Onofre Guevara López
No ha sucedido nada muy diferente a lo que tenía
que pasar. La maquinaria oficialista obtuvo
los resultados para los cuales la ha programado, y todo era tan obvio, que el
profetismo político no tuvo empleo. El futuro inmediato estaba tan reconocible,
que solo había que cerrar los ojos, y al abrirlos luego, para verlo convertido en
un triste presente. El orteguismo se quedó con lo que quiso quedarse.
Tampoco se necesitan esfuerzos proféticos
para saber que estas elecciones no les eran necesarias al orteguismo para
dominar los gobiernos municipales, pues ya había anulado la Ley de Municipios
para eso –incluyendo el de muchas alcaldías “opositoras”—, pero les son
necesarias como plataforma para el re-re-relanzamiento de Daniel Ortega. Busca la tercera reelección de las muchas que
se propone hacer para llegar de 91 años en la presidencia.
Ese gusto no se lo quitará Rosario por mucho
que le deba lo que por él ha estado haciendo. Y es muy probable que no funcione
el profetismo que la ve como candidata a la presidencia, fundado en su auto promoción
de imagen en afiches y en las homilías que ella misma escribe y reza. Lo que se
advierte en doña Rosario son deseos de “legalizar”
la vicepresidencia de la república que ejerce de facto desde el 2007. Pero de
lograrlo, no le disminuiría sus aspiraciones de ser la titular del Ejecutivo, sólo
las postergará, pues sabe que siempre hay piedras en el camino con las cuales
tropiezan…hasta los dioses.
Quizás se siga creyendo lo de su pretensión
presidencial, porque ya existe una cooperativa de tricicleros “Rosario Murillo”
y un conjunto de casas populares llamado “Rosario Murillo”, para comenzar, y a
lo mejor hay otras cosas que cree merecen llevar su nombre. Pero eso también
sirve a su objetivo inmediato, si no fuera así, ¿para qué iba a proclamar ella la
reelección de Daniel? Y en el orteguismo su palabra es la guía. Recuérdese que vivimos tiempos post
revolucionarios, cuando ya no funcionan cosas de trayectorias, de principios ni
de organización, sino los asuntos “cristianos” privados sobre lo “socialista” y
lo “solidario” con el poder… o no se es nada.
Daniel es un gran corredor y una señal le
basta para impulsarse hacia la meta, máxime cuando él mismo ha ordenado el
disparo de salida. El futuro del 2016 no
hay que adivinarlo, fue revelado por estas elecciones municipales: Daniel
candidato a presidente y Rosario, candidata a vicepresidente.
Se ha pensado que la multiplicación de los
concejales, hasta llegar a seis mil, era algo desproporcionado para las
actividades municipales, y es cierto. Sin embargo, buena parte de los miles de concejales
que obtenga no será para los trabajos municipales, sino para reforzar el
ejército que desplegarán en su campaña electoral.
Sólo queda por saber qué hará la oposición a
partir de ahora, y esto sí ofrece oportunidades a los émulos de Nostradamus. Aunque
todo el mundo sabe que la oposición necesita cambiar su estilo de trabajo
político o morir, se ignora si querrá cambiar; y si lo hiciere, ¿en qué sentido?
¿Seguirá queriendo ser alternativa de poder, o sólo seguir recitando palabras bonitas
sobre la democracia? ¿Acaso buscará un
proyecto de cambio social superior con el cual enfrentar al orteguismo? La
dominará la tendencia tradicional de pensar en que de los Estados Unidos vendrá
la “solución”, ¿o intentará ser independiente?
Hay cosas que no requieren ser adivinadas.
Entre ellas, que el orteguismo seguirá empeñado en su proyecto personalista, mesiánico,
confesional y al margen de la Constitución. Seguirá manejando con discreción
los recursos del Estado y haciendo negocios con la colaboración venezolana.
Seguirá practicando el modelo político de trocar dádivas clientelistas por
derechos democráticos; de corrupción a la sombra y a costa de los programas
sociales.
Y otra, es disponerse
a luchar en contra de ese modelo, cambiando táctica y estrategia; comprendiendo
que los derechos democráticos y las libertades políticas no tienen porqué reñirse
con los derechos sociales y la transparencia administrativa. Pero eso exige
otro tipo de oposición. Y de programas de acción que no sólo contengan ánimos anti
orteguistas, sino convicciones de transformación social con democracia. La vida
sigue, los cambios también.
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