El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿Por qué Irán es el epicentro de un conflicto a escala planetaria?


Emiliano Terán

Desde los años 70´s, la economía-mundo capitalista ha entrado en un proceso contractivo reflejado en la crisis del dólar, que se proyecta hacia una reestructuración geopolítica del sistema-mundo, inscrito en una crisis sistémica que para Wallerstein tiene carácter terminal para el capitalismo[1].

Existen cuatro factores fundamentales, estrechamente interrelacionados, que son de gran interés e incidencia para comprender el contexto geopolítico del conflicto que tiene como epicentro a Irán:

a) la desruralización del mundo y su impacto en la disminución de la tasa de beneficio del capitalista, que estructuralmente cada vez consigue menos válvulas de escape;

b) el peak oil o Cénit del petróleo, que evidencia el desfase entre una producción cada vez más limitada y un nivel de consumo exacerbado que cada vez se incrementa más, y que va dejando de ser un fantasma y se asoma como una cruda realidad, sin contar con los también proyectados picos del gas, oro, cobre, entre otros, que hacen del tema energético, eje central de la geopolítica de la crisis sistémica capitalista;

c) el encaminamiento hacia un colapso ambiental producto del modo de producción y consumo capitalista, junto a colapsos sociales propios de la polarización que ha creado la mundialización, como elementos críticos en la crisis estructural del sistema-mundo capitalista; y

d) el declinar de la hegemonía estadounidense, que viene de un proceso de debilitamiento económico desde los años 70, y que plantea un escenario de redefinición de la geopolítica global, muy de la mano con la disputa de las fuentes de energía disponibles en el mundo.

La crisis económica que resentía el sistema-mundo a raíz de las crisis petroleras y la crisis del dólar, junto con las lecciones políticas que habían dejado al Departamento de Estado norteamericano las crisis energéticas de los años 1973 y 1979, llevaron a la administración Carter a replantearse los principios estratégicos de la geopolítica estadounidense. Con el clima volátil en Medio Oriente, producto del auge de los nacionalismos árabes y la utilización del petróleo como arma política, se había resuelto plantear un mecanismo que cambiara, o al menos atenuara la fragilidad, producto de la dependencia petrolera por parte de EEUU. De esta coyuntura surge la Doctrina Carter, propuesta por este presidente, y la cual reconoce al petróleo como recurso de "interés Vital" para los EEUU.

El principio rector de esta doctrina era que los EEUU pudieran emplear "cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza militar" para vencer cualquier intento de bloquear este flujo (petrolero) por parte de un poder hostil[2]. Debido a que no existía ninguna fuerza especial para ejercer esta doctrina en su tarea inmediata que le aguardaba en el Golfo pérsico, Carter creó en marzo de 1980 una nueva entidad estratégico-militar denominada RDJTF (Rapid Deployment Joint Task Forces), para una mecánica operacional de despliegue y respuesta rápida como forma de lograr nuevas garantías de acceso a territorios y mares regionales. Para enero de 1983 durante el período de Reagan, la RDJTF sería transformada en el Comando Central (Centcom), nombre que mantiene hasta la actualidad. Ronald Regan se había fundamentado en esta doctrina para ejercer la protección de los petroleros kuwaitíes durante la guerra de Irán e Irak entre 1980-1988, y Bush (padre) la utilizó como principio rector para el resguardo de Arabia Saudí durante la guerra del golfo de 1990-1991. De hecho, esta doctrina tendría continuidad durante el resto de las administraciones hasta nuestros días.

Existen dos fuentes energéticas claves hacia las cuáles se orientó primordialmente los EEUU a partir del proyecto que Bush (padre) denominó New World Order, mediados por la Doctrina Carter, que fueron el Medio Oriente y la región del Cáucaso, que determinaron los futuros movimientos de toda la geopolítica próxima. En Medio Oriente, la política se orientó primordialmente hacia Irak (con Saddam Hussein como señuelo); mientras que en el Cáucaso, a partir de la administración Clinton, se enfocó hacia aquellos países que fueron satélites de la URSS, como Azerbaiyán, Georgia, Kazajstán, Kirguizistán y Uzbekistán.

Sin embargo, la reestructuración del sistema-mundo a partir del ciclo contractivo de la economía mundial (fase b del ciclo Kondratieff[3]), que tiene como escenario el desfase entre una producción cada vez más limitada de petróleo y un nivel de consumo exacerbado en expansión, expresado en el drama delpeak oil, que decreta el fin de la era del petróleo barato; junto con el proceso de desindustrialización y desmaterialización de la economía estadounidense, que a su vez abre el camino para el surgimiento de economías emergentes[4], evidencia que la realidad geopolítica es sumamente compleja y conflictiva en la era de la mundialización del capital.

