Arellano (JEA), después de “reprocharle a Darío dos calificativos
controversiales” de “antiobrero” y “racista”. Es de mencionarse que estando en Cuba en un círculo de
hombres de color y ser tratado tan admirablemente –cuenta Oswaldo Bazil sobre
Darío- “Me obsequiaron con champagne y me
nombraron negro honorario”, otorgándole un diploma, sin olvidar –como lo
recordó JEA- la vinculación que mantuvo con “Liga
Obrera de Valparaíso”, que lo despidió con un ágape al retornar a Nicaragua”; previo la publicación de un artículo tildando de “Traidor”, por supuestamente no ser consecuente políticamente, a la
amistad brindada por el ex presidente salvadoreño don Rafael Zaldívar, dejando
a un lado que Rubén siempre le recordó con gran aprecio y cariño, incluso dedicándole
su poema “Alegoría”, para después don
Manuel indicar a través de un artículo titulado “Dolorosa historia” que Darío como poeta, al divertir buscando estrellas por versar
sobre las flores y frutas resultó ser perjudicial y dañino, al sufrir de epidemias que “desbastan y desfiguran”, propio de
diversionistas, que desvían la atención de hechos lamentables y dolorosos de
nuestra historia. Después la publicación de su artículo “Darío antisocialista”, en la que persiste en sostener que Rubén era
antiobrero según lo publicado en su artículo “Dinamita”, llegando a afirmar que lo dicho por Darío son inmundicias
o excrementos propios de un poeta borracho producto de su enfermiza doble
personalidad. Y su último artículo publicado “Crítica a “Salutación al Águila”, en donde posiblemente influenciado por las
diatribas antiimperialistas del inconstitucional presidente a propósito de la
celebración del 19 de julio, le llega a cuestionar hasta decir que: “Darío fue el primer nicaragüense en desear la intervención en nuestro
país de los “enemigos de la humanidad”. ¡Vaya delirio o alucinación de don Manuel! ¡Pero,
don Manuel es erudito! Nuestro respeto. Pero…
Si bien Darío a casi un siglo de su muerte, es un
clásico de la literatura castellana, como precursor y líder del movimiento
modernista, “no fue únicamente poeta en
verso; también lo fue en prosa y en las ideas; -como afirmara Mejía
Sánchez, sino-, además narrador,
ensayista, conferenciante, periodista, diplomático y hombre íntimo, muy
peculiar del mundo hispánico”. Previo visionariamente el maestro don Marcelino
Menéndez Pelayo había revelado que sería una estrella poética a prevalecer en
el horizonte. Y reconocimientos tuvo en vida por doquier principalmente en
otros países y otras lenguas, mientras en su propia tierra natal se ensañaban
contra él, negándole méritos y levantándole calumnias. Toda su vida fue justo y
bueno, por más que injustos fueran con él. Una vez, ante un escrito de don
Mariano Barreto que decía: “Ya sabrán mis
lectores que Rubén, en cuyo corazón no palpitó jamás el amor a la Patria, se ha
hecho ciudadano argentino”. Darío en carta a un amigo le decía: “Voy a hacerle un encargo. He visto diarios
de Nicaragua que me han remitido la noticia de que he renunciado a la
ciudadanía nicaragüense. Ruégole desmentirla”. ¡Ante los detractores, ante
los injustos de hoy, en eso estamos Rubén, en eso estamos Poeta!
Antes de continuar, he de decirles, que muy a pesar
de ser Rubén justo y bueno, estuvo tres veces en la policía/cárcel. Una vez ya difunto, cuando su cerebro fue llevado
hasta la policía ante la disputa sobre el derecho de propiedad, entre su amigo
el sabio Luis H. Debayle que lo quería para estudio en favor de la ciencia, y
su cuñado Andrés Murillo, hermano de su segunda esposa Rosario Murillo, la
misma causante del acto doloroso de violencia y engaño, que fue funesto durante
toda su vida. Otra, cuando acusado de
vago fue condenado a trabajo
social público por varios días. La sentencia fue revocada al demostrar el joven
Darío que no se podía ser vago, cuando era profesor asistente en el colegio en
que entonces cursaba. El director del Colegio testificó a su favor. Y una
tercera, por ser inquieto en clase, por lo que fue llevado al calabozo del
colegio por el inspector de apellido Aragón llamado Macario, mismo inspector
Aragón que fue batido a limonazos por sus amigos compañeros de clase por su
duro proceder.
