Actualmente se está desarrollando un gran debate en la ciudad de New York debido a los planes, aun no aprobados, de construir un centro cultural musulmán llamado CORDOBA HOUSE, el cual incluye una mezquita, a escasas dos cuadras del lugar en que se elevaban las torres gemelas del WTC, en Manhattan.
Este caso ha llegado a dividir, no solo a la población de la Gran Manzana, sino a los altos mandos de la ciudad y del país.
Sarah Palin, ex Gobernadora del estado de Alaska y ex candidata a la vice presidencia por el GOP en las elecciones del 2008, fue la primera en pronunciarse en contra del conflictivo proyecto, con la frase, “Es una innecesaria provocación.”
Michael R Bloomberg, alcalde actual de la ciudad de New York y miembro del partido Demócrata, se pronunció a favor del proyecto en un discurso en el que invocaba la libertad religiosa que existe en el país y el mejoramiento de relaciones entre musulmanes y cristianos.
Hasta ese momento la Casa Blanca había permanecido en silencio, sin pronunciarse al respecto, porque según las palabras del Presidente Obama, “había que esperar a que las autoridades locales se pronunciaran para emitir una opinión,” lo cual hizo en la cena anual que la Casa Blanca, desde la presidencia de Thomas Jefferson, viene ofreciendo en conmemoración de las fiestas del Ramadán, en donde dijo que “Yo entiendo las emociones que este caso genera. La llamada “zona cero” por supuesto que es suelo sagrado, pero estamos en Estados Unidos de América y nuestro mandato constitucional que garantiza la libertad de religión, debe seguir inquebrantable. El principio de que todas las personas de diferentes credos religiosos son bienvenidas en este país y no serán tratadas de forma diferente por su gobierno, es esencial para ser lo que somos.”
En respuesta a ese tácito apoyo, Rick Lazio, candidato republicano a Gobernador del Estado de New York, dijo: “Existiendo más de cien mezquitas en la ciudad de New York, este caso deja de ser materia religiosa para convertirse en materia de estabilidad ciudadana y de seguridad nacional.”
Ese es el juego de la democracia que se realiza en los países en donde la libertad y el orden imperan. En cierto sentido está en juego la capacidad de aplicar los principios democráticos de una manera imparcial, porque a simple vista parece que ambos bandos tienen razón. Los sentimientos patrióticos o la libertad religiosa es el meollo de esta situación en la cuna de la democracia occidental y de paso el choque de los dos partidos políticos mayoritarios. Los republicanos rechazan el proyecto invocando los sentimientos heridos por el ataque del 9/11, mientras que los demócratas lo apoyan invocando el mandato inquebrantable de lo que dicta la Constitución de la República. ¿Cuáles serán las consecuencias de este choque? Es temprano aun para saberlas, pero no hay que descartar la posibilidad de una segunda guerra civil, esta vez llamada guerra santa y por supuesto la seguridad personal del Presidente Obama, quien se puede convertir en mártir de la tolerancia religiosa, ante la intolerancia partidaria.
Cuando los imperios empiezan a derrumbarse, son señales inequívocas el despedazamiento de su sociedad y el deterioro de las libertades ciudadanas y en los Estados Unidos ambas cosas están a simple vista. Cuando el Presidente Barack Obama caiga víctima de sus principios democráticos, ya nada podrá detener el fin del imperio que no llegó a cumplir ni los tres siglos de esplendor y poder.
Como siempre, la solución está en las manos de los políticos, quienes tienen la obligación de pesar concienzudamente las consecuencias terribles de sus desavenencias políticas y falta de tolerancia. New York, la capital del mundo, debe arreglar la peligrosa situación de acuerdo al bienestar de su pueblo. ¿Qué hace más daño, la construcción de la mezquita cerca de la zona cero o la abolición del proyecto? ¿La política partidaria o los principios constitucionales? ¿El rencor por el ataque o el perdón de los familiares de las víctimas del 9/11?
That is the question, dijo Hamlet ante la interrogante de ser o no ser.
Jorge J Cuadra V
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