Está
todavía fresco en mi memoria los esfuerzos del candidato a la alcaldía de
Managua por la oposición, para probar el fraude del que fue víctima en las
elecciones municipales de 2008 de parte del orteguismo con la ayuda del CSE.
Todas las pruebas presentadas con respecto a las 632 actas de votación que dio
por desaparecidas el CSE y que Eduardo Montealegre portaba en sus manos, fueron
inútiles y el candidato de la oposición fue despojado de la alcaldía que había
ganado.
Igualmente
están frescos en mi memoria todos los abusos y atropellos que se dieron durante
el proceso electoral de 2011 en las elecciones presidenciales, ante la
presencia de la OEA y la UE que fueron
invitados a última hora por el gobierno de Ortega para venir a acompañar a los
partidos políticos que estaban participando en la contienda electoral. Como
olvidar las palabras del señor Caputo, representante de la OEA, que dijo que no
podía dar una opinión veraz porque les habían impedido implementar la mecánica
que se usa para poder dar un veredicto apegado a la verdad. “Nos quebraron el
radar, dijo el señor Dante Caputo, y no podemos dar nuestra opinión.” La UE fue
más directa y dijo que las elecciones habían sido opacas y poco creíbles. Pero
a pesar de todo eso, el resultado de las elecciones que mediante un mega fraude
le dio la mayoría absoluta al orteguismo en la AN, se mantuvo inalterable y
ahora tenemos a un dictador con el control total de la Asamblea Nacional.
Por
eso, causaría risa si no fuera porque se trata de algo tan trágico como el
futuro de Nicaragua, el afán de los dirigentes de la Alianza PLI por defender
cuatro alcaldías en igual número de municipios perdidos en la espesura del
interior del país, esperando que el CSE cambie los resultados que ya emitió.
Lo
patético de la actitud del PLI, es que las 130 alcaldías restantes “ganadas”
por el orteguismo, están fuera de toda posibilidad de fraude. En ese sentido es
que el orteguismo va adelantando en la técnica del fraude, mientras la Alianza
PLI va perdiendo autenticidad, credibilidad y honestidad.
¿Qué
cambio sustantivo pueden suponer, en el control total de los municipios, cuatro
alcaldías menos si cuentan con 130 alcaldías, incluidas las de todas las
cabeceras departamentales? Con razón Luciano García, cuando aspiraba a la
candidatura de la alcaldía de Managua, propuso que no se dieran elecciones en
las cabeceras departamentales y se dieran en el resto de los municipios.
Renunciaba a la posibilidad de ganar la alcaldía de Managua porque ya sabía lo
que iba a pasar y quería quedar como gran estratega.
Todo
en estas elecciones fue deshonesto, desde el gobierno que usó todos los poderes
del Estado para su beneficio, hasta los partidos opositores que en realidad fueron
colaboradores y ahora son zancudos.
Sin
embargo, quieren seguir engañando al pueblo y ya están preparándose para
legitimar el fraude del 2016, sin importarles que el candidato del orteguismo
sea el mismo que “ganó” las elecciones del 2011 violando la Constitución.
¿Acaso
esa clase política tiene autoridad moral para llamar a la unidad? Que sea el
pueblo el que conteste con su rechazo a esos políticos inescrupulosos que no
representan las necesidades de las grandes mayorías.
Jorge
J Cuadra V
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