El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 13 de noviembre de 2012

Carlos Fonseca Amador: Exhumación y traslado a Managua



En el mes de agosto del año 79, habiendo quedado yo como jefe de lo que se conocería como V Zona Militar (Waslala y sus alrededores), zona donde operábamos desde antes del 19 de Julio, al mando de Serafín García, integrantes del Frente Nororiental “Pablo Úbeda”, me di a la tarea de promover trabajo político de moralización en la zona, particularmente en el lugar donde se habían establecido las llamadas Aldeas Estratégicas de la Guardia Nacional, la que había quedado arrasada durante el cerco a la montaña para aniquilar a la guerrilla, siendo la época mas intensa de represión y muerte en el período del Coronel (GN) Gonzalo Everst conocido como “Vulcano”. Cuando en mis años de guerrilla pasamos por esas comunidades solamente encontramos niños, mujeres, ancianos y una larga lista de desaparecidos y muertos, y de otra cantidad de gente, sobre todo jóvenes, que habían emigrado hacia otros territorios huyendo de la represión.

Como parte de ese trabajo de  re moralización y de propaganda de la revolución triunfante, se hizo el recorrido en primer lugar en dirección a la zona de Boca de Piedra, Iyas, Sofana, Dipina, Dudu y otras comunidades. El responsable militar era el Chele “Adrian” Santos Sovalbarro de Matagalpa, y la responsable política la compañera Sadie Rivas Reed, quien combatió en Matagalpa, pero después del 19 de Julio decidió, a petición mía, trasladarse a Waslala para realizar trabajo político con el campesinado. Los compañeros llevaban también la misión política de investigar todo lo concerniente a la caída de Carlos Fonseca, su lugar exacto y el lugar donde había sido enterrado.

Efectivamente lograron dar con el lugar donde había sido hecha la emboscada y lo asesinaron, conocido como “Boca de Piedra”, al pie del Zinica. También conocieron que posteriormente habían traslado su cadáver a Dipina. Poco a poco se fue conociendo por testimonio de la comunidad acerca de otros  muertos, cementerios o fosas comunes, y particularmente un campesino  dijo que él sabía donde estaba enterrada la persona que correspondía a la descripción de Carlos Fonseca Amador, pues la Guardia Nacional lo había obligado a enterrarlo. Los compañeros le hicieron toda tipo de preguntas buscando la certeza de la información y fueron al sitio, haciendo el desentierro del cadáver, que coincidía con la descripción inconfundible de Carlos Fonseca Amador, particularmente por su tamaño. En vista de que los compañeros y compañeras solamente tenían indicaciones de determinar su ubicación, lo volvieron a enterrar, dejando las marcas necesarias para poder desenterrarlo en otro momento.  

Posteriormente fui llamado por el primer Jefe del Ejercito Popular Sandinista, Humberto Ortega, a quien conocí personalmente hasta en esa oportunidad, para explicarme la conformación del nuevo ejercito, los planes futuros, y su estructuración territorial, de regiones y zonas especiales, designándome jefe de la V zona militar de Waslala, indicándome que estaba subordinado directamente al mando central y no a los comandos regionales creados en ese mismo momento. Una vez con la información completa, informé al Comandante Humberto Ortega todos los pormenores, y le propuse que exhumáramos el cadáver de Carlos Fonseca Amador, pues nos encontrábamos en víspera de la celebración de un aniversario más de su muerte en el mes de noviembre de 1979. Me dijo que presentaría la propuesta a la Dirección Nacional del FSLN de ese entonces y que luego me trasmitiría la decisión.

Después de unas semanas me llamaron a Managua y me comunicaron la decisión de exhumar a Carlos Fonseca Amador y que Roberto Sánchez se haría cargo de coordinar todo el respaldo logístico necesario para su exhumación y traslado desde Dipina hasta Managua.

Así se hizo. Se hicieron varios viajes previos en los viejos helicópteros Sikorsky para precisar todos los requerimientos, las constataciones in situ, la movilización de los campesinos hacia Waslala para verificación de la información, hasta eliminar toda duda posible.

Finalmente llegó Roberto Sánchez con David Blanco, con toda la logística posible, incluyendo uniformes nuevos que por primera vez usaríamos y una batería de periodistas para cubrir todo el programa previsto y organizado desde Managua, que comenzó con la exhumación en Dipina, el acto en Waslala, pasando por Matagalpa su tierra natal, y su final inhumación en el Mausoleo de Managua que hoy lleva su nombre, el siete de noviembre de 1979. Recordemos que él había trascendido a la inmortalidad el siete de noviembre de 1976.

Para el acto organizado por nosotros en Waslala, en la plaza de entonces, invitamos previamente a todas las comarcas aledañas, resultando verdaderamente impresionante aquella llegada numerosa de campesinos por todos los puntos cardinales, que por primera vez llegaban por su propia voluntad a Waslala, sin miedo se de ser detenidos, torturados o desaparecidos. Aquel día fue una verdadera fiesta popular.

Dos personas intervenimos en el acto. Primeramente yo, que con una gran emoción, y quizá con añoranzas de nuestros encendidos discursos estudiantiles universitarios, después de casi año y medio de estar en la guerrilla, y que según Roberto Sánchez, fue tan emotivo y largo que lo midió no por el tiempo, sino por los aguaceros que cayeron. Luego le correspondió cerrar el acto a David Blanco, en nombre y representación de la Dirección Nacional, que antes de hablar y en son de buen humor me dijo al oído, “y de que jodidos voy a hablar si vos ya lo dijiste todo”.

El acto concluyó con el traslado en helicóptero, que había sido dejado de previo en la plaza, situado al pie del cerro del comando militar, elevándose en medio de la multitud, lo que significó como una “asunción” hacia los cielos y hacia la inmortalidad.

Decían algunos campesinos y luego comentado por los que nos quedamos, que los aguaceros que cayeron fueron para hacer una “limpia” de Waslala por las muertes y la sangre inocente hechas derramar por la “genocida”, a como le decíamos a la Guardia Nacional.

En relación al relato que se difundió como pólvora, de que el cadáver había sido decapitado y cortada sus manos para ser trasladado a Waslala y posteriormente a Managua para ser debidamente identificado, es falsa, pues hicimos todas las averiguaciones con los campesinos que fueron quienes cavaron las fosas y trasladaron los cadáveres, y nos dijeron que no era cierta esa información, de esto puede dar fe “el Chele Adrian”, quien todavía vive, además de las entrevistas y testimonios de los propios campesinos, que se encuentran en los periódicos y los archivos de la televisión de la época.

Hoy en día el FSLN de Carlos Fonseca Amador, construido por tantas personas que dieron sus vidas y otros y otras que estamos vivos, al que todo el pueblo concibió como su vanguardia, está siendo destruido por las ambiciones y obsesiones personales de un pequeño grupo, convirtiéndolo en una organización de servicio familiar y personal de Daniel Ortega, que reedita la inmoralidad, el cinismo, la demagogia, la violencia, la represión y la negación de los derechos ciudadanos, tal cual nos lo negó la Dinastía de los Somoza, al que todo el pueblo, tarde o temprano, pero mas temprano que tarde también debe dar al traste.


Irving  Dávila Escobar
Managua, Noviembre 09

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