“Los que poseen los campos y sacan de la tierra su riqueza ¿puede haber nadie más inicuo que éstos? Si se analiza cómo tratan a los míseros y esforzados labradores, se verá que son más crueles que los bárbaros. A los que están consumidos de hambre y se pasan la vida trabajando, les imponen vejaciones continuas e insoportables y les obligan a los más penosos trabajos. Sus cuerpos son como de asnos o de mulos o, por decir mejor, como de piedra, sin concederles un momento de respiro. Produzca o no produzca la tierra, los oprimen lo mismo, sin perdonarles por ningún concepto”. [1]
[1] Juan Crisóstomo (354-407), Homilía sobre el Ev. de Mateo (MG 58,591)
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