Estas circunstancias exigían de los EEUU, encabezado entonces por George W. Bush, un planteamiento más agresivo en la estrategia geopolítica. Bush logró advertir que durante los meses anteriores a su presidencia se evidenciaban severas insuficiencias de petróleo y gas en el país, además de apagones frecuentes en la costa oeste, lo cual se reflejaba en un dato muy preocupante para la administración: la producción interna, que había llegado a su pico en los años 70´s y había comenzado a descender, encontraba que las importaciones de petróleo por primera vez en la historia estadounidense, representaban más del 50% del consumo requerido[5]. La situación interna y externa, llevaban a Bush a orientarse hacia la Doctrina Carter como objetivo central de la política exterior estadounidense[6]. Se desplegaban así los principios fundamentales del proyecto hegemónico que se inscribiría en la denominada "Guerra contra el terrorismo" que tomaría cuerpo a partir del ataque contra las Torres Gemelas del WTC en septiembre de 2001: La "Guerra contra el Terror" no es otra cosa que la "Guerra por Petróleo", y por extensión por la defensa de la hegemonía de EEUU y del dólar. Y lo será aún más cuando empecemos a atravesar el pico del petróleo"[7].

Dos ejes y un triángulo

El progresivo proceso de multipolarización global, encuentra a una economía productiva en auge como es China, y a la nueva superpotencia energética como es Rusia, con un imperio en el final de su ciclo hegemónico como es EEUU, pero que mantiene un poder militar tanto en su propio ejército como en sus alianzas, junto con una economía globalmente dolarizada, que la mantiene atada a su dinámica económica; todo esto dentro del contexto de un sistema-mundo en crisis y en el cual se desarrollan las luchas simultáneamente desde un ámbito fractal y atópico, junto con un ámbito topográfico.

Y son Rusia y China quienes están a la cabeza de una coalición que se contrapone a los intereses del "viejo" eje occidental. Se trata de dos ejes en pugna por la hegemonía o la supervivencia de los mismos. Y la hegemonía global pasa por el control de los recursos energéticos, principalmente del petróleo que sigue siendo el motor de los motores del capitalismo.

Las claves de la guerra energética son dos: Irán e Israel. Una para cada eje, aunque es Irán el objetivo compartido de ambos por su ubicación territorial con respecto a las fuentes. Las fuentes: como bien se definieron en la agenda desde la era de la posguerra fría que llevaron a la elaboración del libreto de la siguiente guerra mundial, la Cuarta Guerra Mundial[8], son principalmente dos. La del Medio Oriente, en la cual las formas propias del radicalismo islámico así como del fundamentalismo proponen las formas fractales de lucha por los recursos; y la de la zona del Cáucaso y del Mar Caspio, en la cual existen grandes reservas, las más importantes después de las del Medio Oriente (se estima un total de 17mil millones de barriles de petróleo crudo en el Mar Caspio, y la cuenca del Caspio también alberga unos 200mil millones de barriles)[9], y donde se establece una especie de guerra fría, mediada también por las estrategias de revoluciones posmodernas (las revoluciones de terciopelo). Ambas, son las zonas donde se posan las mayores reservas energéticas del mundo. Y por su proximidad forman prácticamente una gran zona energética clave.

De esta forma, estamos en presencia de dos ejes y un triángulo. El eje de "base sionista", está conformado por EEUU-Israel-UE. El eje de "base islámica" lo integra Rusia-China-Irán. Esto, como coalición entre estados nación, pero reconociendo el carácter globalizado de la lucha, y la reproducción espacial y no espacial de actores y discursos en esta guerra de cuarta generación.

El triángulo no es otro sino la interconexión en una zona de tres puntos claves: El mar Caspio, el Golfo Pérsico y el mar Mediterráneo. Alrededor de este triángulo referencial, se va a decidir el desenlace tanto de la guerra energética mundial como de la misma transformación del sistema-mundo capitalista.

Irán e Israel

Irán es el objetivo del eje de "base sionista" desde la misma Revolución Iraní. Constituye el núcleo del triángulo estratégico de esta guerra mundial. En primer lugar, posee las terceras reservas probadas de petróleo del mundo, detrás de Arabia Saudí y Venezuela[10]. En segundo lugar, si observamos el mapa adjuntado podemos advertir que Irán se encuentra en una posición en la cual tiene incidencia fundamental tanto en Medio Oriente (que posee 56,6% de las reservas probadas de petróleo)[11], colindando con Irak y Arabia Saudí (cuarto y primero en reservas respectivamente); como en el Cáucaso y el Mar Caspio, que como bien mencionamos, representa la región con mayores reservas energéticas después de Medio Oriente. Esto toca de manera directa no sólo los intereses de Rusia en tanto su sobrevivencia, sino también en la proyección más a oriente, a China.

