Onofre Guevara López
Desapareció el campo socialista con su país insignia, la
Unión soviética, pero no el socialismo. Las corrientes de izquierda se bifurcaron
aún más entre ortodoxas y lanza-críticas al capitalismo con la zurda, tratando
de encubrir sus inclinaciones por la derecha. América Latina es pródiga en gobiernos de este
tipo.
Tienen doble moral. Participan en el proceso de unidad continental
por la independencia económica –lo cual no agrada a los neocolonialistas de
Europa y Estados Unidos, porque ya no son tan libres para sentar su poder donde
ponen el ojo—; sin embargo, sus discursos los divorcian de los derechos
democráticos, hacen un negocio personal del poder, estimulan el culto a su
personalidad mesiánica y truecan reformas sociales por libertades políticas.
Proclaman su autonomía frente a gobiernos
euro-norteamericanos, pero reciben sobornos o coimas de sus transnacionales para
promover o vetar leyes que les favorecen. Es un fenómeno de múltiples aspectos.
Algunos confunden a sus pueblos, los desvían de sus aspiraciones de progreso social con
libertades y derechos, o tratan de habituarlos a situaciones en las cuales deben
soportar los poderes combinados del capitalismo neocolonialista con sus propias
formas de explotación.
Hacia afuera se pintan de izquierda, pero al interior dan
brochazos a la derecha; hablan con tonalidades progresistas, pero gustan de dar
notas cristeras o confesionales. Al
contrario del refrán, de largo son gatos rojos, rosados o fucsia, pero de cerca
son pardos.
Un caso concreto. Cuando el lunes 16 de abril oí la
noticia de que Kristina Fernández, había expropiado la transnacional Repsol,
estaba leyendo lo siguiente en la página 356 de las 494 del libro de kilométrico
y certero título “El Mal. El modelo K y la Barrick Gold, amos y servidores en
el saqueo de la Argentina”: “En la Guerra
de los Glaciares, la Barrick Gold y los Gioja no son los únicos enemigos. Al
confrontar con mi antigua amiga, la Presidenta, tuve que padecer las
maquinaciones de uno de los políticos más astutos e implacables de la historia
política argentina contemporánea: Néstor Carlos Kirchner.” Su autor, Miguel Bonasso, periodista,
novelista y dos veces diputado argentino.
Aclaremos. El Mal –dice
Bonasso— no es una categoría metafísica,
sino un sistema político, económico y social con amos internacionales y
servidores locales.”
La Barrick Gold explota minas de oro bajo distintos
nombres en Chile, Zaire, Tanzania, Argentina, Indonesia, Sudáfrica, Perú y
Papúa Nueva Guinea; en algunos tiene más de dos minas, y mucha sangre ha hecho
derramar.
Esa guerra se libra en defensa de las reservas de agua en
la provincia San Juan, en proceso de destrucción por la mina de cielo abierto de
la transnacional canadiense Barrick Gold.
Del agua de los ríos y arroyos, la mina gasta 288 millones de litros por
mes y la envenena con cianuro, mientras la población de San Luis, la capital
provincial, gasta solo 15 mil litros. La Barrick pagó 93 pesos por cada día
durante cinco años, igual suma que paga una familia por un mes.
“Los Gioja”, son dos hermanos kirchneristas: uno
gobernador de San Juan, el otro senador, y ambos trafican influencias a favor
de la Barrick.
Del oro, la plata y el cobre que sacará en 25 años, se
calcula que la Barrick ganará 63 mil millones de dólares, de los cuales no
pagará un solo dólar. Néstor Kirchner, presidente
en 2004, decretó la libertad de las minas de negociar en el exterior las
divisas obtenidas, sin pasar por el Banco Central. Siendo ya presidenta, Kristina vetó una ley que
defendía el agua de los glaciares, para quedar bien con la Barrick.
Una “casualidad”: entre los dueños de la Barrick están
Peter Munk, la familia Bush y funcionarios cómplices y beneficiarios del
negocio con la droga del Irán-Contras. ¡Una transnacional con sangre
nicaragüense! En este libro –el cual me prestó mi amigo, doctor Salvador Terán
H— hay fotos de Kristina almorzando con ellos en Toronto (1910), y dándoles palabras
de aliento para sus “inversiones” en Argentina. Lo dicho aquí, quizá sea solo el
0.90% de las tropelías y complicidades con la Barrick, documentadas por Bonasso,
un amigo personal de Fidel. Doy ese dato para los fanáticos orteguistas, porque
solo les alcanza para ver en todo crítico a un “agente de la derecha”.
Detrás de la expropiación de la Repsol debe haber oscuros
intereses, pues la Barrick sigue campante acabando glaciares, tierra y oro. ¿Por
qué la Repsol y no la Barrick Gold? Nadie lo sabe, por ahora, pero Kristina seguirá
recibiendo felicitaciones por su decisión “revolucionaria”.
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