El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 12 de agosto de 2010

Me quema la palabra

EL PROFETA

Luis Rocha

A todas las personas del afecto de Mercedes y mío, a quienes convidamos a departir y comer con nosotros en nuestra vivienda, permanente desde hace casi dos años en la finca “Extremadura”, del kilometro cuarenta y seis y medio de la carretera de San Marcos a Masatepe, doblando a la izquierda en “La Estrella” y siguiendo kilometro y medio hacia el noroeste, además de otras señas que hacen imposible extraviarse, les damos la artística y dogmática referencia de un grupo de borrachos que como en el cuadro de Velásquez “El triunfo de Baco” o “Los Borrachos”, permanecen, yo creía que invariablemente, a la sombra de unos árboles, en un punto determinado en donde hay un columpio, siendo coronados por Baco, pícaros, mendigos de mentira, vagos y ladrones de cabezas de plátanos y guineos para venderlas de inmediato y poder seguir bebiendo y caer como moscas para volver a levantarse a medias como boxeadores de inigualable amor propio, interminablemente dando la batalla, sin cambiar de lugar, como si esa fuese su definitiva ubicación en el Museo del Prado.

Uno de aquellos borrachos del cuadro de don Diego de Silva y Velásquez (1599-1660), le sirvió como elemento substancial a nuestro Velásquez de la poesía, Carlos Martínez Rivas (1924-1988), para iniciar su poema “Proposición teológica a un prelado de parte de un feligrés” (1984), escrito tras la masacre de los niños –Santos Inocentes- de la Comunidad de San Gregorio en la guerra pasada, y por la despiadada “justificación” que un prelado hizo de ella con la espeluznante frase: “Es peor matar el alma que el cuerpo”. Pero esa es ya otra historia. La que nos lleva a la actual es la única ocasión en que aquellos borrachos, por lo general aletargados y fieles por inercia al marco de aquel cuadro en la comarca de “Los Rincones”, dejaron su habitual inmovilidad y cambiaron por un instante de lugar como para que Sergio Ramírez y su esposa Tulita, que se dirigían a nuestra casa guiándose precisamente por su estática presencia en un solo punto, anduvieran extraviados por un buen rato. Pero eso ya lo contó Sergio en su delicioso texto “Mojones móviles” (Julio, 2010).

El entorno de fábula del cuadro de Velásquez, como antecedente de la eterna fiesta báquica de “Los Borrachos de Los Rincones”, es el ideal porque corresponde correctamente a esa historia que no cesa, pero entre “Los Borrachos” de Velásquez no encontré el rostro de mi personaje, que sí está en “El alegre bebedor” de Frans Hals (1580-1666). Movimiento, simpatía y vitalidad tiene el alegre bebedor del maestro de Haarlem. Al mío, Manuel de Jesús Flores, “Pizulla”, no le hubieran venido mal aquellos elegantes ropajes y sombrero del siglo XVII, aunque tal indumentaria hoy, hubiera podido desconcertar mas a Sergio si aquella tarde le hubiera preguntado a un “Pizulla” con ese atuendo, dónde quedaba “Extremadura”.

Manuel de Jesús Flores, “Pizulla”, confiesa que le pusieron de esa manera porque así llamaba a un perro que tenía don Antonio Castillo. Su vitalidad en mengua no es la de “El alegre bebedor”, y fisonomía y vestiduras parecen provenir de la época goyesca de Luis Lezama, “Lezamón”, cuando viviendo y estudiando en Madrid pintó algunos borrachos de los cuales conservo uno que el pintor leonés, radicado en Jinotepe, me obsequió hace muchos años. Y aunque la vitalidad de “Pizulla” decae, la picardía en su mirada parece negarlo. Siempre se me acerca o me saluda de lejos levantando el brazo con el puño cerrado en señal de triunfo. Es el triunfo de su razón, digo de quien le cambié el mote de “Pizulla” por el de “El Profeta”, por respeto y cariño, ya que, hace mucho tiempo, me aseguró que nuestro país iría de mal en peor, que regresaría la dictadura de los Somoza, y que para comprobar eso no haría falta estar sobrio.

Paolo Caliari Veronese (1528-1588) lo descubrió en “Las bodas de Caná” y disimuló la euforia de “El Profeta” bebiendo, dándole en su pintura un aspecto circunspecto en uno de los personajes que toca un instrumento musical. Una mañana en que tuve la ocurrencia de querer convencerlo con argumentos morales de que dejara de beber, me respondió que él tan solo era un seguidor de Cristo: “Él fue quien comenzó todo esto cuando convirtió el agua en vino. ¿Y para qué es el vino?” Manuel de Jesús Flores, “El Profeta”, es a su manera un fiel intérprete del evangelio. Una obra de arte que por siempre asoma y asomará en las pinturas de los grandes maestros. Elogio vivo del alcohol. Apólogo de Baco. Genio y figura, hasta la sepultura.

luisrochaurtecho@yahoo.com

“Extremadura”, Masatepe, 12 de agosto de 2010.

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