* ¿Huyen otra vez los nicaragüenses de un gobierno represivo?
Miami, Fl USA
Por: Roberto Cuadra
"No es exactamente así, afirma un profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Miami. El cronista prosigue con sus preguntas. Le refiere que, consultando con abogados de inmigración de Miami, tres de estos confirmaron, sin proporcionar nombres por asuntos de ética, que numeros nicaragüenses se han acercado a sus oficinas en busca de asesoramiento para aplicar por asilo político en este país.
El profesor universitario tamborilea con sus dedos el escritorio. "Es propable, confiesa, que uns segmento de la población de Nicaragua se sientan frustrados, y esta decepción, abonada con el desempleo y las presiones sutiles del gobierno Sandinista, los empujan, otra vez, a buscar los tortuosos caminos hacia los Estados Unidos.
"Fíjese, apunta el profesor, que no estamos en la época cuando gobernaba este país el Sr. Bill Clinton. El cronista le hace notar notorias similitudes. El profesor obviamente no domina el espinoso tema del exilio de los nicaragüenses.
Este cronista le recuerda: el 19 de noviembre de 1997 el presidente Clinton abrió las puertas de la legalización en este país para que miles de nicas que habían llegado a los Estados Unidos huyendo de la represión brutal y sangrienta del gobierno Sandinista, pudieran permanecer, crecer y trabajar con sus familias sin el terrible temor de una deportación.
Así se produjo la famosa ley NACARA, a la cual se ampararon más de 150 mil ciudadanos nicaragüenses, ahora en su gran mayoría convertidos en ciudadanos norteamericanos, con hijos nacidos en este país.
Ramón Céspedes, del poblado de Chinandega, refiere a este cronista los motivos que lo empujaron, junto con otros amigos, a emigrar a los Estados Unidos. Dice con visible frustación y rencor: "La juventud no tiene espacio para crecer y llevar una vida digna en Nicaragua. Si no sos miembros de la Juventud Sandinista no vas a llegar a ningún lugar. No te dan trabajo, nada..."
Y sigue: "Eramos como diez muchachos que salimos alegres cruzando veredas para llegar a los Estados Unidos. Pero en territorio mejicano cuatro de mis compañeros se perdieron. A lo mejor los secuestraron o los mataron...!quién sabe...!"
Un funcionario del servicio de Inmigración, quien dijo no estar autorizado para brindar declaraciones a la prensa sobre esta nueva oleada de nicaragüenses buscando cómo alcanzar tierras norteamericanas, dijo al Cronista que se han detectado movimientos inusuales de nicas que llegan, en su mayoría cruzando la frontera, con la obvia intención de quedarse y ubicarse poco a poco en un país que poquito a poco los va acogiendo.
Pero advirtió: "No aconsejaría a los jóvenes nicaragüenses que se tomen el riesgo de venirse enfrentando el peligro mortal de las bandas armadas, sobre todo el territorio mejicano. Y este gobierno, en este momento, no contempla alivio alguno para estos muchachos..." aconseja.
"Sería mejor que se quedaran", terminó diciendo.
Un periodista nicaragüense que trabaja en uno de los diarios de mayor aceptación en Nicaragua, dijo a este Cronista, en relación a esta crónica de tres (el segundo y el primero aparecerán más adelante), "que nada anda bien en el país. Se respira en el aire --enrarecido por la grotesca corrupción y el total irrespeto a los poderes del estado--, como que de repetente va a reventar un polvorín..." dice.
"Pero la culpa de todo esto, pregunta, ¿de quién es? Los partidos políticos y sus líderes sabían que si no abandonaban sus intereses mesquinos por el bien de la patria, todo estaba perdido. Ahí tenemos las abrumadoras consecuencias', afirma. "Ortega y sus corruptos se robaron las elecciones. Los observadores de la Unión Europea fueron unos flojos, aunque se dieron perfecta cuenta que hubo un fraude gigantesco", finalizó diciendo.
Pero Petronila Mayorga, originaria de uno de los pueblos de Carazo, ofrece una visión más optimista para sus coterráneos. A ella le aprobaron su solicitud de asilo político hace apenas tres semanas. Basó su petición en un bien fundado temor de que si regresaba su vida "se le iba a convertir en un infierno."
Ella era una fogosa activista de uno de los partidos de oposición al gobierno Ortega-Murillo. Las fuerzas de choque sandinista la injuriaban con frecuencia. Le tiraban pedradas a ella y a las paredes y techo de su casa.
LOS PARTIDOS POLITICOS; ¿COMPLICES EN EL DESASTRE?
(Parte II en próximo edición)
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