El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 15 de agosto de 2010

Los malabarismos discursivos del Padre Eslaquit

Las ciencias sociales y la filosofía modernas reconocen que cuando nominamos y explicamos la realidad, desarrollamos la capacidad para reproducirla o transformarla. Este es, precisamente, el sentido filosófico y sociológico de las palabras de Pablo Antonio Cuadra (1912-2002) cuando señala que el sentido de “la Creación” es inseparable del sentido de “la Palabra”. Dice PAC: “La Creación no es algo que sucedió ‘allá’, en el principio, y luego cesó, sino un hablar que no cesa, un diálogo vivo y permanente. Tener oídos para ese diálogo es penetrar un poco al Paraíso, recuperar en cierta manera el Edén”.

Podemos usar “la Palabra” para re-vivir “el Paraíso” o para crear nuestros propios infiernos. Cuando Rosario Murillo justificó la criminalización del aborto terapéutico en el nombre de Dios, sus palabras empobrecieron la realidad de los derechos de la mujer en nuestro país. De igual forma, cuando el Padre Neguib Eslaquit habló hace dos semanas, para vendernos la imagen de Daniel Ortega como la reencarnación “solidaria, socialista y cristiana” del Buen Samaritano, sus palabras contribuyeron a afianzar y legitimar las ilegalidades y las tendencias autocráticas del gobierno actual.

Analicemos el acto discursivo de Eslaquit. Hagámoslo, sin embargo, a partir de eso que Pierre Bourdieu (1930-2002) llama “un momento de duda radical”; un momento en el que lo normal pierde su normalidad; un momento en el que lo familiar deja de ser “el opio de la imaginación” porque cambiamos de perspectiva.

Así pues, si sos una creyente cristiana, tratá de analizar el discurso de Eslaquit desde fuera de tus creencias religiosas. Despojá ese acto del manto normativo que le impone tu fe y apreciá las implicaciones políticas del mismo.

Y si no creés en Dios, tratá de analizarlo desde el marco de la fe y las creencias de los millones de nicaragüenses que practican el cristianismo providencialista del que aquí hemos hablado.

Imaginemos ahora la siguiente escena: el Centro Espiritual Betania destilando el aire de santidad que se respira en los edificios diseñados para rezar y trascender nuestra materialidad. Imaginémoslo colmado de fieles cristianos, o de fieles sandinistas, o de fieles sandinistas-cristianos. Imaginemos las cámaras de televisión y los reflectores destacando la mesa y los asientos que ocupaban los y las dignatarias que presidían el acto de lanzamiento del Ciclo Productivo 2010 y del Programa del Bono Productivo Alimentario. Imaginemos esa mesa adornada con hermosas sandías, repollos, plátanos verdes, plátanos maduros y las infaltables flores de Doña Rosario.

Imaginen la mirada de piedra del Cardenal Obando ocupando uno de los principales asientos en esa mesa. Imaginen la aureola de poder que lo rodea a él, y a la pareja presidencial, presentes en ese acto. Imaginen el volumen del micrófono aplastando las voces y los suspiros de los invitados al acto. Imaginen ahora al Padre Eslaquit, vistiendo una sotana que para millones de nicaragüenses lo identifica como un hombre de Dios.

Todas estas imágenes, sonidos y sensaciones forman parte del acto discursivo que analizamos. Señalo esto para que recordemos que el concepto discurso abarca mucho más que simplemente palabras. Este concepto hace referencia a cualquier forma de comunicación mediante la cual se transmiten ideas, visiones o percepciones de la realidad.

Eslaquit fue el primero en hablar. Su discurso fue corto, pero cargado de imágenes y representaciones que poseen un sentido vital en la mente de los y las creyentes de nuestro país. De las 749 palabras de su discurso, él usó las primeras 416 para saludar a los asistentes y narrar la parábola del Buen Samaritano (ver discurso).

De repente, y sin anunciar o marcar una transición a otro tema, empezó a hablar de “las primeras autoridades de la nación”, del Ciclo Productivo 2010 y del Programa del Bono Productivo Alimentario, como si el evangelio, Ortega, Jesús, la figura del Buen Samaritano, y los programas del gobierno, fueran partes de un todo armónico e inseparable.

En su discurso –por lo menos en el que publica la página web del gobierno—Eslaquit no dijo que Daniel Ortega era un Buen Samaritano. Lo que hizo fue mucho más sutil y efectivo: usó la parábola del Buen Samaritano para contextualizar sus referencias al gobierno y sus programas. Al hacerlo, creó una relación implícita entre la figura del Buen Samaritano y la de nuestro presidente, integrándolas dentro de una misma narrativa. Creó, en otras palabras, una relación tácita que los creyentes deberían materializar y consolidar en sus propias mentes.

Yo no sé si Eslaquit es lector de Jacques Ranciére (1940- ), pero lo que hizo guarda mucha relación con algunas de las ideas de este filósofo francés. En su libro El Futuro de la Imagen, Ranciére nos enseña que la fuerza de una representación discursiva depende, con mucha frecuencia, de la capacidad del discursante para evitar hacer explícito el mensaje que quiere transmitir. Depende, en otras palabras, de la capacidad de insinuarlo y sugerirlo sin llegar a explicitarlo. Así lo hizo Eslaquit en su discurso.

Al crear una relación implícita entre la parábola del Buen Samaritano y los programas que se anunciaban ese día, Eslaquit transfirió a las acciones del gobierno de Ortega, un sentido ético y una legitimidad que no le corresponden. Digo que no le corresponden porque la parábola del Buen Samaritano expresa el sentido de caridad que predicó Jesús. Los actos de gobierno a favor de los más necesitados no deben representarse como actos misericordiosos motivados por la generosidad del Estado.

Desafortunadamente, en un país como el nuestro, este tipo de representación discursiva “hace sentido”. En nuestra cultura providencialista la historia es un proceso que nosotros y nosotras no controlamos. Por eso dependemos de la voluntad de Dios o del caudillo de turno.

Eslaquit no solamente distorsionó el sentido que debe tener un programa de gobierno. También falseó el evangelio que él está supuesto a respetar. La imagen que el evangelio trata de proyectar del Buen Samaritano es la de un hombre que, frente al judío herido que él encuentra en su camino, es capaz de trascender las diferencias políticas y teológicas que separaban a judíos y samaritanos en tiempos de Jesús. ¿Qué tiene que ver el humanismo y la tolerancia que expresa esta parábola con la actuación de un hombre que, como Daniel Ortega, ha aprendido a vivir del conflicto que genera su visión ensimismada, estrecha y absolutista del poder?

Jesús hacía uso de las parábolas como un instrumento didáctico para aclarar su visión de Dios y de la historia. Eslaquit, por su parte, las usa para enredar lo que Jesús quiso decir. No conozco sus razones. Pero deben ser pesadas como para empujarlo a violentar el propio evangelio.

Pero no nos desesperemos. A pesar de los Eslaquit, los Mata y los Obando de nuestro desgraciado país, el horizonte de la Iglesia Católica Nicaragüense no está completamente cerrado. Dentro de esta institución también laboran hombres y mujeres de bien. De ella pueden surgir voces que pueden contribuir a la modernización de la cultura religiosa de nuestro pueblo. Yo creo escuchar una de estas voces en la palabra de Monseñor Silvio Báez. De él, sus declaraciones y sus escritos hablaremos la próxima semana. Mientras tanto, conviértanse ustedes en la Providencia de Dios.

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