Quizás, para sacrilizar su
ingrata memoria,
bien oscura
--o negra, como se quiera--
pues así pinta
en los textos
por escribirse de la historia
de Nicaragua,
de los viejos guerreros
oí decir,
y no son cuentos de
camino,
que el fundador de la sangrienta
dinastía
--la de mi país, no podía ser
otra--
al viejo Tacho Somoza
le gustaba
tararear, estando solo,
una ahora vieja
canción que estuvo
de moda,
de aquela triste época que
otra vez
ahora se repite:
Me cuentan los viejos
guerreros
que este Tacho, un gran ladrón, como
los que gobiernan ahora,
tarareaba, en sus tristezas: "....cuando
lejos de tí quiera
penar el
corazón..."
y hasta allí llegaba. Pensativo.
Me agregan los viejos guerreros
que eran momentos
cuando se agolpaban
en su negra memoria
los crímenes cometidos y los que, sus
hijos, gordos y fofos
como él, también
un día cometerían contra
el pueblo de
Nicaragua.
Me dice otro de los viejos
guerreros:
"Y bailaba bien el viejo Tacho". "Sí --dice el otro--
pero bailaba como chivo. Los mismos
pases que aprendió en los
burdeles de
de Chicago..."
"A muchos de nosotros nos mandó
al destierro; a otros
los asesinaron." Y sus
hijos salieron
igualitos.
Pero, el más anciano de los
guerreros,
aclara:
"...No vaya a equivocarse periodista; la
historia
de Nicaragua no ha cambiado. Es como
una tufalera que
no se aguanta. Los que fundaron
la dinastia sangienta
ya están muertos, y
bien muertos.
Esto es como una maldición para
Nicaragua.
Nada ha mejorado. Estamos peor
antes.
Ahora se apoderó del país
una crápula
peor que la de los Somozas.
Más ladrones. La historia de Nicaragua
es como una tufalera
que ya nadie
aguanta.
Los viejos guerreros se mueven
tristes en los harapos
de la hisstoria.
Roberto Cuadra
Abril 23-1987
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