El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 27 de noviembre de 2012

Salomón en La Haya


Onofre Guevara López

La demanda que el Gobierno de Reconstrucción Nacional planteó a Colombia ante la Corte Internacional de Justicia en 1980, por San Andrés y los cayos adyacentes, lo perdió nuestro país con el fallo de 2007. Pero quedó pendiente lo de la frontera marítima. Y el 19 de noviembre 2012 la CIJ falló ampliándole esa frontera a Nicaragua hasta el paralelo 79.  Junto al fallo anterior, el tribunal de La Haya completó su fallo salomónico.
Este ha sido un conflicto en cuyo entorno se ha expresado un superficial espíritu de unidad nacional. Después que el primer gobierno de la revolución plantó la demanda por San Andrés, todos los gobiernos han proseguido la demanda de restitución de derechos, con más o menos el mismo interés.
El último fallo ocurrió en medio del conflicto generado por el fraude electoral del 4 de noviembre. Y causó júbilo nacional por la importancia económica del mar recuperado, por la reivindicación a medias de un derecho y por el respeto de nuestra soberanía en el mar Caribe. Pero el fallo no hace total justicia a Nicaragua.
Eso pareciera un tácito reconocimiento a la voluntad de los Estados Unidos que, además de ocupar militarmente a Nicaragua en 1928 y obligarla a entregar San Andrés a Colombia, ya se había quedado con los cayos Serranía (1869), Roncador y Quitasueño (1871). Después, Ronald Reagan cedió esos cayos a Colombia para enfilarla en su política contrarrevolucionaria. Todo eso, es parte del tejido de intereses coloniales-imperiales en el Caribe.
La negativa de Juan Manuel Santos, presidente colombiano, a reconocer el fallo, es remanente de esa conjura, y actitud carente de respeto por el derecho internacional, para no causarle mayor pesadumbre a sus compatriotas. Hasta podría ser para no perder imagen ante sus interlocutores de la FARC, en las negociones de paz en La Habana. ¿O será que espera alguna reacción de su viejo cómplice, los Estados Unidos, mayor responsable del conflicto?
Aquí, el fallo causó mucha satisfacción, pero también dio apoyo a la proyección de la imagen de Ortega, para echarle una cortina de patrioterismo a sus violaciones del orden constitucional. Comenzó convocando a celebrar el fallo a ex presidentes y ex cancilleres, tratando de dar la imagen de presidente con espíritu de unidad nacional, pero los sentó al lado de sus banderas partidarias.
Ortega no tiene ningún interés por asimilar ese supuesto espíritu de unidad nacional a los conflictos internos. Hizo loas a la justicia, la equidad y el derecho del fallo de la Corte Internacional de Justicia, pero ni las imagina como valores transferibles a los fallos de su Corte Suprema de Justicia ni su Consejo Electoral. Ortega mantiene una barrera entre esos valores que asoman en el fallo profesional e imparcial de la CIJ, y los fallos injustos y partidarios de los tribunales e instituciones bajo su control.
De otra parte, todo lo que se dijo y se hizo en torno al litigio nica-colombiano –antes y después del fallo de la CIJ— dejó al margen la voluntad, el sentimiento y el criterio de los habitantes de San Andrés acerca de si querían ser nicaragüenses o si quieren seguir siendo colombianos. Al parecer, su opción es por lo último, pues median situaciones históricas objetivas imposibles de ignorar: los sanandresanos nunca tuvieron atención de parte de gobiernos nicaragüenses, como tampoco la han tenido debidamente los de nuestro litoral caribeño. Han ignorado si los vínculos familiares entre los habitantes de San Andrés y nuestros compatriotas caribeños, son más fuertes que los vínculos económicos, sociales, políticos y familiares que han desarrollado con los colombianos.
También ignoran que si los habitantes de San Andrés desearan ser nicaragüenses, lo hubieran expresado de cualquier forma, sin esperar ningún fallo internacional. Si el fallo de 2007 hubiera dejado San Andrés a Nicaragua, no hubiera habido decreto posible que los convenciera de su nicaraguanidad. Si existieran dudas, sobre esto, dilucidarlas corresponde a los sanandresanos. Pero no se sabe que esa duda exista o hubiera existido. Tomando en cuenta estos aspectos, reconozcamos que el falló de la CIJ también resolvió un problema humano. Aunque San Andrés se quede para siempre como un enclave colombiano dentro del mar nicaragüense. 

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