El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 5 de agosto de 2010

Saramago y su crítica a la izquierda En memoria

August 4th, 2010

Autor: Jairo Alarcón Rodas

En octubre del 2008, José Saramago hizo una dura crítica a la izquierda del mundo. El escritor portugués, con su agudo estilo, señaló la inoperancia de los sectores de izquierda. Tras la caída de la Unión Soviética y el derrumbe del muro de Berlín, la izquierda inició su letargo y acomodamiento. En la actualidad y ante la crisis del capitalismo nos dice el connotado escritor: La izquierda ni piensa, ni actúa, ni arriesga “una pizca” y queda patente su cobardía en su impavidez ante una “burla cancerígena” como la de las hipotecas en los Estados Unidos. La izquierda se ha acomodado, se mantiene en silencio ante los últimos acontecimientos, no se escucha su voz, no hay acciones ni planteamientos. Por el contrario, continúa con anacrónicos discursos, petrificando la dialéctica de la historia.

Y es que no por estar, teóricamente, del lado de los oprimidos, reivindicando sus derechos incluso peleando por estos, hace que sus militantes sean mejores personas. La historia ha mostrado que al interior, de la izquierda, como en cualquier movimiento político, se han cometido excesos, vicios, perversidades. Las atrocidades cometidas por el régimen de José Stalin en la otrora Unión Soviética, las perversidades del Khemer Rouge en Cambodia, los excesos Nicolas Ceausescu en Rumania son prueba de ello. ¿Será tan tenue el límite que separa la razón de la sin razón? O ¿quizás será que las circunstancias muestran las verdaderas intenciones de las personas y desde luego lo que son?

La militancia en la izquierda no arropa a sus miembros de probidad, existe una diferencia entre lo que es el discurso y el accionar. Muchos militantes de izquierda han vivido una existencia de vicios e inequidad. La verdadera militancia se debe reflejar en actitudes tanto en la esfera pública como en la privada. Valores como la solidaridad, el respeto a la dignidad, humana, honestidad y autenticidad no se adquieren por el simple hecho de una militancia política o por vociferar consignas humanitarias y revolucionarias. Más allá de una militancia política que divide maniqueamente a los habitantes de este planeta, en malos y buenos, emerge la calidad humana que se forja con esfuerzo y se demuestra con hechos.

Frente a frente los enemigos terminan por parecerse y parafraseando a Federico Nietzche: en la lucha contra las bestias, hay que tener cuidado de no convertirse en una de ellas. No es que el poder corrompa, más bien es que, no se está preparado para ejercerlo. El cambio para una sociedad más justa tiene que pasar por la consolidación de un nuevo ser humano, con valores íntegros y sabiduría. Buscamos una sociedad justa donde prevalezca la armonía. Pero ello, no se debe alcanzar a partir de cualquier medio, a toda costa. El sentido ético de búsqueda nos obliga a atender medios y fines ya que eso le dará más confianza, firmeza y autenticidad a los resultados.

Las desigualdades continúan, la miseria persiste y con ello, la ignorancia hace presa de gran parte del mundo. Vivimos en sociedades cada vez más deshumanizadas, donde el respeto a la vida se hace cada vez más inexistente. Donde la esperanza de un mundo mejor se ve personificada a través de los mensajes de los dirigentes de iglesias. La izquierda está silenciada, no tiene propuestas y no las tiene porque no se ha transformado, no ha revisado sus pensamientos. El mundo ha cambiado y aunque persisten las contradicciones antagónicas, ya no es el mismo, es parte de su dialéctica. Y así como éste lo ha hecho, el pensamiento tiene que hacerlo. A una dialéctica de la naturaleza le corresponde una dialéctica del pensamiento, viejas palabras de Engels que siguen teniendo vigencia. Repensar la izquierda, actualizarse, revisar los errores cometidos y poner énfasis en los aspectos humanos tendría que ser el camino. No es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos. Brindar respuestas inteligentes, actuar con autenticidad y transparencia será la actitud que deberán emprender todos aquellos que se llamen de izquierda. La izquierda no ha muerto, simplemente no cuenta con auténticos militantes.

Y como diría Saramago: Para quien se está muriendo de hambre la realidad no es huidiza, es algo que está allí. Se puede filosofar mucho acerca de la realidad, de si lo que vemos es lo que es y todo eso, pero hay que reflexionar sobre los hechos que tienen que ver con la situación del mundo. El compromiso es claro y la izquierda está obligada a contribuir a hacerlo realidad.

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