En tercer lugar, está la situación geopolítica e ideológica. El escenario ya no es tan "alentador" para el eje occidental como lo era en la recién inaugurada posguerra fría. Irán representa una piedra en el camino para lograr los objetivos geopolíticos, ideológicos, energéticos y por ende, económicos. Por un lado Irán, representa un estado ideológicamente compacto en términos religiosos[12], siendo este de un perfil chiíta radical, referencia en la lucha política del islam desde la Revolución Iraní, y desde la llegada de Mahmud Ahmadineyad, abiertamente antiestadounidense y antioccidental, lo que abarca una postura antiisraelí. Por otro lado, se encuentra desarrollando energía nuclear, lo cual resulta extremadamente peligroso para Israel y por ende para su eje. No obstante, el tema nuclear no se muestra tan claro como parece para la opinión pública mundial. Es evidente que dentro del discurso maniqueo de la "Guerra contra el Terrorismo", el argumento nuclear utilizado contra Irán constantemente, lo señala como un "peligroso" poseedor de energía nuclear, presto a la construcción de bombas nucleares. Sin embargo, para Wallerstein, no queda dudas de que en efecto, Irán no está siendo franco al respecto y está buscando desarrollarse nuclearmente, debido a que este país está rodeado de potencias nucleares y es sensato que esté dirigiéndose hacia ese camino. Incluso llega a afirmar que: "Un líder iraní que no impulsara la fabricación de armas nucleares estaría loco. Además, esta nación no entiende por qué está bien que India, Pakistán y, sobre todo, Israel sean miembros del club, pero no está bien que Irán lo sea"[13]. Pero por otro lado, 16 agencias de la comunidad de inteligencia de EEUU concluyen en un Cálculo Nacional de Inteligencia formal en noviembre de 2007 que "el trabajo en la parte relacionada con armas nucleares del programa nuclear de Irán se detuvo a mediados de 2003", sin contar con las afirmaciones similares de Thomas Fingar, Director Nacional de Inteligencia[14].

Estos factores, que lo ubican prácticamente en el corazón del conflicto, hacen a Irán con la posibilidad de controlar el curso del abastecimiento petrolero en la zona. Ya el gobierno de este país ha amenazado con bloquear el estrecho de Ormuz si llegase a ser atacado en sus instalaciones nucleares, siendo clave dicho estrecho debido a que por él pasa el 40% del petróleo mundial[15]. Puede por ende, como alguna vez ya lo haya hecho durante la Revolución iraní de 1979, impactar en toda la economía-mundo a partir de una estrategia específica de boicot. De ahí la sensibilidad de la zona a este respecto. Y de ahí que Rusia se haya aliado con ella, a pesar de su vacilante y ambivalente posición en tiempos recientes[16].

Es claro que si bien Rusia tiene en Irán un aliado vital y necesario, no es menos cierto que a su vez, Irán depende de Rusia en cuanto a las redes de distribución e industrialización que aquella carece. Además Irán no se autoabastece en tecnología militar y ve en Rusia un protector ante la posibilidad de un ataque israelí, sin contar con la protección que representa Rusia en el tema nuclear[17]. Son pues, un eje que junto a China pueden hacer tambalear al sistema-mundo capitalista.

Israel por su parte, desea que alguien bombardee las instalaciones nucleares iraníes; es una prioridad de tan alto valor, que prefería que antes de intervenir Irak, se atacara a Irán. Preferiría que lo hiciese EEUU debido a su mayor poderío aéreo, además de que de esta manera no quedaría tan comprometido políticamente como en el caso de que lo hiciese ella misma. Sin embargo, Israel da señales y ha advertido que si EEUU no procede con prontitud, esta tarea la terminarán haciendo ellos mismos, y hay que tomar en cuenta que ya hay un antecedente de una jugada de este tipo en 1981, cuando bombardearon las instalaciones iraquíes de Osirak[18]. El teniente coronel del ejército Warner Farr en 1999, afirmó que uno de los "«propósitos de las armas nucleares israelíes, no siempre señalado, aunque obvio, es mencionar a Estados Unidos su uso». Tal vez para asegurar el constante apoyo de Estados Unidos a la política israelí. O de lo contrario, atreverse a cargar con las consecuencias"[19].

No obstante a todo esto, las posibilidades de la materialización de un conflicto entre estos ejes, están ampliamente determinadas por la racionalidad islámica, por el consenso entre coaliciones, a su vez que es muy sensible a las condiciones sistémicas de la economía-mundo, que tiene a un EEUU cada vez en peores condiciones económicas. La fragilidad y volatilidad del sistema-mundo en todos los aspectos de la vida actual, evidencian los múltiples detonantes que están latentes para el desenlace hacia la definición de una reestructuración del orden mundial. La pregunta es a qué costo se dará esta reestructuración para la humanidad.


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