En
1492 partían las carabelas de Colón hacia el precipicio que en esa época creían
que tenía el mar en su fin, pero lo que encontró fue el nuevo mundo que años
más tarde se llamaría AMERICA y que vendría a ensanchar el poderío colonial del
imperio español y de sus soberanos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.
Casi
al mismo tiempo regresaban a las arenas del desierto desde donde habían
llegado, después de setecientos años de
dominación en el reino de España, los moros o musulmanes. Se retiraban con Alá,
derrotados por el Vaticano, mientras Colón llegaba a las nuevas tierras
descubiertas para implantar a sangre y fuego la doctrina católica representada
por el vaticano, desde la tierra de Julio César y de Nerón.
El
desalojo de los musulmanes se debió a la determinación de los soberanos
españoles de expulsar a los invasores que habían logrado penetrar hacia el
norte hasta los mismos Pirineos y que habían construido una cultura en el sur.
Es
una lástima que ahora que el Islán se está apoderando de las naciones
occidentales, no exista esa determinación que tuvieron sus antepasados. Los
gobiernos europeos, en especial los de Inglaterra y Francia, han permitido que
el poder de la media luna se instale de nuevo en el corazón de Europa, pese al
ejemplo que les ha dado Australia, en donde su primer Ministro les dijo a los
musulmanes que allí se hablaba en Inglés y se adoraba a un solo Dios y a los
que no les gustara que se fueran de regreso a sus países y después lo hizo su
Primera Ministro, aclarándole las cosas e invitándolos a abandonar Australia si
no se adaptaban. Los gobernantes europeos han hecho lo contrario: les han
permitido que se apoderen de barrios enteros en sus ciudades principales, en
donde predomina la cultura del Islán, hablan su propio idioma y practican la
Sharia, dominados por el miedo que le tienen al barbarismo que los musulmanes
predican. Las manifestaciones musulmanas que se dan en el centro de Londres,
con pancartas en donde les dicen a los ingleses que serán decapitados por
infieles, nos dicen hasta donde ha calado el temor a las hordas del fallecido
Bin Laden.
En
Estados Unidos pasa casi igual, pero allí se debe más a un complejo de culpa, que
a un simple temor. Las generaciones de los “baby boomers,” se han dejado
atrapar por un gran complejo de culpa que heredaron de Hiroshima.
Estados
Unidos es la última trinchera del mundo occidental que conocemos actualmente. De
su poder de decisión depende la sobrevivencia del imperio del águila calva y de
toda la civilización cristiana. Si hay que usar el poder, deben usarlo, primero
para salvar a su nación y después al mundo entero. Dios lo exige y los valores
occidentales lo merecen.
Si
la defensa de la civilización cristiana va a provocar la tercera guerra
mundial, que la provoque y esa será la última guerra librada en nombre de la
libertad.
Jorge J Cuadra V
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