Por justicia a propósito de los señores de apellido
Aragón, hemos de recordar a don Antonino
Aragón sustituto de don Modesto Barrios, como director de la Biblioteca Nacional
quien lo había nombrado colaborador. Don Antonino contribuyó a la formación del
entonces joven genio poeta, “al pasar
(Rubén) largos meses leyendo todo lo posible”, gracias a que don Antonino,
más que jefe, era del joven Rubén, su amigo y protector literario. ¿Don Manuel,
es don Antonino pariente ancestro de usted?
Yo tuve el placer de estar en el teatro Rubén
Darío, el pasado 9 de julio; lugar y fecha de la conferencia/debate sobre el
tema antiobrero y racista de don Manuel. Exposición limitada por don Manuel a comentarios sobre el artículo de Darío
titulado “Dinamita”, que poco persuadió a los asistentes. Con igual atención e
interés escuche lo expuesto por su invitado a debatirle don Jorge Eduardo
Arellano, quien contextualizando dicho artículo le rebatió, brindando por igual
datos históricos, sin dejar de indicar la responsable coherencia sistemática
que Darío mantuvo en cuanto a las ideas fundamentales de su proyecto vital como
renovador poético, y promotor cívico con ideas humanistas, así como de escritor
profesional, critico social y periodista responsable con aguda virtud observadora.
(ver artículo “Rubén Darío ¿antiobrero?”
de JEA, en END 14/07/12 ). Ante el error de don Manuel de no contextualizar los
textos de Darío, al final del evento y es algo que confieso, creí que le haría
reflexionar mucho, a fin de retomarlo para variar sus ideas y criterios manejados
en contra de la figura y personalidad del hijo dilecto de su patria natal.
Sin embargo, la realidad me ubica, estar ante la
persistencia de una terquedad equivocada, con unas raíces de oscuro fondo
ideológico, que lejos de desmitificar la figura de Darío, tiene en su
pensamiento desfigurar su personalidad y cuestionar políticamente la
integralidad de lo que Darío significa como líder del movimiento modernista. Razones
que hace necesario enfocar el análisis en correspondencia al cuestionamiento
político emprendido por don Manuel. Rubén Darío fue el líder del movimiento modernista,
“un movimiento de libertad que le tocó
iniciar en América, y que se propagó hasta España, en donde tanto aquí como
allá, el triunfo se logró”. Sin embargo aún recibe críticas, y aun recibe “piedras”, en búsqueda de afectar su
imagen y su personalidad. Rubén Darío no es un simple mortal. Darío perdura en
el tiempo, en mármol y bronce. Ante el acecho antidariano, atenta al orden de sus virtudes sociales y
políticas. Es toda una pretensión o porque no decirlo claramente, es un ataque
a su personalidad y a lo que como figura, Darío representa.
Es importante tener presente que su canto de vida y
esperanza, fue el canto de toda su vida, dentro de un movimiento de libertad
como algo fundamental que en el plano político se conceptualiza como
liberalismo del pensamiento integral, que en su tiempo fue acosado por el
dogmatismo antiliberal promovido en su época por el sistema socialista de corte
marxista, simbolizados por los anarquistas radicales de su época. Darío dentro de su proyecto de modernidad
siempre mostró una actitud liberal ante el mundo. El ácido de la crítica
marxista persiste y la crítica se mantiene, llegando a indicar que el
modernismo hispanoamericano es un gusto de carácter feudal en defensa de
prácticas capitalistas. Al tener presente lo anterior, se observa el sentido y el
fondo de la crítica expuesta en el artículo de don Manuel titulado “Dolorosa
historia”. La idea o búsqueda de minimizar o de empobrecer la personalidad
y figura de Darío, incluye también la lectura de su magna obra. Y es que el
verdadero pecado de Rubén, es que la modernidad promovida desde su inicio
estuvo asociada a la amplia libertad; un concepto fundamental en su movimiento
modernista, manifestado en lo que siempre promovió: “¡Libertad, libertad mis amigos! Y no dejéis poner librea de ninguna
clase”. El objetivo es desfigurarlo, caracterizarlo como conservador con
ideas y pensamientos retrógrados al servicio de la oligarquía capitalista, al
servicio del poder de entonces. Un Darío antiobrero, un Darío racista.
Pero la labor de Darío, no ha terminado, ya lo
afirmó Jorge Luis Borges, “si alguna vez
lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el
libertador”. El poeta Rothschuh Tablada lo dijo. “Rubén Darío es el revolucionario vestido de abejas. Miel es su canto y
su cerebro panal de muchedumbres…Como revolucionario cuarteó el verso al paso
de su mente liberal…que le llamen neurótico, decadente, raro o satán. No
importa. “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo”
Y ante un testimonio de Rubén, en donde siempre
trató de ser sincero, de decir con valentía su verdad de hombre y de poeta, es
un testimonio tan humano que no lo podrá derrumbar el tiempo. Su legado permanece y sigue vigente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario