MONTEVIDEO. El único patrimonio del presidente uruguayo José Mujica es "escarabajo" color azul. No tiene tarjetas de crédito ni cuentas bancarias y la propiedad en donde vive es de su esposa. Lejos del estilo de vida opulento, los carros último modelo, las propiedades, y los "gustos" que caracterizan a otros mandatarios alrededor de mundo, en tiempos de crisis, el presidente uruguayo se ha convertido en el mejor referente de la modestia y la austeridad entre la comunidad internacional.
A sus 75 años, Mujica fue calificado por una publicación del periódico español El Mundo como el presidente "más pobre". Sus dos años de Gobierno no han cambiado la promesa que hizo de vivir en la misma propiedad desde hace años, en la zona Rincón del Cerro, rodeado de cultivos, que el mismo revisa, su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y su inseparable perra Manuela –que no ostenta ninguna raza o abolengo canino-.
Proporcionar seguridad al presidente fue un verdadero lío, según la publicación de El Mundo y medios uruguayos, debido a que el fundador del Movimiento de Liberación Nacional –MLN– Tupamaros se resistió a habitar otra vivienda lejos de sus campos y a contar con un séquito de policías persiguiéndolo día y noche.
Si esto parece sorprendente en un funcionario de primer nivel, lo es más que done el 90% de su salario, establecido en $12,500, al Fondo Raúl Sendic, administrado por su partido, y que ayuda a emprendimientos productivos, y a ONG que colaboran con viviendas.
Para sí, Mujica guarda $1,250. "Con ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho menos", afirmaMujica, quien ha propuesto donar las jubilaciones presidenciales.
A pesar su origen e historia en el Movimiento de Liberación Nacional, el presidente mantiene una relación fluida con los Estados Unidos, con las Fuerzas Armadas, las mismas que lo encarcelaron durante 14 años en condiciones infrahumanas durante la dictadura, y convocó a la oposición para que ocupe cargos en su gobierno.
Sin anuncios publicitarios y proselitismo, el exguerrillero tupamaro, instaló un modo campechano de hacer política y los números muestran que su gestión es aprobada por el 60 por ciento de los uruguayos.
De la sencillez de Mujica también hay anécdotas, la última ocurrió después de que el mandatario acudiera a una ferretería del barrio Paso de la Arena a comprar una tapa para inodoro. Como cualquier uruguayo fue por su cuenta al establecimiento, y acto seguido aceptó una invitación informal de los jóvenes de la zona, reunidos en el humilde club de fútbol Huracán.
Sin seguridad, sin eufemismos, Mujica brindó una sencilla charla de aliento a los futbolistas que participan en el torneo de la Segunda División Profesional, aferrado a la tapa del inodoro recién adquirida.
De repente un Volkswagen Fusca, celeste, muy bien conservado, llegó a estacionarse frente al gimnasio del club. De alpargatas, con equipo deportivo, el Presidente dedicó varios minutos a los jóvenes deportistas, y prometió mayor atención a la institución además de convenir en "comer un asadito si el club asciende a Primera".
Mujica se tomó fotografías, concedió abrazos y se fue con el aplauso de todos, acompañado de Manuela que a estas alturas ya entiende de absolutamente todos los temas.
De acuerdo con la última declaración jurada que presentó a la Junta de Transparencia y Ética Pública, Mujica sólo es dueño del coche, mientras la hacienda figura a nombre de la primera Dama y senadora Topolansky, la cual también dona parte de su salario. Sin cuentas bancarias, sin deudas, el hombre dice dormir tranquilo, y asegura que espera culminar su mandato para descansar, más tranquilo aún, en su chacra de Rincón del Cerro.
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