Ese
fue el grito que dio Xavier Chamorro Cardenal ante el cadáver acribillado de su
hermano Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en la morgue del hospital Manolo
Morales. Y fueron enterrados por la ira del pueblo nicaragüense expresada en
una revolución a la larga fallida.
Pedro
Joaquín Chamorro C es un prócer, es un mártir, es el símbolo de la lucha contra
la dictadura somocista. Pedro Joaquín es inmortal e intocable. Es el orgullo de
los luchadores de la democracia y en particular, de la libre expresión de los
pueblos.
Su
asesinato atroz fue el detonante que provocó la erupción devastadora que arrasó
con la estirpe sangrienta que avasallaba a todo un pueblo y fue la razón por la
que subió al poder el actual dictador del siglo XXI. Lo tenía muy consciente el
gobierno de los nueve, pero no por eso era de su agrado. Pedro Joaquín era
demócrata y para los tiranos la democracia es como el agua bendita para los
demonios. No se atrevían a manosear la memoria del prócer porque fue su sacrificio
el que los llevó a la victoria y al poder.
Pero
el tiempo, más el poder acumulado, más los malos consejos, llenó de valor al
dictador que hoy nos avasalla y pensó que había llegado la hora de borrar de la
mente de los nicaragüenses el recuerdo del inclaudicable opositor que tuvo la
entereza moral y la valentía suficiente para decir siempre no a los cantos de
sirenas por los cuales se estrellan los líderes vanidosos.
El
destino de Nicaragua es vivir la pesadilla del pueblo cubano. El dictador nicaragüense
quiere ser el depositario del terror y de la miseria que provocó la larga
dictadura de su mentor en Cuba. Tiene el poder, no tiene oposición y los
treinta y tres años que median entre el triunfo de 1979 y la dictadura de 2012,
está empezando a dar el fruto del olvido. Los nuevos nicaragüenses, los de 35
años para abajo, el recuerdo de Pedro
Joaquín ya se perdió en las brumas del tiempo. Sus valores ciudadanos y su
espíritu patriota están sepultados por la perversa corrupción que nació el 19
de Julio de 1979.
Ahora
las condiciones están dadas para empezar a arrasar con todo vestigio de
democracia y están comenzando con el más demócrata de los demócratas de
Nicaragua. El parque que lleva su nombre y que es famoso no por su tamaño, sino
por su significado, va a ser borrado de la ciudad de Managua. Las órdenes están
dadas y pronto se llamara, parque el Alba, para honrar a la antítesis de
nuestro héroe y mártir, el oscuro Hugo Chávez Frías, a quien su amigo Daniel le
está anticipando su destino final.
¿Acaso
se puede derribar una estatua de George Washington en Estados Unidos, o
destruir un monumento a Benito Juárez en México, o quitar el nombre de Miguel
Asturias de una biblioteca en Guatemala y el de Francisco Morazán de una
academia militar en Honduras? ¿Entonces por qué se puede quitar el nombre de
Pedro J Chamorro C en Nicaragua?
Los
enterrados serán ellos, dice un pueblo lleno de ira y de incertidumbre. Y serán
enterrados.
Jorge
J Cuadra V
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